Mogambo es mucho más que una pelÃcula para mÃ. Mi papá la tenÃa en Súper 8 y la pasaba al menos dos veces por año. En aquellos tiempos todavÃa no existÃa el vhs y algunas pelÃculas clásicas podÃan comprarse para ser proyectadas en casa. Claro que el rollo que se compraba no contenÃa la pelÃcula entera, sino un compilado de las mejores escenas, los highlights. Pero esto lo descubrirÃa años más tarde. Para mÃ, Mogambo, en ese entonces, era esa cinta de quince minutos en la que Ava Gardner jugaba con el bebé elefante, la pantera negra atacaba a Grace Kelly y Clark Gable intentaba besar a Grace en la galerÃa del bungalow con la tormenta arreciando afuera. 5z41c
Mi papá era aficionado al cine. TenÃa una cámara Bells and Howell de 16 mm y otra Canon Súper 8. Y proyectores para los dos formatos. Una vez al mes o cada dos meses se armaba âcineâ en casa: ponÃa la pantalla, la familia se reunÃa y veÃamos pelÃculas. El programa estaba dividido en dos partes: una primera, la más larga, en la que veÃamos las pelÃculas que papá habÃa filmado: pelÃculas de vacaciones, mudas en su mayorÃa, protagonizadas por nosotros, que papá se habÃa ocupado de editar con su pequeña moviola, y una segunda parte en que veÃamos las pelÃculas que habÃa comprado âéstas, casi todas clásicos de Hollywood, estaban en súper 8â. AllÃ, entre Ben Hur y Singinâ in the Rain, estaba Mogambo.
La pelÃcula transcurrÃa en Africa, que era el continente de mis sueños. Africa era Marte para mÃ. Un Marte atestado de fieras salvajes, que desbordaban mi imaginación. Mi fascinación por el reino animal no tenÃa lÃmites. Las paredes de mi habitación estaban colmadas de fotos de animales que mi mamá y yo Ãbamos consiguiendo: leones, cebras, zorros, gorilas, leopardos, ocapis... Y aquel que no estaba podÃa buscarlo en alguno de los 11 tomos de la enciclopedia Salvat de la fauna (los naranjas) que me pasaba horas mirando. Pero, por si esto fuera poco, habÃa algo más... algo que más que expresar mi amor por los animales, lo determinaba, algo importantÃsimo: en mi casa, al pie de la escalera que llevaba a la terraza, colgaba sobre una pared, embalsamada, la cabeza de un tigre. Tigre que, para terminar de instaurar el reino de la fantasÃa en mi mente, mi mamá decÃa que habÃa cazado mi papá.
Mi papá nació en 1922. Cuando yo nacÃ, él ya tenÃa 53 años. Y habÃa vivido la mayor parte de su vida. Era pelado y panzón. Y se parecÃa muy poco a quien habÃa sido. Sus fotos de juventud, aquellas pocas que en su momento yo habÃa podido ver, en las que aparecÃa con un bigote similar al de Clark Gable, no lo representaban, o mejor dicho, no representaban la imagen que yo tenÃa de él. Esa larga vida que mi papá habÃa tenido antes de mi existencia, antes de decidirse a formar una familia, era para mà un misterio, que los relatos de sus aventuras (ficticias o reales) sólo se ocupaban de agigantar.
El parecido de los bigotes, los relatos de sus aventuras y la cabeza de tigre hicieron que yo transformara el clásico de Hollywood en una pelÃcula hogareña familiar. Para mà Mogambo empezó a ser una pelÃcula en la que actuaba mi papá, de joven, en el Africa profunda, rodeado de bestias salvajes y acompañado por las dos mujeres más bellas del mundo: la princesa de Mónaco (Grace) y Ava, que bien podÃan representar en espÃritu a las mujeres de mi familia. Mogambo, asà fragmentada, era la pantalla blanca sobre la cual yo podÃa proyectar mi propia pelÃcula familiar.
Mi papá murió en el año â93, cuando yo tenÃa 18 años. Poco después empezó a despertarse en mà la pasión cinéfila y me enteré de quién era John Ford. Me volvà loco con Más corazón que odio, El delator y Quién mató a Liberty Valance y volvà a ver Mogambo varias veces, con una actitud más sensata, pero sin perder nunca algo de esa primera sensación de encantamiento y familiaridad. Disfruté de la historia, que hasta ese momento no me habÃa importado en absoluto. iré la ecuación hollywoodense, tan obvia como efectiva, del triángulo amoroso con telón de fondo exótico, esa historia de pasiones desatadas en esa tierra primitiva, elemental. (Mogambo significa pasión en swahili, me explica Google.) Y claro, me dejé obnubilar por Ava Gardner y Grace Kelly de nuevo. Por la belleza despampanante, graciosa y americana de Ava y la contenida, frÃa e inglesa de Grace.
Años más tarde, nos juntamos con Mariano Llinás y AgustÃn Mendilaharzu (dos fans de la cabeza de tigre que hoy cuelga un poco apolillada en mi habitación) a discutir y sugerir escenas de la que serÃa la nueva pelÃcula de Mariano, actuada por los tres: Historias extraordinarias. Mariano nos habÃa dicho a AgustÃn y a mà que podÃamos pedir lo que quisiéramos para nuestras historias. Asà que yo, sin pestañear, pedà tener una escena con algún felino salvaje. Mariano no sólo escribió la escena del león moribundo, El Coronel, sino que me llevó a filmar a suelo africano... Mogambo.
Walter Jakob codirige con AgustÃn Mendilaharzu La edad de oro (viernes a las 23.30, en El extranjero, ValentÃn Gómez 3378) y Los talentos (miércoles a las 20.30 y sábado a las 23, en ElKafka, Lambaré 866). Además, actúa en No soy un caballo, de Eduardo Pérez Winter, los miércoles a las 21, en Silencio de negras, Luis Sáenz Peña 663.
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