En el Departamento de Manuscritos de la British Library se encuentra una hoja en la que Leonardo Da Vinci escribió unas notas sobre geometrÃa. Se trata de uno de sus últimos escritos: probablemente data de 1518, el año en que murió. El papel tiene un tono grisáceo, pero la tinta se conserva bien. Hay algunos diagramas y, junto a ellos, un bloque de texto muy ordenado, escrito en su habitual âescritura especularâ (de derecha a izquierda). No es, a primera vista, uno de los manuscritos más interesantes de Leonardo, excepto para los aficionados a la geometrÃa del Renacimiento. Pero merece una mayor atención porque al final ofrece una sorpresa. En el último cuarto de la página, el texto se interrumpe con un brusco âetcéteraâ. La última lÃnea parece un fragmento de un teorema âla mano apenas ha vaciladoâ, pero lo que realmente dice es perche la minestra si fredda. Leonardo ha dejado de escribir âporque la sopa se enfrÃaâ. 191d6y
Hay otras alusiones a detalles domésticos en los manuscritos de Leonardo, pero ésta es la que más me gusta. No es que nos diga mucho: que tomara un cuenco de sopa templada un dÃa de 1518 apenas puede considerarse un dato biográfico importante. Lo que lo convierte en algo especial es el elemento de sorpresa, de espontaneidad. Entre las áridas abstracciones de sus estudios de geometrÃa se ha introducido este momento de humanidad sencilla y cotidiana. Vemos a un anciano sentado a la mesa, escribiendo con atención. En otra habitación vemos un cuenco de sopa, humeando intensamente. Probablemente es una sopa de verduras, porque en la última etapa de su vida Leonardo se hizo vegetariano, y probablemente también la habÃa cocinado su criada, Mathurine, a la cual dejarÃa pronto en su testamento una âcapa de fino paño negro forrada de pielâ en premio a sus âbuenos serviciosâ. ¿Es ella la que llama a Leonardo para decirle que la sopa se enfrÃa? El continúa escribiendo unos momentos âel tiempo que tarda en escribir perche la minestra si freddaâ, y luego deja la pluma.
Hay en esto una sombra de presagio. Que sepamos, nunca reanudó esas notas, de forma que esa interrupción parece augurar esa otra interrupción definitiva que no tardarÃa en llegar. PodrÃamos titular esta página de aspecto no especialmente llamativo âel último teorema de Leonardoâ, un proyecto inacabado más. La gran empresa de investigación y exposición a la que ha dedicado su vida se cierra con esta broma intrascendente, esta frase jocosa acerca del imperativo de la cena.
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