Primera vez en la vida que me echan de un lugar. 321u5d
Lo que en más de cincuenta años nunca hicieron mi familia, ni mi club, ni mis patrones, ni las parejas que tuve, ni los lugares públicos que frecuenté, ni las autoridades del paÃs en el que vivo y los que visité alguna vez, lo hizo por fin mercadolibre, una de las comunidades modelo que el mundo virtual exhibe a la hora de proclamar las virtudes, la eficacia y la tasa de civilización de las formas de organización de intercambios online.
Supe que mercadolibre me habÃa excomulgado cuando entré a mi cuenta (abierta un mes atrás para comprar una bicicleta usada) y me topé con una leyenda que decÃa: âTu cuenta se encuentra inhabilitada para operarâ. Además de la contrariedad, francamente inesperada, me molestó en particular el tuteo: siempre es desagradable que te traten con confianza para darte malas noticias. Pero asà se presentan las comunidades virtuales: informales, juveniles, relajadas. Penalizan como cortes marciales o bancos, con severidad y sin apelación âno hay un solo lugar en todo mercadolibre donde el ex pueda reclamar por la inhabilitaciónâ, pero impostando el tono cool de una boutiquera de Palermo Viejo que estudia artes. Al parecer me habÃan inhabilitado la cuenta porque âmi reputaciónâ no superaba âel mÃnimo solicitado para operarâ.
Mercadolibre es un mundo de compra y venta, circulación de mercancÃas, encuentros entre vendedores y compradores, precios y subastas, ofertas y contraofertas. Pero es un mundo tan moral como comercial âun mundo moral-comercial: como el Veraz, digamosâ, y la âreputaciónâ es la piedra de toque que hace girar todo el sistema. Toda reputación (de vendedores y compradores) descansa en un sistema de calificaciones ternario (âpositivaâ, ânegativaâ, âneutralâ) usado por unos y otros para ponderar recÃprocamente sus conductas.
Las mÃas, parece, habÃan sido una catástrofe. Los dos vendedores de bicicletas con los que habÃa hecho o me habÃan calificado negativamente. Dos intervenciones: menos dos puntos. Todo un record. Un boletÃn doblemente humillante porque yo, a mi vez, los habÃa calificado a ellos como âneutralesâ. Las operaciones no se consumaron: ni ellos ni yo conseguimos lo que buscábamos. Pero yo los absolvà y ellos me bocharon. ¿Cómo explicar esa asimetrÃa?
Creo que por una razón muy simple: yo decidà no comprar, lo único que un mercado âincluso uno libre, directo, âhorizontalâ como mercadolibreâ no está dispuesto a tolerar. Es cierto que cliqueé en âcomprarâ en los dos casos: las bicicletas me interesaban en serio y mercadolibre exige que uno haga clic en âcomprarâ si no se conforma con las deslucidas instantáneas que retratan los productos que codicia y pretende verlos en vivo y, en lo posible, probarlos. Después, si la cosa no funciona ây hay muchas razones razonables por las que puede no funcionarâ, uno informa que la transacción no se consumó, califica todo de âneutralâ, como sugiere hacer en estos casos la etiqueta imperante en el sitio, y nadie sale herido.
En un caso desistà por cortocircuitos de comunicación con el vendedor. Después de âcomprarâ le mandé un par de e-mails proponiéndole ver la bicicleta un dÃa determinado y no recibà respuesta. Pensé que se habrÃa echado atrás. Me contestó cuatro dÃas más tarde: alegó que esperaba un llamado telefónico, que los mails no los bajaba él sino su hija. Le dije que lo lamentaba, pero que ya habÃa buscado otras opciones. Junto con la mala nota dejó registrado este comentario: âJamás me llamó para concretar la compra, y salió diciendo que buscó otros avisosâ.
En el otro fui hasta Villa Luro, vi la bicicleta y la anduve una vuelta manzana. Me descorazonaron un poco la ineficacia de los frenos y un problemita en los pedales. No me hacÃa gracia tener que mandar a arreglar algo recién comprado, aunque fuera de segunda mano, y me arrepentÃ. Todo el trámite debe habernos llevado quince minutos. El vendedor me aplazó, justificándolo con este epÃgrafe gruñón: âCompró de dama para hombre (?!), le pareció chica, un poquito de juego en pedal que lo arreglé con 5 pesos: una chaveta nueva. Un vuelteroâ.
En mercadolibre los comentarios se pueden responder, pero no inciden en las reputaciones; las calificaciones, que las deciden, no iten réplica. Es curioso que un website tan preocupado por regular âcon un derroche de corrección polÃtica conmovedorâ hasta la más Ãnfima descortesÃa âpublicar información privada sobre los s, agraviar, amenazar, lesionar derechos, incurrir en obscenidad, promocionar indebidamenteâ decline toda responsabilidad por âla confianza depositada en las calificacionesâ, que es el criterio crucial de todo el sistema, puesto que decide no tanto si el juego de la compraventa se juega respetando las reglas como quién tiene derecho a jugar y quién no, qué s están adentro del juego y qué s âcomo leà con estupor, shockeado por esa jerga de secta racista, que se decÃa de mà hace un par de dÃasâ âya no pertenecen a la comunidadâ.
¿Conclusiones? Soy un paria de un mundo extraño, el de mercadolibre. Un mundo donde para ver lo que uno quiere comprar hay que decidir primero comprarlo (una decisión que parece sólo formal pero después, sobre todo con vendedores hipersensibles, se vuelve peligrosamente comprometedora); donde se hace alarde de respeto, confianza y buenos modales, pero se alienta la lapidación unilateral; donde la hospitalidad y el interés por el bien común se fundan en nociones como âreputaciónâ y âcalificaciónâ, siempre interesadas, sospechosas de arbitrariedad y más que frecuentes en el idioma bastante poco comunitario de las calificadoras de riesgos.
No me voy a morir por haber sido expulsado de mercadolibre. Tampoco por haberles caÃdo mal a dos vendedores de la comunidad. (Sólo espero que el antecedente no afecte futuras visas a Estados Unidos o posibles créditos bancarios.) Pero no deja de sorprenderme que haya sobrevivido sin mayores sobresaltos a las instituciones más expulsivas de Occidente y sucumbido, en cambio, al reglamento de una joven comunidad online que se jacta de representar formas de comercio nuevas, más âsaludablesâ.
Por lo demás, sigo a pie, sin bicicleta. Me gustan viejas, inglesas, rodado 26 mÃnimo, en buen estado. Mercadolibristas, por favor, abstenerse.
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