Sobre una de las paredes del living de la casa de Manuel Sánchez Viamonte, uno de los guitarristas de El Mató a un PolicÃa Motorizado, cuelga una pizarra cubierta por una cuadrÃcula de notas adhesivas. Cada una de ellas, cuenta, refiere a una escena de Los caballos están espantados, el âthriller psicológico pampeanoâ que planea filmar junto al baterista Guillermo Ruiz DÃaz. Suena el timbre de la puerta y el que se suma a la charla es el tecladista AgustÃn Spasoff, que enseguida se pone a hablar de su proyecto paralelo, Los Accidentes, y de su descubrimiento reciente de Linux. Unos minutos más tarde llega Santiago Barrionuevo, compositor, cantante, bajista y también ilustrador. Tiene las cuerdas vocales maltrechas, después de tocar como solista en Pilar. âAyer me rompà la gargantaâ, grafica. En un par de horas, una vez que termine la entrevista con Radar, van a asistir a la inauguración de una muestra plástica de Ruiz DÃaz en Casa Berta, un nuevo espacio alternativo de La Plata. 1i392u
Un dÃa en la vida de El Mató a un PolicÃa Motorizado tal vez sirva como indicio del estado de creatividad permanente y sin fronteras artÃsticas en el que orbitan los músicos. Un cÃrculo virtuoso al que sólo faltarÃa agregar el show que ese mismo fin de semana tiene como protagonista a Sue Mon Mont, el grupo que el violero Gustavo Monsalvo comparte junto a Rosario Bléfari, en la Casa Unclan, otro reducto de la cultura emergente local. Bajo sus respectivos alias de Pantro Puto, Chatrán Chatrán, Santiago Motorizado, Doctora Muerte y Niño Elefante, son los principales responsables de que el rock platense del siglo XXI esté en la boca y en los oÃdos del público que busca un aire de renovación en el género a escala local e internacional. Después de un par de temporadas agitadas en las que, montados sobre los tesoros musicales de La dinastÃa Scorpio, recorrieron ciudades argentinas y también de Uruguay, Brasil, Paraguay, Colombia, Ecuador, Costa Rica, México, Estados Unidos, Francia y España, se tomaron un respiro para darle forma a un nuevo larga duración. Y en el camino se toparon con un pequeño conjunto de temas con identidad propia.
âEstábamos grabando el nuevo disco, que todavÃa está en formación. Las sesiones eran en mi casa, adonde armamos la sala de ensayo. Preparamos las canciones, probamos cosas y las grabamos de manera casera, como parte del proceso creativoâ, cuenta Santiago. âEn esas sesiones vimos que habÃa un grupo de canciones que no iban tanto con la lÃnea de las que estábamos haciendo para el nuevo disco, pero que también estaban buenas. Las querÃamos mostrar y nos pareció una buena idea sacar un disco breve con Violencia como canción principal. Un maxisimple, un poquito más largo que un simple, con cuatro temas. Violencia no es el adelanto de nada, sino un disco en sà mismoâ, explica.
La banda ya habÃa lanzado simples como anticipo de su álbum debut de 2004 o del más reciente La dinastÃa Scorpio. Un formato que, recuerda el cantante, habÃa descubierto en la era dorada de Napster, cuando encontró que la discografÃa oficial de sus irados Weezer venÃa acompañada por una serie de simples imprescindibles.
Antes de entrar a ION para registrar formalmentes el contenido de Violencia, trabajaron pieza por pieza en la arquitectura sonora del nuevo material en su propio bunker. De alguna manera, el estudio casero que montaron con la ayuda del sonidista Lucas Rossetto funcionó como un nuevo instrumento, al que le sacaron todo el jugo posible. âEstá buenÃsimo grabar y después escucharlo, para entonces ver que se podrÃa meter o sacar tal cosa. Ir trabajando la canción, más relajados que antes. Cuando fuimos a grabar los discos anteriores era: âDale, toquemosâ. El tiempo era mucho más limitadoâ, apunta Manuel. Quizás sea en parte por eso que las nuevas canciones âViolenciaâ, âEl baile de la colinaâ, âRuchoâ y âAire frescoâ parecen, de movida, más despojadas: como si se estuvieran sacando de encima la coraza forjada en La dinastÃa Scorpio para, ya más livianos, encarar su próximo movimiento. El trabajo se podrÃa ver entonces como el puente que levantaron en su camino hacia un nuevo larga duración, todavÃa sin fecha ni definiciones estéticas a la vista.
âEn los discos anteriores por ahà habÃa más capas de guitarras, ahora tratamos que haya dos guitarras bien definidas. Trabajamos más con Gusti, nos juntamos para armar los arreglos. Estuvo todo más pensado, buscamos un sonido más pulidoâ, describe Manuel. âAlgo que tenÃamos claro era que no Ãbamos a repetir lo que habÃamos hecho con La dinastÃa Scorpio, en el que grabamos más âen vivoâ, todos juntosâ, sigue Santiago. âQuerÃamos llegar a la sÃntesis máxima, que quede algo minimalista y limpio, sacando todo lo que no hiciera falta. Por ejemplo, Willy grabó con un metrónomo y eso hizo más ârobóticaâ a la baterÃa, pero para bien. Le da una especie de prolijidad, para llegar a una cosa tipo Neu!: eliminar los redobles para que sea más simpleâ, completa. âEstamos llegando a una sÃntesis, a que haya más contrapuntos. Tampoco queremos abusar de las ideas, pero está bueno empezar a tener más dominio sobre la canción y que no sea al revésâ, concluye AgustÃn.
A pesar de su brevedad, Violencia se plantó entre las novedades del rock argento con el aplomo de un álbum hecho y derecho. El tÃtulo del maxisimple, la imagen de la tapa el perfil de una chica con un casco de moto negro, proyectado sobre un fondo rosa y las lÃneas que abren el tema que le da titulo âEn tus ojos la violencia/ vos mirame / En tus manos la violencia/ abrazameâ, una inquietante pincelada intimista que detona con múltiples sentidos estuvieron lejos de pasar desapercibidos. âTiene unos años, la tenÃa grabada para mÃ. La elegimos como la canción principal y por eso le da nombre al disco. Pero igual nos gustaba el impacto que tiene la palabraâ, ite el compositor, autor además de la ilustración. âNos divierte jugar con eso, generar contrastes: abrir una puerta que después, cuando inspeccionás un poco, ves que no es tan asÃ. La letra habla de una relación, algo hasta romántico, pero aparece la palabra âviolenciaâ, un poco sacada de contexto, para generar una especie de incertidumbre y ruidoâ.
El elemento disruptivo, uno de los principales rasgos de estilo del quinteto platense, parece amplificar su onda expansiva con cada lanzamiento. âYo no le ponÃa tanta expectativa a Violenciaâ, dice Santiago. âMe sorprendió mucho que haya sido un disco corto y haya tenido tantas devoluciones. No habÃa pasado con otros simples, digamos. Por ahà con âMujeres bellas y fuertesâ sÃ, pero era el primer tema después de mucho tiempoâ, agrega. Del mismo modo que se multiplican a diario los âMe gustaâ y los retuits en las redes sociales, el público que va a sus recitales no para de crecer. âLa última vez que tocamos en el Konex, me llamó mucho la atención la cantidad de gente que habÃa: fue algo muy loco. Y me dio un poco de miedoâ, confiesa Manuel. âEs raro ver que cada vez llegás a más gente, pero está buenÃsimo. Más siendo una banda independiente, sin ningún sello atrás y sin que nos pasen mucho en las radiosâ.
La curva ascendente que traza su audiencia se podrÃa ilustrar con el âÃndice Vorterixâ: venÃan de llenar un teatro por vez, pero a fines del año pasado metieron un doblete y, cuando todo parecÃa indicar que iban a repetir la marca para la presentación de Violencia, tuvieron que agregar una tercera fecha. La seguidilla se extiende entre el 1, el 2 y el 7 de abril. âLa verdad es que, por un lado, estamos contentos, porque vemos que lo que hacemos evidentemente tiene una difusión propia. Y eso fue generando más público, y me emociona. Hace poco tocamos en San Isidro y habÃa nenitos, que estaban con sus padres, todos entusiasmadosâ, describe Santiago. âCuando estamos disfrutando de esa situación, medio que nos chupa un huevo el mundo de las radios, la tele y todo eso. Pero es una realidad que, para mi forma entender las cosas, es mala, porque no hay espacio para manifestaciones artÃsticas que tienen todo lo necesario para sonar en las radios: son propuestas nuevas y frescasâ.
âToda mi vida hablé de música alternativa, la que no suena en los canales centrales. Y la verdad es que todos los artistas de la historia, si fueron originales, si generaron algo especial, en algún momento fueron alternativos. Virus y Soda Stereo hacÃan algo que se salÃa un poco de los moldes: por más que su sonido estuviera emparentado con algo más radial, en su momento rompieron esquemas. Yo siento que hoy en la radio todo está hecho, grabado por el mismo productor: van pasando las bandas y todo suena más o menos igual. Todo bien, no juzgo lo que ponen en la radio, lo que reclamo es que haya espacio para lo otroâ, sigue. âPor ahÃ, lo que hace que me siga molestando es lo que veo en otros lados. En México hay radios que le dedican un montón de espacio a la música alternativa, en España lo mismo. Y son radios muy populares, no son FM raras. Los programadores no sólo nos pasan a nosotros, están interesados en lo último que salió en Argentina. Es un entusiasmo natural, porque uno es fanático de la música y piensa que el otro tendrÃa que compartirlo, pero no siempre es asÃâ.
A falta de antenas permeables y de musicalizadores sensibles a su obra, sin el soporte de un sello discográfico tradicional, El Mató a un PolicÃa Motorizado encontró en Internet a su principal aliado. Desde los âlejanosâ tiempos de las cadenas de mails y los primeros fotologs hasta el estallido del MP3, no se cansaron de agitar para difundir sus recitales o dar a conocer sus temas. âTuvimos la suerte de nacer en un momento bisagra de la historia: lo que vivimos es una revoluciónâ, sintetiza Manuel. âEl Mató nació justo cuando empezaba todo esto, todavÃa no existÃan Facebook ni un montón de cosas. Y lo bueno es que tuvimos esa herramienta buenÃsima, pero no vivimos la saturación que hay ahora: las bandas tienen una nueva dificultad, que es la de cómo hacer para destacarse entre tanta informaciónâ, dice Santiago. âAl haber nacido en una época en la que todavÃa no existÃa Internet, tenés una visión diferente de las cosas de la que tiene un chico de 15. Y está bueno ser parte también del viejo mundoâ, agrega Manuel. âClaro, fuimos los últimos en subir al bondi de la tecnologÃaâ, tira Santiago.
En la era digital, la idea de álbum se ve un tanto desdibujada. Mientras que una mirada conservadora podrÃa lamentarlo y hasta considerarlo una regresión, los platenses valoran el peso especÃfico que tiene la unidad de medida en la industria que los ocupa. âDespués de todo, a mi forma de ver, las canciones son lo más importante de todo, por más que todas juntas formen un discoâ, sostiene Santiago. âEl consumo cultural fue cambiando y la vieja idea del simple, la de los Beatles, vuelve de manera virtual, con el formato digitalâ, agrega. ¿Les da igual que una canción pierda en términos de calidad al ser reproducida en un archivo MP3? âNo, desde que empezamos siempre tratamos de mejorar el sonido de los discos que fuimos sacandoâ, explica Manuel. âIgualmente, yo celebro que se pueda escuchar, por más que haya una diferencia de calidad con Spotify o el MP3. Celebro que existan y que la música pueda circular más fácilmente, porque para una banda independiente la parte más difÃcil es la distribución y la difusiónâ, completa Santiago.
El Mató a un PolicÃa Motorizado cuenta con una base de desarrollo cada vez más sólida, pero todavÃa está lejos de haber encontrado su propio techo. ¿Qué pasarÃa si un productor artÃstico experimentado los acompañara al estudio y encontrara la manera de potenciar todavÃa más su talento natural? âSÃ, estarÃa bueno, lo pensé varias vecesâ, ite Santiago. âYo fantaseo con esa idea, pero los nombres que se me ocurren son todos inalcanzables. Por ejemplo, Ric Ocasek, el que tocaba con los Cars: me gustarÃa que fuera él, que produjo a Weezer y a Guided By Voices. Siempre jodemos con eso. O también Dave Fridmann, el productor de los Faming Lipsâ, continúa. âNunca vivimos la experiencia de trabajar con un productor artÃstico, estarÃa bueno ver cómo es y cómo reaccionamos frente a eso. Nos divierte el trabajo de producción, a muchos músicos les parece un garrón. Y somos celosos de algunas cosas. Pero si se llegara a dar con alguno de esos productores de fantasÃa, les dirÃa: âSeee, hacé lo que quieras. Te creo todo lo que me digasââ.
La entrada en escena de El Mató a un PolicÃa Motorizado no sólo encendió la llama de la devoción de un público adolescente que empezaba a ir a recitales, sino que también le devolvió la fe en el género a muchos escépticos que recordaban con nostalgia creciente la ebullición de los 80 e incluso de los 90. Con el cambio de milenio, sus temas empezaron a sonar en vivo como himnos inyectados de una esperanza postapocalÃptica. Después de la crisis de 2001 y antes de la tragedia de Cromañón, el semillero del rock platense estaba lejos de su florecimiento actual. Santiago Barrionuevo se remonta a la etapa inmediatamente anterior a la formación del grupo, con esta pintura de su mundo privado a los 22 años: âYo habÃa dejado de tocar con mi última banda hacÃa dos años. Cada vez que trato de recordar situaciones de esa época, las imágenes que se me vienen a la cabeza son de noche. Muy dramático... Son recuerdos nocturnos y de invierno: lo peorâ.
âYo tenÃa una banda con Gato de los 107 Faunos, que se llamaba Benji Gregory, por el actor que hacÃa de nenito en Alf. Y el Chango era una figura de la que se hablaba, pero todavÃa no lo conocÃa, porque estaba en esos años perdidosâ, confirma Manuel. Chango es el apodo de Santiago, que completa: âMe acuerdo que después de ese perÃodo sin hacer nada, tenÃa ganas de tocar. Y me junté con Manu para reflotar Benji Gregoryâ. Hasta ese momento, Santiago no componÃa ni tampoco se ocupaba de las voces. âLas canciones las hacÃa yo, que además cantaba. El Chango tocaba el bajoâ, sigue Manuel. âUn dÃa cayó y dijo: âMirá, tengo una canciónâ. Creo que era âNuestro veranoâ o âGuitarra comunistaâ. Empecé a tocar y, con los primeros acordes, se me puso la piel de gallina. Y ahà pensé: âChe, ¿qué onda? Esto está muy buenoâ. O sea, tenÃa una banda que me gustaba, pero era un proyecto más de adolescente. Y de repente me di cuenta que podÃa estar bueno, pero postaâ.
El ingreso de Gustavo Monsalvo en guitarra y de Guillermo Ruiz DÃaz en baterÃa terminó de darle forma a una nueva formación, todavÃa sin nombre. Benji Gregory ya era cosa del pasado y, por un tiempo, el por entonces cuarteto pensó en llamarse â¿QuerÃas un milagro, John? Te presento al FBIâ, una frase de Duro de matar. Pero fue la lÃnea de otra pelÃcula, que Manuel vio al pasar en un televisor en el devenir de una fiesta animada, la que terminó de bautizarlos: âEl mató a un policÃa motorizadoâ, decÃa el subtÃtulo en letras blancas o amarillas. ¡Bingo! Un fanzine los invitó a formar parte de un compilado y por un segundo dudaron: âChe, nos vamos a llamar asÃ, ¿está bien?â. La decisión ya estaba tomada. âNos gustó y también nos excitó el nombre, habÃa una sensación rara. No lo vimos como un peligro âpolicialâ, pero nos preguntamos qué ondaâ, dice Santiago.
De La CofradÃa de la Flor Solar a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, la genealogÃa nominal del rock platense acababa de sumar un nuevo caso en su capÃtulo de extensiones fuera de norma.
A fines de 2003, ya estaban listos para debutar en el centro cultural ubicado en el edificio de la vieja Estación Provincial. Le siguió una fecha en un ciclo que se realizaba en el playón de la municipalidad platense. Y una tercera en Basquiat. âLa cantidad de gente que iba a ver recitales era mucho menor: lo que está pasando ahora en La Plata es muy loco. Hay bocha de público, que antes no habÃaâ, compara Manuel. âObvio que la situación estaba lejos del ideal, pero que vinieran tres personas que conocÃan a la banda y cantaban las canciones, ya era un triunfoâ, acota Santiago. Un año más tarde, tocaron por primera vez en la Ciudad de Buenos Aires, en el Salón Pueyrredón. âEra raro tocar en Capital, me acuerdo que nos llegaban noticias de que a los Nerdkids los iba a ver gente y nos parecÃa imposible. ¡Era como tocar en Nueva York!â, sigue Santiago. En 2005 organizaron una serie de fechas en el capitalino y algo empezó a cambiar. âUn dÃa estábamos tocando y de repente lo vimos a Sergio Pángaro con su saquito, bailando. Hicimos tres o cuatro . Y en cada uno habÃa más genteâ, cuenta Santiago.
âMe acuerdo de ver a la gente re excitada, haciendo pogo, haciendo quilombo. Tuve la sensación de que estaba pasando algoâ, describe Manuel. âFue muy loco. es un lugar chiquito y si alguien llega a ver un video con la filmación de esas noches, no es nada. Pero para nosotros, en ese momento, fue increÃbleâ, dice Santiago. En la era previa al estallido de las redes sociales, el boca a boca se extendió como un reguero de pólvora en la gran ciudad.
El indie porteño todavÃa parecÃa embriagado por cierta melancolÃa noventosa, cierta afectación british. Y los platenses parecÃan predestinados para sacudier el avispero con su épica de perdedores, sus modales barriales y sus melodÃas memorables. Igual, la conquista de la gran metrópoli fue gradual. Fue asà como el foco de atracción de sus recitales, la energÃa que detonaba con cada estribillo, se volvió más y más grande.
Autor de los afiches con los que anuncian cada una sus fechas desde el comienzo, Santiago contabiliza unos 580 en total. Y anticipa que, cuando llegue el número 666, habrá un festejo especial.
Tienen frescos en la memoria sus primeros recitales y también los de los coterráneos que les marcaron el rumbo, como Peligrosos Gorriones, CÃrculo de Medianoche, Ned Flanders y Embajada Boliviana. Hoy son ellos los referentes de las nuevas camadas, que en algunos casos se agrupan alrededor de su sello Laptra. ¿La ciudad cuadrada tiene su propia forma de entender el rock? âSiempre me gustó el juego de unir ciertas cosas para ver si habÃa una identidad musical platense. Y después me daba cuenta que tiraba lÃneas y afuera quedaban miles de bandas. Lo que sà noto es que en La Plata se mezcla todo, los diferentes ámbitos y las clases sociales, un poco más que en Capitalâ, apunta Santiago. Completa Manuel: âEn La Plata vivimos más relajados que los porteños. Allá por ahà es todo más urgente, hay como una especie de competencia: está todo un poquito más tenso, al menos. Y tal vez por eso se repiten un poco más los clichés del rock en Buenos Aires que acá o en Adrogué, donde también salen bandas muy buenas y tienen otro ritmo de vidaâ.
Más allá de la realidad superficial que muestran algunos medios, en el rock argento de los últimos diez años se produjo un recambio generacional que los tuvo entre sus principales abanderados. ¿Se sienten parte de la renovación del género? âSÃ, totalmenteâ, afirma Santiago. âYo estoy feliz de pertenecer a esta época y a esta camada de bandas, las que aparecieron junto a nosotros y las que lo hicieron en estos últimos años. Me gustan mucho los GoNeko!, Los Reyes del Falsete, Mujercitas Terror, 107 Faunos, Las Ligas Menores y Bestia Bebéâ, enumera. ¿Qué le aportaron a la escena? âCuando era chico, El Otro Yo era el precursor de la música alternativa. Pero después aparecÃan muchas bandas que eran como copias de eso. Ahora veo que las bandas nuevas no son copias de nada: tienen mucha personalidad y una estética original, lo que los une es más su compromiso con el arte que un estilo puntual. Tratan de mostrar sus ideas con sinceridad, sin miedo a fracasar en los niveles de aceptación. Y eso es lo que mantiene vivo a todoâ.
A la hora de referirse a las influencias del quinteto, es bastante común que se mencionen bandas indies, sofisticadas, extranjeras. Sin embargo, Manuel también puede hablar sin problemas de su iración por Jorge Serrano de los Auténticos Decadentes y Pity Alvarez de Viejas Locas e Intoxicados. âYo siempre fui muy fan de los Fabulosos Cadillacs, algo que heredé de mis hermanos mayoresâ, agrega Santiago, a su turno. âHay algo que me gustaba de los Cadillacs y es que tomaban sonidos que podÃan ser ajenos, que no eran parte de la tradición del rock nacional, para tratar de convertirlos en algo propio, como quizás también hacemos nosotros. Los Cadillacs lo hacÃan con mucha gracia y con mucha valentÃa. TenÃan su costado latino, pero mantenÃan en las letras el color local: no hablaban de un revolucionario panameño sino de un matador de los cien barrios porteños. Me parece genial eso del lenguaje pop, la posibilidad de apropiarse de cosas. Y la idea del disco conceptual, también, como hicieron en El León o Fabulosos Calaveraâ.
âLos Decadentes son muy populares, están siempre presentesâ, sigue. âMe acuerdo de la primera vez que escuché âLoco (tu forma de serâ, yo era chico y me pegó muy fuerte. De grande empecé a apreciar que no era solo música para bailar, sino que habÃa una profundidad ahÃ, algo que lo volvÃa más interesante todavÃa. Empecé a investigar y me volvà súper fan. Porque también toman cosas que son muy populares de la Argentina y las hacen propias, las transforman, las ponen en una canción y terminan siendo hitsâ, dice. ¿Existe un arte de la canción popular? âSÃ, obvio que existeâ, responde. âDesde que empecé a hacer melodÃas, empecé a destrabar prejuicios y a irar cosas que antes no me gustaban. El trabajo de otros géneros, otros músicos. Ver los dibujos melódicos que inventaron y pensar: âQué bueno lo que hizo este chabónâ. Manzanero, por ejemplo. Ya hace unos años que me volvà fanático de los boleros. En la música popular lo que importa en una primera escucha es la melodÃa principal. Si uno se abstrae de las formas y de los estilos, hay melodÃas que golpean directo: son los hitsâ.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.