La voz es la misma que aún hace que, pese a los veinte años que se cumplen este mes desde la muerte de su dueño, cada vez que muchos argentinos escuchan hablar en castellano con un fuerte acento italiano crean que están hablando con Luca Prodan. âHermanos, hermana, yo estoy acá, ustedes están allá... ¿Estamos todos bien?â, se le escucha decir al lÃder de Sumo, pero hablando mitad en inglés, mitad en italiano. l72g
Apenas ha comenzado el documental Luca, y un grabador enorme domina el centro de la escena, en la que también se puede ver un cuarto algo desprolijo y vacÃo, salvo por un ocasional gato que pase por ahÃ, o alguna paloma. âYo estoy sentado en esta pequeña habitación, no tengo compañÃa esta noche. Asà que voy a llenar mi vaso y les voy a contar algo de mi vidaâ, dice esa voz que supo ser capturada por aquel enorme grabador, al que es imposible no descubrir en cada una de las fotos de época. ¿Qué época? Comienzos de los â80. ¿Lugar? El hogar de la familia McKern en el Valle de Traslasierra, provincia de Córdoba. AhÃ, en la casa de Timmy, un viejo compañero de escuela que encontró su edén del otro lado del mundo, buscó refugio Luca cuando su vida rebelde y trashumante habÃa llegado a un lÃmite en Europa. Y ahà fue donde comenzó a tomar forma la leyenda de Luca Prodan, el tano que al frente de un grupo llamado Sumo hizo entrar al rock local casi de prepo en la nueva década. Pero esta pelÃcula recién comienza, y la voz de Luca apenas si se está presentando, recuperada para el documental desde los cassettes que, a modo de carta, Luca enviaba regularmente a su familia y amigos, tanto en Italia como en Gran Bretaña. Es el gran hallazgo del tan demorado film de Rodrigo Espina, que desde que conoció a Luca empezó a filmarlo, y desde su muerte ha cargado con un sueño del que cree que Luca fue consciente antes que él: hacer de su vida una pelÃcula. Lo ha logrado poniendo en el centro de la escena la voz de aquellas cartas-cassette que Luca grabó sentado a medianoche, en aquel enorme grabador que aparece en la pelÃcula. Desde allÃ, desde la noche de un solitario cuarto en medio de la nada, es que se cuenta su historia en un documental fascinante, cuyo gran logro es reconstruir al personaje antes que al mito.
âLos exteriores de esas tomas los grabamos, obvio, en la casa de Timmy McKern, el lugar donde se refugió Lucaâ, cuenta Espina. âPero el interior lo reprodujimos en un estudio de Parque Patricios. El dÃa de grabación fue algo mágico. Estábamos con Andrea, el hermano de Luca. Cuando dijimos acción y empezó a escucharse de fondo la voz de Luca, se nos pusieron los pelos de punta.â
âRodri... ¡gou!â Asà es como recuerda Rodrigo Espina que lo llamaba Luca, cambiando la última sÃlaba del nombre por un âvamosâ en inglés, empujándolo a actuar, lanzándolo al mundo. Como cuando lo conoció Rodrigo tenÃa una empresa de casting para publicidad, algo que por entonces nadie hacÃa en el incipiente mercado local, tenÃa siempre disponible una cámara con la que empezó a filmarlo cada vez que tocaba Sumo. âYo digo que Luca pensó en la pelÃcula antes que yo porque mientras yo lo filmaba con la inconciencia del fan, él siempre era consciente de que estaba en cámara, y actuaba en consecuenciaâ, cuenta Espina. Algo que se puede ver, por ejemplo, en las tomas del backstage de la presentación del disco Llegando los monos en Obras, un valioso tesoro que es otra de las columnas vertebrales del documental, al menos en el aspecto visual.
Lo primero que Luca y Rodrigo hicieron juntos, en realidad, fue El dÃa que estallaron las lámparas de gas. Luca fue uno de los protagonistas de ese cortometraje que se exhibió unos meses en el Parakultural, hasta que una noche cayó la policÃa y en medio del desbarajuste alguien volcó cerveza sobre el master y fue. âUsábamos el master para proyectar... ¡Estábamos locos!â, se escandaliza hoy Espina, que confiesa que debió reconstruirlo a partir de las tomas originales, y eso es lo que existe hasta el dÃa de hoy.
Cuando Luca ya vivÃa en San Telmo, la productora de Rodrigo le servÃa de posta en su habitual caminata hacia el Abasto. Pasaba por ahà casi diariamente, y luego seguÃa ese camino que terminó llevándolo casi directamente al mito. Al dÃa siguiente de la muerte de Luca, Rodrigo recuerda que lo primero que hizo con el material que habÃa acumulado fue mostrárselo a su hermano Andrea, al que acababa de conocer. Compartieron dos horas en silencio, mirando imágenes sin sonido de los shows en vivo de Sumo. âAún me acuerdo de la imagen de Andrea despidiéndose, yéndose caminando solo por la calle Montevideo.â El primer proyecto de hacer una pelÃcula sobre Luca apareció al año siguiente, y Espina fue convocado. âPero yo estaba reticenteâ, recuerda. Hubo algunas charlas con Timmy McKern y los ex Sumo, pero nunca se llegó siquiera a armar un guión. Claro que el mundo post-Tango Feroz puso a mucha gente tras la pista de una pelÃcula de Luca. âMe acuerdo del dÃa en que Jorge Crespo, el ex manager de Sumo, me dijo que Eliseo Subiela estaba interesado.â Contra semejantes opciones, Espina comenzó un segundo proyecto, que murió en Sadaic, porque no pudieron conseguir los derechos para usar la música del grupo. Algo que no detuvo a Jorge Coscia, por ejemplo, que realizó su propio Luca, una pelÃcula de ficción basada en un guión de Carlos Polimeni. DifÃcil poder llevar a la pantalla algo de lo que significó Luca cuando en vez de su tema âHeroÃnaâ sólo se puede usar el jingle de Wellapon. ¡Y se lo usa, nomás! A pesar de que un fiasco semejante podÃa haber puesto el clavo final en el cajón de una posible pelÃcula de Luca, Espina no se dio por vencido. Siguió soñando con su largo, aunque empezó a darse cuenta de que el material que tenÃa grabado lo empujaba hacia el documental. Firmó un contrato con la familia de Luca y viajó a Europa a entrevistar a quienes habÃan conocido al pelado antes de que se pelase. Pero algo no lo convencÃa: para él, Luca era âespectáculo, imágenes, músicaâ. No podÃa dejar de pensar en The Wall, se ilusionaba con 24 Hour Party People. La pelÃcula lo obsesionaba. Por eso fue que dos años atrás tomó la decisión: âLa pelÃcula de Luca se iba a la mierdaâ. Incluso pensó en filmarse quemando todo su archivo, todo el material registrado hasta entonces. Pero lo salvó un llamado de Marcelo Schapces, convocándolo para un documental. ¿De quién? De Luca, por supuesto. Reconciliado con su ex socio AnÃbal Esmoris y con el apoyo de Baraka, la productora de Schapces, Espina encontró las cartas-cassette, grabó entrevistas y volvió a viajar a Europa. La realidad se demostraba más fuerte que cualquier ficción, y entonces fueron en su búsqueda. La pelÃcula finalmente iba tomando forma.
La forma definitiva de Luca, la pelÃcula de Rodrigo Espina âque se estrena el próximo jueves en el Roxy como si fuese un concierto de rock, fuera del circuito tradicional de cineâ, es la de un documental. Con la voz de Luca como eje, parte del momento en que buscó refugio en Traslasierra y viaja tanto hacia atrás como hacia adelante en el tiempo. Esa segunda parte cuenta la historia de cómo esa huida hacia adelante, que para Luca fue abandonar Europa, se transformó primero en Sumo y luego en mito. Pero es la primera la que importa, porque el Luca de Espina busca descubrir quién era Prodan antes de venir a la Argentina. Escapando del lugar común de cantar la balada del tano que mejor retrató a los argentinos, Espina busca a ese personaje que vivió más de dos décadas antes de recalar en Córdoba. Y vaya si lo encuentra. Además de su propia voz de medianoche, cuentan su historia todos los que lo conocieron: su madre y su familia, obvio. Pero también sus compañeros en el estricto colegio escocés donde se comenzó a forjar su carácter rebelde y también trágico, y sus amigos italianos, con los que vivió sus ritos de iniciación y con los que se fue internando en el mundo de la heroÃna.
Como si nunca hubiésemos salido de ese cuartito perdido en la medianoche cordobesa, desfilan las voces y también las canciones que Luca canta acompañado por su guitarra. Con la música oficial de Sumo prohibida porque no terminó de conseguir los permisos de algunos de los ex integrantes del grupo, principalmente Ricardo Mollo y Diego Arnedo (que terminaron literalmente borrados de la historia, y hasta parece que Tito Fargo âque aparece tocando en un par de tomasâ fuese el guitarrista del grupo), semejante limitación le dio a la pelÃcula otro vuelo, le permite una intimidad que se agradece. âPara mÃ, no haber podido usar una canción como âHeroinâ, tan vinculada a la vida de Luca, es otra espina que voy a llevar toda la vida, junto a mi apellidoâ, se queja Rodrigo, sin perder el humor. Pero su pelÃcula encuentra otra vida con ese lÃmite. Al punto de que las apariciones del âespectáculoâ, esas presencias de Luca cantando en vivo, lejos de encarnar el espÃritu de un show de rock son lo más fantasmal de una pelÃcula emotiva, humana y terrenal, que merecerÃa un estreno formal, aunque más no sea para poder ir hundiéndose en la butaca cada vez más, mientras Luca Prodan aparece por primera vez completo, más acá del mito, más allá de una dolorosa ausencia que ya cumple dos décadas.
Luca se estrena este jueves a las 21 en The Roxy Club, Alvarez Thomas y Federico Lacroze. Repite el miércoles 12, jueves 13 y domingo 16. En La Plata se exhibe diariamente desde el jueves a las 20 en el Espacio INCAA KM 60, Pasaje dardo Rocha, Calle 50 entre 6 y 7.
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