Tal como escribió alguien por ahÃ, Antonio Vega estaba primero entre los grandes sobrevivientes de la movida madrileña, y desde el martes pasado es su última vÃctima. Prácticamente un desconocido de este lado del Atlántico, Vega fue el lÃder de Nacha Pop, grupo con el que grabó âChica de ayerâ, el primer himno inmortal de aquella época. Según recordó Jesús Miguel Marcos en el diario madrileño Público, los Nacha Pop formaban parte, junto a Los Secretos, de los âbabososâ del lote. âEran los pijos, los comerciales, los que sabÃan tocarâ, explica. Del otro lado estaban las âhornadasâ, integrado por los Pegamoides, Derribos Arias o Siniestro Total: transgresores, independientes y amateurs. âAquello era más ficticio que otra cosaâ, explicó el martes Julián Hernández, vocalista de Siniestro. âAl final de todo, somos todos colegas.â A fin de cuentas, tanto uno como otro bando tuvieron sus vÃctimas de los excesos de la época, y el tardÃo deceso de Vega fue el último de aquella larga lista. Eran tan legendarias las recurrentes historias sobre su estado de salud, rodeadas de un halo de malditismo, que hace ya quince años se supo editar un álbum homenaje, titulado Ese chico triste y solitario (1993), del que participaron Alaska, Gabinete Caligari o Ketama, entre otros. âEn aquel momento yo no me encontraba demasiado bien, y alguien se empeñó en un homenaje que sonaba a póstumoâ, recordó Vega aquel disco en febrero de este año, antes de un show en el Teatro Victoria, de Donostia. Y agregaba, tristemente premonitorio: âNo recuerdo haber tenido nunca la sensación de dejar este mundo, de estar a punto de irmeâ. 3d3ro
Alguna vez alguien intentó explicar el lugar de Vega dentro del pop español ante un rocker argentino, poniéndolo en el lugar de un Spinetta. Luego de escuchar su música, claro está, la comparación aparece claramente equÃvoca. Después de todo, si con Nacha Pop los temas de Antonio sonaban cercanos al sonido y letras de Costello o Graham Parker, su errática carrera solista lo acercó más al estilo de los grandes cantantes ses de tradición rockera, como el recientemente fallecido Alain Bashung. Pero lo que tal vez haya atizado aquella comparación era el hecho de que Vega fue, como se puede leer en el diario El Mundo, quien âen plena eclosión de optimismo, mostraba el lado taciturno de la fiestaâ. âLe debemos la melancolÃaâ, escribió Fernando Navarro en El PaÃs. Escuchando su música desde aquà ây este aquà no sólo es geográfico, sino también temporalâtampoco es para tanto, pero para una generación española tan poco acostumbrada a mostrar sus sentimientos, la sinceridad de Antonio Vega terminaba siendo, cuando menos, anticlimática. âFue el precedente del cantautor eléctrico, que ha cuajado luego en otros músicos como Quique González o Nacho Vegasâ, intentó explicar Sabino Méndez, uno de los protagonistas de los ochenta en España. Sin embargo, lejos de cultivar su imagen maldita, Vega siempre intentó escapar de ella. A pesar de que para su último disco â3000 noches con Marga (2005), dedicado a la muerte de Marga del RÃo, su parejaâ tenÃa grandes razones para la autoindulgencia, es un trabajo de una luminosidad irable, coronado por una canción memorable como âPasa el otoño en Madridâ.
Su muerte a los 51 años, que llegó una semana después de una internación por una aparente neumonÃa que terminó siendo un avanzado cáncer de pulmón, fue despedida por telegramas oficiales, tanto del presidente español, José Luis RodrÃguez Zapatero (âSerá recordado siempre por la sensibilidad de sus canciones, en las que todos hemos encontrado alguna vez el destello de lo bello y de lo tristeâ, escribió), como del lÃder de la oposición, Mariano Rajoy. Nada más lejos de lo sucedido con la de protagonistas de los ochenta de este lado del charco como Miguel Abuelo, Federico Moura o Luca Prodan. Aunque aquellas fueron muertes demasiado cercanas, aún sin tiempo para que germine la nostalgia, que todo celebra, banaliza e iguala; pero al menos ofrece su merecido homenaje. âMe desayuno hoy con esta noticia, que no me sorprende pero me entristeceâ, escribió en su web Andrés Calamaro, que supo compartir sello y giras con Vega, y que tal vez sea el artista argentino que más conoce su música y su leyenda. âAntonio llevó su sensibilidad, y su vÃnculo hipotecario con las necesidades que él mismo eligió, hasta el final de sus dÃas. Sensible guitarrista y cantante susurrante, adiós amigo.â
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