Una de mis pelÃculas favoritas es Muertos de risa. Si hay escenas que yo recuerde del cine son las de los films de Alex de la Iglesia. Humor, esperpento y tragedia. Muchas veces, cuando algo me aburre, pienso: âQue muestre una tetaâ. 41195q
Mi mamá me contaba un cuento cuando yo era chica que era sobre una nena rubia y una morocha. La nena rubia tenÃa todo, la ropa más linda, belleza, riqueza, y la nena morocha era humilde y soñaba con comprarse un vestido. Ocurre que un dÃa la nena morocha tiene una misión que es buscar unas cosas en el bosque. En el camino encuentra un árbol que necesita ayuda y después varios otros obstáculos que resuelve con alegrÃa. Al terminar el recorrido pasa por debajo de un arco y una lluvia mágica la baña haciendo aparecer el vestido de sus sueños. La nena rubia, que todo lo tiene, envidiosa, intenta obtener el mismo obsequio, pero cuando se encuentra con los obstáculos no se muestra tan dócil como la nena morocha; entonces, cuando llega al arco y pasa por debajo de él, es una lluvia de brea la que la baña. Fin del cuento.
El cuento tiene un mensaje odioso y otro interesante. El odioso es: si sos una nena buena, vas a tener tu vestido. El interesante es: no vas a lograr los mismos resultados que el otro pisando sobre sus huellas, deseando lo ajeno de forma egoÃsta.
En la época en la que vi Muertos de risa yo tenÃa una amiga, actriz, con la que hacÃamos un dúo de humor. Ella se destacaba más en el drama pero deseaba hacer reÃr y yo decidà acompañarla. Taurina ella, pelirroja, de ojos profundos y muy buena para combinar la ropa. Nos pusimos a ensayar Las fabricantes de tortas, de Alejandro Urdapilleta. Yo, que siempre fui vaga para estudiar letra, elegà el personaje de Mariluz, la mucama muda (el que hacÃa Batato) y ella tomó el monólogo y se puso a trabajar. Lo hicimos en varietés, bares, fondas, muestras, cumpleaños. En ese entonces nos ofrecieron codirigir una obra y lo hicimos. Eramos muy unidas. Yo le contaba todo y ella me contaba todo a mÃ. CompartÃamos nuestro más grande tesoro: el teatro.
En esos meses decidà hacer dieta y me dio muy buen resultado, creo que el hecho de tener que hacer el strip-tease que requerÃa el personaje de Mariluz influyó un poco. Una noche, un poco antes de ver yo por primera vez Muertos de risa, iba a ir a una fiesta donde estarÃa el mismÃsimo Alex de la Iglesia. SentÃa mucha ansiedad. Entonces recibà un llamado de ella, la taurina, que siempre me llamaba para charlar un rato. Me dijo que me tenÃa que decir algo que ella pensaba y dio muchas vueltas hasta que lo dijo: âMaruja, me parece que vos no tenés que adelgazar tanto, no sé si está bien que te diga esto, pero creo que si adelgazas vas a perder la graciaâ.
Me quedé callada. Le dije gracias. Corté. Me quedé pensando que quizás ella tenÃa razón. Quizá la gente se reÃa a carcajadas cuando yo hacÃa Las fabricantes de tortas por lo âdivertidoâ de mi gordura y no por mis aptitudes actorales.
Odio hablar por teléfono. No fui a la fiesta.
Qué hija de puta. Llano. Sin poesÃa.
A partir de ahà sólo le hice maldades. Sutiles. En escena. Delante de todos. Intenté hacer reÃr más a la gente que ella. Sin decir una palabra la superaba en carisma pero ella tenÃa novio y yo no.
Muertos de risa me hizo llorar. Lloré y reà alternativamente como una desquiciada. La tragedia de Nino y Bruno, el dúo de humoristas protagonistas de la historia de De la Iglesia. Bruno, el ganador, el flaco, al que las chicas le dan bola, el que siempre tiene algo simpático para decir, y Nino, el callado, el gordo, el culto y comprometido que expresa todo con la mirada. Dos personas unidas por el éxito que construyeron juntos, enemigos a muerte que no pueden vivir sin el otro al punto de no poder morir sin el otro. Me identifiqué con el personaje de Nino, obviamente, y vivà cada momento de la pelÃcula con la piel erizada hasta el último gag. Muertos de risa tiene una mirada de la existencia y los actores ácida, corrosiva y mortalmente graciosa.
A veces me dan ganas de tomarme un café con ella, con la taurina. Nunca logré pesar 60 kilos y ella se casó y se alejó. La busqué en Google al escribir estas lÃneas, no encontré nada. Fue una de mis mejores amigas. De esas con las que reÃs por dentro con sólo mirarte.
Maruja Bustamante acaba de estrenar su nueva obra, Trabajo para lobos, sobre tres hermanos y una madre que se reúnen en la casa de crianza para llevar adelante el último deseo del padre: un pedido de eutanasia.
Todos los viernes a las 23, en El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034. Informes y reservas: 4863-2848. Entrada: $ 50.
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