La pupila sin párpados del láser se posa sobre los surcos digitalizados âsobre la secuencia de los 0 y los 1â y escuchamos eso de âEn diciembre, bebiendo horchata / Yo luciré tan psicótico en una balaclavaâ. Y enseguida nos preguntamos dónde oÃmos esa voz antes. Y, de pronto, ese estallido de guitarras africanas y, sÃ, la fusión delicada a la vez que exótica de cierto fraseo vocal con cierto sincopado punteo de guitarra eléctrica. 1u6x3e
Y la respuesta es Graceland, la respuesta es Paul Simon.
Pero no. Ni lo uno ni el otro. Lo que estamos escuchando ây disfrutandoâ es âHorchataâ: primer track de Contra, segundo trabajo de Vampire Weekend.
Y Vampire Weekend es una banda de New York que, por estos dÃas, es algo asà como el sabor de moda. En realidad âno es poco méritoâ Vampire Weekend lo viene siendo desde principios del 2008. Cuando lanzaron su muy celebrado debut âsimplemente titulado Vampire Weekend, ensayado rápido, grabado más rápido todavÃa, autogestionado sin buscar los consuelos y las consolas de un productor de modaâ y se convirtieron en el primer grupo en toda la historia de la revista Spin en engalanar su portada antes de llegar a las disquerÃas. De ahà a dejar de tocar ânada más que para amigosâ y a darse una vuelta por todos los late-shows de la televisión USA, colocar una de sus canciones en la cuarta posición entre las 100 mejores de ese año de Rolling Stone, vender mucho en UK con sus reminiscencias de ska-londinense, agotar localidades de conciertos fuera del circuito indie y dentro del mapa de los teatros bien grandes, ser entrevistados por The New York Times, triunfar en el festival de Glastonbury donde pusieron a bailar a 40.000 personas y ânada es perfectoâ ser definidos por alguien como âla banda más blanca de estos tiemposâ. Por el camino, justo mientras escribo esto, Vampire Weekend y Contra alcanzan el primer puesto de ventas en Estados Unidos. Una de las contadas doce veces en que âsegún la empresa SoundScamâ un lanzamiento independiente llega, desde 1991, a lo más alto. Lo que tiene su, sÃ, contra...
La danza de los vampiros
...Porque, claro, hay gente a la que Vampire Weekend no le cae nada bien. No soportan que estos cuatro chicos correctos y prolijos (los muy jóvenes Ezra Koening, Rostam Batmanglinj, Chris Baio y Christopher Thompson) flirteen musicalmente con la negritud con cierto aire de turistas-de-luxe, que se hayan conocido cuando eran aplicados alumnos en Columbia, que hayan pactado jamás fotografiarse con camisetas (siempre con camisas) y que declaren que âtratamos de ir siempre duchadosâ. Otros los acusan de, además, vampirizar lo que antes hicieron el primer The Police en el frenético e inaugural Outlandos dâAmour, el David Byrne intermedio (con Johnny Marr en Naked), el Belle and Sebastian de siempre, el ya mencionado y anteúltimo Paul Simon que en realidad fue el que empezó con todo esto ya circa âWhy Donât You Write Meâ y âMe and Julio Down by the Schoolyardâ y âMother and Child Reuniónâ, y el percusivo y ululante Peter Gabriel de hace tanto tiempo.
Ahora, World Beat revisitado para la Era de Obama y letras sofisticadas y occidentales sobre saltarines aires afro-caribeños (âUpper West Side Sowetoâ, según su propia definición) en ocasiones interrumpidos (también se han declarado fans confesos de Vivaldi) por ráfagas de cuerdas clásicas y (verlo en el reciente videoclip de âCousinsâ) un cierto desenfreno histérico y avant-garde cercano a las poses espasmódicas de They Might Be Giants. Pero agregando, claro, una pizca personal y original que los convierte en algo asà como en el perfecto soundtrack para un hipotético próximo film de Whit âMetropolitanâ Stillman: canciones para preppies o pijos o conchetos o como vayan a llamarse los de esa selecta tribu el próximo semestre y quienes, en el medio de la noche, se despiertan con ganas de irse de fiesta con Patrick American Psycho Bateman.
AsÃ, Vampire Weekend â34 minutos, 18 segundos de duraciónâ traÃa en su portada los techos encandelabrados de una casa tomada por los hijos aprovechando que papi y mami estaban en el chalet de Marthaâs Vineyard. Y los tÃtulos y las estrofas de las canciones lo decÃan todo con cierto espasmo de cabezas parlantes: âMansard Roofâ (con ese verso donde se oye que âLos argentinos se vinieron abajo derrotadosâ), âOxford Comaâ (¿A quién carajo le importa una coma de Oxford? / Yo también he visto esos dramas / Y son crueles / Asà que si hay otro modo / De deletrear la palabra / Por mà está perfecto, por mÃ), âCape Cod Kwassa Kwassaâ (âCuando eras joven / Louis Vuitton / Con tu madre / En un prado de arena... / ¿Te levantarás a ver el amanecer / Con los colores de Benetton? / ¿Está tendida tu cama? / ¿Te sacaste el sweater? / ¿QuerrÃas? ¿Cómo sé que te gustarÃa?... Esto se siente tan poco natural / También Peter Gabrielâ), âCampusâ (âEntonces te veo / Caminas cruzando el campus / Cruel profesor / Estudiando novelasâ), âOne (Blakeâs Got a New Face)â (âEl desayuno inglés / Sabe a Darjeeling / Oh tus pesares de college te han dejado tan desañiñado con tu buzo / ¡Horror absoluto!). Himnos Ãntimos de la tierra de gracia de los niños ricos sin demasiada tristeza. Canciones polaroid, lÃneas-diapo, estribillos telegrama y Vampire Weekend podrÃan haberse llamado The Dick Divers o algo asÃ. Pero no: optaron por el tÃtulo de una home-movie draculina que filmaron durante un sábado y un domingo en Cape Cod. Los cuatro âaumentados por un puñado de músicos en el estudioâ son vampiros en fin de semana y, lejos de todo crepúsculo norteño o del sur de True Blood, estos chupasangres East Coast, parece, están aquà para quedarse y divertirse divirtiendo por más que más de uno los considere la versión arty y cool de los Jonas Brothers.
Los graduados
Lo que nos lleva al recién aparecido Contra â36 minutos 41 segundos, otra vez producido por Rostam Batmanglij, el sónico-sofisticado de la pandillaâ y a la sorpresa y el talento con que Vampire Weekend ha sorteado y superado el complicado escollo de un opus 2 luego de un estreno tan celebrado.
Y la fiesta y las gracias continúan. Pero, ahora, con un aire de madurez melancólica que recuerda, en intenciones, a ese gran trabajo sobre el fin de la juventud y el comienzo de lo que viene después llámese como se llame: Still Crazy After All These Years de, otra vez, San Paul Simon. Las nuevas canciones de Vampire Weekend parecen recuperar a los âpersonajesâ de hace un par de años, pero al final de las vacaciones (California y Saint Thomas son casi un espejismo aquÃ) y en el adiós de las primeras relaciones más o menos serias. AsÃ, oyendo Contra, parecerÃa que alguien dejó una ventana abierta, entra una corriente de aire frÃo, y ahà está, en la portada, esa rubia enfundada en remera by Ralph Lauren con cara de âme descubriste haciendo eso cuando pensaba que no me veÃasâ. Y las canciones reflejan ese ánimo en la que se detectan y advierten grietas en la porcelana y se confiesan crÃmenes y pecados. Aquà vienen: âWhite Skyâ (âTe sentaste en un muro del parque / Haciendo todas las preguntas correctas / â¿Por qué los caballos se convierten en taxis de carrera durante el invierno?ââ ), âTaxi Cabâ (âTú no eres una vÃctima / Pero tampoco lo soy yo / Nostálgico por la basura / Desesperado por tiempo / PodrÃa echarle la culpa al peinado de tu madre / O al color de la ropa de tu padre / Pero sé que nunca jugué limpio / Y tú siempre estuviste bienâ), âDiplomat Sonâ (Era hijo de un diplomático / Y era el â81 / Esa noche me fumé un t / Con mi mejor amigo / Terminamos en la cama / Y al despertarme él se habÃa idoâ), âGiving up the Gunâ (âCuando yo tenÃa 17 / TenÃa muñecas de acero / Y me sentÃa pleno / Y ahora mi cuerpo se desvanece / Tras una charada de bronce / Y estoy obsoletoâ). Pero lo mejor de todo llega al final. En âI Think Ur A Contraâ, con una melodÃa lenta y suave y fúnebre, Vampire Weekend se acerca más a los territorios de otros formidables snobs neoyorquinos âStephin Merrit y The Magnetic Fieldsâ y, ver recuadro, Ezra Koening firma una gran letra que lo ubica entre los grandes con una de las más asombrosas a la vez que sensibles break-up songs jamás escritas. Queda claro que Koening âquien empezó con el rapâ sabe usar y manipular y mezclar las palabras y aquà se siente la triste dulzura de aquel que recuerda tanto a aquel otro que le cantó y les canta a los sonidos del silencio y a un puente sobre aguas turbulentas. Pero, atención, también cantando a la alegrÃa de poseer a una chica llamada Cecilia entre las sábanas y a otra que se llama a sà misma âel trampolÃn humanoâ teniendo siempre muy presente que puede haber cincuenta maneras de dejar a tu amante y que son exactamente las mismas cincuenta maneras en que tu amante puede dejarte. Y que por suerte âafilando los colmillos y sangrando al mismo tiempo, guste o noâ alguien siempre va a poder componer y tocar una canción sobre todo eso.
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