âHabÃa una vez cuatro humildes jóvenes de provincias que se conocieron, formaron una banda y, juntos, compusieron una música maravillosa con la que conquistaron al mundo todo y vivieron felices por un tiempo y comieron muchas perdices y...â 3b4l5s
No nos cansamos de oÃr ây de leerâ la leyenda de Los Beatles porque, con apenas medio siglo girando en su cielo con diamantes, ya tiene la textura y el poderÃo de los mejores cuentos de hadas o, mejor dicho, de hechiceros. No es casual que uno de sus proyectos truncos haya sido protagonizar en el cine El señor de los anillos âLennon como Gollum, McCartney como Frodo, Harrison como Gandalf y Starr como Samâ; y tampoco es blasfemia aquella bomba que en su momento arrojó el Beatle John: quizás Los Beatles no sean más grandes que Cristo pero, seguro, la trama de sus dÃas y de sus noches es tan buena o mejor, narrativa y dramáticamente hablando, que la del Hijo de Dios.
Y, seguro, suena mucho mejor.
I READ THE BOOKS...
De ahà que no dejen de aparecer libros sobre sus vidas y sus vueltas. Y un rápido paseo por mi biblioteca me descubre que yo ya estuve aquÃ, allá y en todas partes muchas veces y âtodo pareceâ volveré a estarlo muchas más. Por lo pronto, ya he vuelto a viajar a Pepperland y alrededores de la mano de la recién aparecida John Lennon de Philip Norman (Anagrama), excusa y coartada para estas lÃneas. Y estas más de ochocientas páginas se unen en mis estantes a la primera y autorizada y tan higiénica de Hunter Davies de 1968, a las memorias de quienes estuvieron allà y vivieron para contarlo y cantarlo (los nostálgicos John, Paul, George, Ringo and Me de Tony Barrow y Magical Mistery Tours: My Life with The Beatles de Tony Bramwell, Ticket to Ride: Inside The Beatles. 1964 and 1965 Tours That Changed the World de Larry Kane, las melancólicas memoirs de Brian Epstein en A Cellarful of Noise (en realidad redactadas por Derek Taylor), los apuntes sónicos del hombre de confianza de George Martin en Here, There and Everywhere de Geoff Emmerick, la crónica de la debacle Apple en The Longest Cocktail Party de Richard DiLello y en The Love You Make: An Insiderâs History of The Beatles de Peter Brown), la recopilación de recortes en los indispensables dos volúmenes de The Beatles Diaries editados por Barry Miles, el insuperable ensayo/estudio Revolution in the Head: The Beatlesâ Records and the Sixties de Ian MacDonald y, por supuesto, el Shout!: The Beatles in Their Generation de Philip Norman, que tanto su autor como la editorial no dudan en definir como âla biografÃa definitivaâ de los Fab Four. Reclamo discutible porque âdesde su aparición en 1981â fueron muchos los hitos biográficos sobre el cuarteto incluyendo la versión personal de los por entonces tres sobrevivientes con una ayudita del amigo fantasma (el lujoso coffee-table book parte del proyecto The Beatles Anthology, editado en el 2000) y la monumental The Beatles: The Biography de Bob Spitz, en el 2005. Y esto es sólo la punta del iceberg: tipear la palabra Beatles en la sección Books del site de la librerÃa virtual Amazon.com nos ofrece unas 45.888 entradas.
De tipearse Lennon, el resultado será el de 32.831 ofertas frente a las 24.192 que aporta McCartney. Los motivos para la diferencia entre uno y otro âmás allá de simpatÃas y estéticasâ tienen una explicación clara. Hoy Paul lleva una plácida y millonaria vida, sacando álbumes que a pocos interesan, facturando a lo grande en giras con perfume retro y su otoño es apenas sacudido por un divorcio de tabloide. La saga de John, en cambio, está cerrada y es redonda como el mejor de los discos. Imposible superar a un mártir que, para colmo, fue asesinado por un fan y, antes de eso, consiguió imponer el perfil de genio atormentado, rebelde contestatario y enamorado contra todos, ladrando y mordiendo a la mano que le daba de comer y que no era otra que la de Los Beatles. AsÃ, claro, hay más biografÃas sobre Lennon que sobre McCartney y Harrison y Starr juntos.
Y, come together, sÃganme que les muestro lo que tengo en casa: la primera vida completa un tanto hagiográfica del editor en jefe de la revista Melody Maker Ray Coleman (John Lennon), la virulenta y apasionante y repudiada y subjetiva pero imposible de dejar de leer destrucción del Ãdolo a cargo del dinamitero loco Albert Goldman (The Lives of John Lennon), los recuerdos emocionados de ex mujeres (John de Cynthia Lennon y Loving John de May Pang), las indiscreciones de aquellos que lo acompañaron en sus años perdidos y espiaron sus reveladores y psicóticos journals (Dakota Days de John Green, Nowhere Man: The Final Days of John Lennon de Robert Rosen y The Last Days of John Lennon: A Personal Memoir), la recopilación de los archivos de la revista Rolling Stone (The Ballad of John and Yoko) y, ahora, Philip Norman y su necesidad de ser quien apaga la luz, cierra la puerta y después de mà el diluvio.
I WANT YOU (HEâS SO HEAVY)
Y lo del principio: ¿por qué volver a leer algo que podemos silbar de memoria? Sencillo: por la misma razón por la que a muchos les gusta cambiar un automóvil que funciona a la perfección. Tener el último modelo. Sentirnos parte de la nueva âpero nunca últimaâ remezcla y remasterización del Master. Y âa falta de una autobiografÃa como lo fueron en Many Years From Now de McCartney junto a Barry Miles y el My Me Mine de George Harrison; lo más parecido que tuvo John fue la rabiosa y reveladora y resentida y legendaria entrevista que le hizo Jan Wenner publicada como Lennon Re a principios de los â70â el John Lennon de Philip Norman se presenta como un artefacto práctico, de prosa correcta, bien documentado. No tiene el morbo que tenÃa el de Albert Goldman (lo siento, pero cómo olvidar esos tramos fascinantes en los que el Lennon de mediados de los años â70 deambulaba como una cruza de Howard Hughes yonqui y zombie esclavizado por la esotérica Yoko por las habitaciones blancas de su piso en Manhattan) pero sà funciona como una puesta al dÃa mientras reincide en ciertas actitudes y creencias a las que ya podrÃamos definir como normanianas.
A saber: John era un genio (âel 80 por ciento de Los Beatlesâ), Paul era apenas un discÃpulo aplicado, George y Ringo eran un par de afortunados idiotas savant que pasaban por ahÃ, y Philip Norman es el biógrafo âdefinitivoâ. Alguien que âa la hora de pasarse a la competenciaâ no vacila en titular lo suyo como, no es chiste, The Stones: The Acclaimed Biography. Nada que ya no hubiésemos âaprendidoâ en el su entonces novedoso Shout! (de 1981 y publicado en español como ¡Gritad!). Rewind y record y play: la infancia difÃcil, la ausencia del padre, la muerte de la madre y, de pronto, un amiguito al que también le gusta la música. Ya saben cómo sigue y cómo el pequeño se convierte en un enorme y conflictivo conflictuado en guerra contra el mundo. AquÃ, otra vez, los otros tres son actores de reparto con mayor o menor participación en el final cut, y lo mejor de todo acaso sea el tramo que Norman dedica al anfetamÃnico aprendizaje de los muchachos en Liverpool y Hamburgo y al análisis de su triunfo working class en el marco del colapso del imperio británico. El resto es sonido y furia: los sollozos de Brian Epstein, los alaridos de millones de chicas en celo, los chillidos de Yoko Ono, las discusiones a los gritos de cuatro tipos que habiéndolo inventado todo en el pop se disponen a inventar el concepto de separarse y, una noche de diciembre de 1980, la suave voz de un tal Mark David Chapman diciendo âHey, Mr. Lennonâ y disparando a quemarropa para que, para siempre, la felicidad deje ser un revólver tibio y se convierta en la tristeza de todos quienes acompañaron a Mr. Lennon, de cerca o de lejos pero siempre a su lado, a través del universo. Norman âa quien curiosamente no parece importarle demasiado la música en toda la ecuación e incluso insinúa que el postrero y más bien insatisfactorio Double Fantasy está a la altura de lo que Lennon hizo en Los Beatles y que âsu espÃritu era más Matisse que Picassoââ cierra la tapa con una frase inspirada: âDurante varios dÃas, arriba, en el apartamento 72, cada vez que se abrÃa la puerta de la cocina, tres gatos salÃan dando saltos para recibirleâ.
Lo que sigue es la coda de un revelador recuerdo adulto del por entonces pequeño Sean Lennon, donde se hace manifiesta la pesada carga de ser hijo de leyenda, la necesidad de buscar el sol más allá de esa sombra, y la imposibilidad de conseguirlo ya evidente en un desconocimiento fanatizado: âDecÃa que Bob Dylan le habÃa enseñado a escribir en primera persona sobre su vida real, pero Dylan nunca escribió una canción que revelase sus emociones de ese modoâ.
Y, después, una nota de agradecimiento donde se nos revela que a Yoko Ono âquien en principio bendijo la empresaâ no le gustó el resultado final tal vez debido a la inocua ânovedadâ que presenta el biógrafo: eso de que John tuvo fantasÃas sexuales con Paul o algo asÃ. Dice Norman allÃ: âMe quedé pasmado... Alegaba que yo habÃa sido âmezquino con Johnââ.
Está claro que nada conformará nunca a Ono (quien acaba de firmar contrato para hacer memoir y contar su lado del THE END beatle; y a prepararse porque basta verla refunfuñar en el documental sobre la puesta en escena del musical beatle Love a cargo del empalagoso Cirque du Soleil para temblar ante lo que se puede venir) y que, por extensión, pero por diferentes motivos, nada nos conformará del todo a nosotros. Aun asÃ, continuamos oyendo discografÃas completas que ya completamos tantas veces, viendo pésimas biopics y sonrojantes reinterpretaciones como Across the Universe y, por supuesto, comprando libros para asà pedirles a nuestros hermanos o padres o ya abuelos espirituales que nos vuelvan a contar cómo fue la noche de aquel duro dÃa, cómo Sgt. Pepper le enseñó a tocar a la banda y cómo, al final, el amor que tomas es igual al amor que haces. Ese amor que es todo lo que necesitas pero que nunca alcanza ni es suficiente y que el dinero no puede comprar. En lo que a Los Beatles se refiere âquiero más, quiero másâ siempre seremos niños, unos niños insaciables.
Asà que hasta la próxima cuando, all together now, muchos dÃas en su vida, de nuevo, itâll be just like starting over.
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