A diferencia de la mayorÃa de los artistas que se niegan a explicar los tÃtulos de sus obras, Fernando de Leonardis explota y explora la posibilidad cuando se le pregunta por la elección de un palito ortega por cada millón de tucumanos hambreados. âLouis Althusser dice que la historia es un proceso sin sujetos ni fines y lo que más pone en tensión esto, la posibilidad de escapar de la determinación estructural, es Palito Ortega. Lustró zapatos, hizo changas y con su guitarrita triunfó. PodrÃa haber puesto a Mercedes Sosa, que vino también desde Tucumán con su bombo, que era un embole hasta que la agarraron unos buenos productores. Nacés pobre y es muy probable que mueras pobre. Palito Ortega refuta, de manera si uno quiere vulgar, el determinismo históricoâ, dice el autor. 4y135c
Editado por Años Luz, un palito ortega... es un modo de encarar las teorÃas de izquierda desde el ensayo y la sorna, pero con la minuciosidad de un cientÃfico. ¿Puede hacerse un acercamiento amable, sexy y pop a pensadores que describieron la explotación del hombre por el hombre? âTodo lo que digo está leÃdo, no es que me pongo a delirar. Cuando lo estaba escribiendo, me venÃa el recuerdo de charlas con amigos. â¿Cómo es la concepción de Marx de la historia?â, me preguntaban, y yo lo explicaba como si estuviésemos hablando en un bar.â
En ese juego de espejos deformados, De Leonardis compara la estructura de los relatos de ciencia ficción âDick o Bradburyâ con otros filósofos como Platón o Bakunin. Incluso con la Biblia. Y es sólo el comienzo. Carver, Cheever, Burroughs, Hemingway, son otros de los referenciados por De Leonardis: âBukowski usó a Céline a troche y moche. Y yo abuso de ellos. Los cojoâ, interpela en el texto que abre el libro. âLa escritura no pide permiso.â
Uno de los logros de su estilo es que la superpoblación de nombres no es mera enumeración sino algo cercano a una necesidad. âLa mediatización de los textos no va por el lado de la simple experiencia personal, siempre escribÃs en diálogo con otros textos, aunque no quieras, hay algo de humorada sobre el pensamiento.â De Leonardis publicó anteriormente otros libros como Entre la tristeza y la nada (Casi Incendio La Casa, 2010) y Diamantina (Milena Caserola, 2014), todos cruzados por el número siete. âUn poco cabalÃstico, ¿no?â, se rÃe quien también cura el ciclo de poesÃa oral Otoño Antropoético, el Cabaret Literario del Filba, y el año pasado participó del Mundial de PoesÃa en la Feria del Libro.
âHoy hay muchos ciclos ligados a la teatralidad, se apuesta a lo performático, que es un género en sà mismo. Ahà confluyen poesÃa, música, incluso danza y stand up. Más que ciclos de poesÃa, parecerÃan ciclos cómicos o de historias mÃnimas, o confesionales, y terminan siempre con el remate o el chiste fácil. Y hay un público para eso. A veces encontrás poesÃa en esos formatos y muchas otras no. Yo lo que busco es que se acompañe la dinámica de un bar y todo lo que pasa por el ciclo tiene que ser âpoesÃa oralâ. Hay poetas que son muy buenos escribiendo, pero que no saben leerâ, dice y recuerda el trabajo tiempo atrás de Los Verbonautas, Tom Lupo y Yacaré Cumbiao.
De Leonardis se define primero editor, luego escritor y recién ahà poeta. âEse es el orden. Me gusta desmenuzar las formas para ver lo que se esconde ahÃ. Reconozco que aprendà del oficio de editor para escribirâ, concede. De hecho, en âPontificandoâ, uno de los textos de su último libro, descifra un modelo para ejercer la crÃtica literaria y de discos con absoluta justeza y naderÃa. âFue mi humilde aporte para que los crÃticos que publican en revistas de cultura urbana joven mejoren su escrituraâ, cierra su autor sin tomar de sonso a nadie, o haciéndolo con todos. ¿Quién sabe?
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