Sale el sol en Buenos Aires. Una Buenos Aires que parece la misma de siempre pero es otra, más temible y tenebrosa, a pesar de la inminencia de la luz (al fin y al cabo, al astro rey le importan muy poco los designios y destinos de las criaturas y sociedades que se desperezan debajo de sus rayos). Francisco Sanctis ya está levantado y participa del ritual matutino antes de llevar a los chicos a la escuela e ir al trabajo. â¿A qué hora tenés que estar?â. âVamos que llegamos tardeâ. Frases eternas, de todos los dÃas, aunque afuera las cosas no estén como de costumbre, como solÃan ser. El plano inmóvil enmarca una cocina como cualquier otra, los chicos en la mesa, los padres atareados para poder salir y llegar a tiempo; la ropa, algunos materiales del mobiliario, el cigarrillo que se fuma bajo techo a esa hora de la mañana indican sutilmente otra era. El año podrÃa ser cualquiera entre fines de los 70 y comienzos de los 80, pero esa mañana de 1977 no será como cualquier otra mañana. Alguien que regresa del pasado âuna vieja amistad, ex compañera de utopÃas, ahora esposa de un militarâ le pedirá a Sanctis un recado: según pudo oÃr de pasada, dos personas serán âchupadasâ al dÃa siguiente y, por favor, él es el único que puede evitar su secuestro, tortura y posible muerte. ¿Hacer o no hacer? ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo? âY ocurrió/ que casi al terminar el cigarrillo/ el hombre se golpeó la frente/ dijo carajo/que es el equivalente nacional de eureka/ y se detuvoâ, escribe Humberto Costantini en sus Cuestiones con la vida: AntologÃa poética. Pero el âcarajoâ que podrÃa gritar o murmurar o apenas imaginar Sanctis es de otra Ãndole, más parecido a un âmierdaâ que a un grito de iluminación. Costantini publicó la novela en la cual se basa libremente el film de Andrea Testa y Francisco Márquez en 1984, en los bordes mismos de la democracia. En ese texto, la voz interior de Francisco Sanctis acompaña las peripecias de ese dÃa y su correspondiente noche, al tiempo que toma decisiones que podrÃan o no cambiar su vida para siempre. Sin juzgarlo (como tampoco lo hace la pelÃcula), el autor retrata a su personaje y pinta una sociedad donde el miedo es dominio y rey. El libro, algo olvidado, merecerÃa una reedición urgente; la pelÃcula se estrena en la Argentina el próximo jueves 10 de noviembre, luego de su paso por el Bafici âdonde ganó el premio principal de su Competencia Internacionalâ y la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes. 12ag
La adaptación de esa primera persona Ãntima a un formato audiovisual no debe haber sido tarea fácil, aunque los realizadores afirman implÃcitamente que lo más importante era serle fiel a la esencia de la novela, no a los rasgos de estilo literarios. âLo que más nos interesaba del libro era el hecho de que abordaba el tema de la dictadura desde un lugar no sólo original sino de mucha actualidadâ, afirma Márquez. âEl personaje se debate entre la posibilidad de intervenir en la realidad o no, de asumirse como sujeto polÃtico o no, y eso es algo que nos interpela. Son preguntas que nos atraviesan y nos generan inquietudes, contradicciones y angustias. Los inconvenientes de la adaptación existieron: en la novela leemos todo el tiempo su pensamiento y en el cine lo interesante era encontrar la forma de reflejar esa subjetividad en la pantallaâ. La solución encontrada por la dupla funciona a la perfección: La larga noche de Francisco Sanctis hace del fuera de campo uno de los pilares fundamentales de la narración. No se ven por aquà hombres con traje militar y fusiles colgados del hombro y los temidos Ford Falcon color verde no circulan por las calles. Sin embargo, su presencia es recreada precisamente a partir de la ausencia. No es tanto una paradoja como una de las más potentes herramientas de la narración cinematográfica: lo que no se ve, pero se intuye, deja una marca tan profunda como aquello otro que se revela nÃtidamente ante los ojos y los oÃdos del espectador. Los planos apretados sobre el rostro del protagonista, los recortes de la ciudad apenas iluminada, los marcos visuales que impiden tener una idea cabal de la totalidad acompañan ese derrotero personal y nocturno, ya sea caminando por calles desiertas o en un taxi que circula por los márgenes; retazos de una ciudad temerosa, bañada en la misma sensación de temor creciente que comienza a tomar posesión de Francisco a medida que se acerca al final de su misión. âNo vivimos esa época y no querÃamos hacer una copia fiel del momento, sino poner en pantalla una interpretación de lo que era vivir en un contexto de mucha opresión, de asfixiaâ, detalla Testa. âEl cine ha producido muchas imágenes que forman parte de un imaginario colectivo al respecto; nuestro trabajo fue de substracción, de evitar una cierta iconografÃa que creemos que ya no conmueve. Allà comenzó un trabajo que también está ligado a la historia: lo que no se dice, se guarda, o se dice de otra manera. La idea era que el terror estuviera siempre fuera de campo, pero dentro del personajeâ.
Francisco Sanctis, empleado en una empresa de venta mayorista que ese mismo dÃa recibe por enésima vez una rotunda negativa a sus ansias de ascenso, está interpretado con prestancia minimalista por Diego Velázquez, cuya gestualidad reprimida no logra ocultar el nerviosismo creciente. El film lo presenta en un marco familiarmente costumbrista âese gran universo que el cine argentino ha abrazado hasta el apretujamientoâ para desplazarlo progresivamente desde ese ámbito cómodo hacia zonas mucho menos exploradas en el cine de ficción con temática o contexto histórico similar. Y allà surge el suspenso, que el film elabora a partir de los estrictos márgenes espaciales y temporales que rodean al personaje. âEn la novela hay escenas que transcurren en el pasado, pero nos parecÃa que en la pelÃcula eso no iba a funcionarâ, explica Márquez. âFue muy consciente la decisión de concentrarse en esa única noche, porque sabÃamos que el tiempo era muy importante en la narración, casi lo esencial. Y ahà la idea de suspenso es también la de la suspensión del tiempo, como si los tiempos fueran de otro plano, como si transcurrieran de otra maneraâ. Agrega Testa: âY hay como una suspensión de la respiración en Velázquez, algo que no afloja, de inhalar constante, que es parte de su propuesta como actor para el personaje. FÃsicamente se trabajó mucho ese aspecto, más allá de la dramaturgia del guiónâ. El sol cayó sobre el horizonte de Buenos Aires hace rato y Francisco Sanctis está a punto de tomar una decisión personal que puede tener incidencia sobre otras personas, sobre otra parte de la sociedad que él mismo integra. Una manera de âampliar la discusión sobre esa época, pero también discutir el presente. De ninguna manera querÃamos juzgar a esa mayorÃa silenciosa pero sà ponerla en escena y complejizarlaâ.
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