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La relación entre Kirk y Spock permaneció considerablemente más cálida que la de Shatner y Nimoy, y es que ellos tenÃan mejores guionistas. A lo largo de esa primera temporada, Leonard y yo mantuvimos el respeto, la cortesÃa y el profesionalismo, pero no recuerdo haber tenido una sola conversación sobre nuestras vidas privadas. Era extraño: tenÃamos mucho en común, pero no habÃamos encontrado una razón para explorarlo. No era solamente yo: esta era la primera vez en la carrera de Leonard en que realmente era una estrella; su nombre estaba pintado en la puerta de su camerino y era claro que estaba disfrutando del éxito luego de diecisiete años de ser ¿Cómo-se-llama?, ese tipo con aspecto oscuro y algo melancólico. En general, cada uno iba por su lado, encontrándonos en el set. Pero más allá de cómo me sentÃa, todo llegó a un punto crÃtico muy temprano una mañana. Las orejas de Spock se habÃan convertido en una historia popular y nuestro maquillador, Freddy Phillips, que habÃa usado su propio dinero para hacer el segundo juego de orejas, estaba recibiendo justificadamente mucha atención. Asà que cuando la revista TV Guide quiso hacer un artÃculo fotográfico sobre el maquillaje de Spock, Leonard estuvo de acuerdo. Pero nadie se tomó el trabajo de decÃrmelo. Llevaba cerca de tres horas aplicarle el maquillaje a Leonard, mientras que el mÃo llevaba aproximadamente quince minutos, por lo que él siempre llegaba a la sala de maquillaje horas antes que yo. Llegué al trabajo una mañana y, mientras me sentaba en mi silla, repasando mis lÃneas, haciendo mis usualmente brillantes e inteligentes comentarios, preparándome para ese dÃa, noté que habÃa un fotógrafo tomando imágenes. No tenÃa idea de quién era ni cómo habÃa conseguido permiso para invadir el santuario de un actor. CreÃa tener el permiso de aprobación de las fotografÃas que se tomaban en el set. No estaba particularmente excitado por la posibilidad de que se publicaran algunas imágenes cándidas. Por lo tanto, le pregunté quién era y qué estaba haciendo allÃ. En mi recuerdo, lo hice de manera amable. Pero puede haber otro lado de esa historia. Al enterarme, llamé a los productores para quejarme. Muy pronto, alguien se hizo presente y le pidió al fotógrafo que se fuera. En ese momento, la situación se calmó. Excepto que no fue asÃ. Esa era una importante oportunidad para Leonard. Luego de diecisiete años de trabajar en la oscuridad, una de las revistas más populares de los Estados Unidos lo iba a destacar en una historia. Leonard decidió que no continuarÃa con el maquillaje hasta que el fotógrafo regresara. Al ver que eso no ocurrÃa, se levantó y me enfrentó en mi tráiler. â¿Le ordenaste al fotógrafo que se fuera?â, me preguntó. Ordenar parecÃa una palabra dura, pero no incorrecta. âAsà esâ, itÃ. âNo lo querÃa por aquÃ.â Años después, Leonard recordaba esa conversación muy claramente. Recordaba haberme dicho: âEs algo aprobado por Roddenberry. Aprobado por el jefe del estudio. Aprobado por el departamento de publicidadâ. A lo cual él recordaba que yo le habÃa respondido âBien, pero no fue aprobado por mÃâ. Duras palabras, y debo haber sentido mucha más envidia en esas épocas de lo que recuerdo ahora. En mi defensa, los actores pueden ponerse muy a la defensiva cuando creen que están protegiendo sus carreras. No es una defensa muy buena, pero es lo mejor que tengo.
Eventualmente, el circuito de convenciones se convirtió en una importante fuente de ingresos para el reparto y el equipo técnico y artÃstico. Jimmy Doohan compró una enorme casa rodante y manejó a lo largo y ancho del paÃs para aparecer en las convenciones. Con los honorarios por aparición y la plata que ganaba por firmar autógrafos, probablemente hizo más dinero del que podrÃa haber hecho actuando. Para muchos del equipo, estas convenciones eran una forma de supervivencia luego de haber sido encasillados en determinados roles, algo que hacÃa muy dificultoso obtener trabajos significativos. Jimmy, por ejemplo, entraba a una oficina de casting y recibÃa el comentario âno necesitamos a un escocésâ. Seguramente el señalaba que no lo era: â¡Soy canadiense y soy irlandés!â. Actores, productores, escritores, cualquiera que hubiera formado parte de aquello era bienvenido. Si habÃas clavado tres clavos en el set, eras un invitado bienvenido. Seguramente con Leonard fuimos, al menos, a cien convenciones juntos, y aquello fue el pegamento que cimentó nuestra amistad. En muchos de esos eventos, aparecÃamos juntos en el escenario y contábamos historias. Para mÃ, eso era lo más divertido. Leonard adoraba hacerme bromas por algo que yo habÃa hecho y a la audiencia le encantaba oÃrlo. Si cierro los ojos, puedo ver a Leonard señalándome y diciendo, en la más acusatoria de las voces, âEste es el hombre que robó mi bicicleta. No es un buen hombre. ¿Qué clase de hombre roba la bicicleta de un alienÃgena?â. Sospecho que, en un principio, Leonard tenÃa tantas dudas como yo acerca de este fenómeno. Sé que me preguntaba a mà mismo qué clase de gente podÃa pasar su tiempo disfrazándose y rindiéndole tributo a una serie de televisión moderadamente exitosa. Es justo decir que la gente convencional no iba a esas reuniones. Pero creo que ambos llegamos a comprender cuan divertidas eran esas convenciones para los trekkies. Esta era gente que, en su mayorÃa, habÃa logrado superar sus inhibiciones y ponerse un par de orejas de alienÃgena; no perdÃan el tiempo preocupándose por lo que pudiera pensar otra gente. Simplemente se estaban divirtiendo. Mientras las convenciones crecÃan en tamaño y los honorarios por presentación aumentaban, tanto Leonard como yo comenzamos a visitar varias de ellas por año. Al estar siempre en la cima del cartel, podÃamos exigir cosas. ¡Como estrellas de rock! Yo insistÃa en té caliente, por ejemplo. Y Leonard... Leonard era mucho más duro que yo. Ãl pedÃa una pinta de helado de café Häagen-Dazs en su camerino. No mocha, ni chocolate. Café. Y tenÃa que estar frÃo y tenÃa que tener una cuchara. ¡Esa es la clase de cosas que suelen ocurrir cuando un actor se transforma en alguien muy poderoso!
No hay una explicación simple y lógica por la cual algunas personas se convierten en alcohólicas. Estoy seguro de que hay complejas razones emocionales y fÃsicas. Tuve que lidiar con ello en mi propia vida: contra los consejos de Leonard, me casé con una alcohólica. Aunque tanto Leonard como yo mismo tratamos desesperadamente de ayudarla, nunca pudimos llegar a la fuente de su dolor. La situación nunca mejoró y ella murió en un terrible accidente, ahogada en nuestra piscina luego de beber fuertemente. Por esta razón es que, sÃ, sé algo sobre los alcohólicos. Sé cómo se transforman en expertos en engañar a la gente que los rodea, conozco el dolor que infligen en otra gente, y sé que no pueden remediarlo. ¿Quién sabe por qué Leonard comenzó a beber? Nunca llegamos al porqué. Pero sospecho que un factor que contribuyó a ello fue que la realidad del éxito lo decepcionó muchÃsimo. Como el mismo dijo: âtenÃa esta fantasÃa de que, como actor, habÃa encontrado un hogar con Viaje a las estrellas. Súbitamente, tenÃa un lugar para estacionar con un letrero permanente, un camerino con mi nombre pintado, que iba a estar allà por lo menos durante algunos meses. Para mÃ, eso era extraordinario. Los guionistas y productores eran las figuras paternas y los actores y actrices eran mis hermanos y hermanas. Deseaba llegar y trabajar junto a mi familia creativa y artÃstica todos los dÃas. Y luego comencé a descubrir que el estudio no era necesariamente mi amigo, o un familiar, que eran gente contratada. En lugar de apoyarme, se preguntaban â¿Cuánto le estamos pagando?â Eso generó que terminara yendo a terapiaâ. En la mayorÃa de las profesiones, la gente logra liberar muchas de las tensiones de sus trabajos cuando llegan a casa. Filmar una serie de TV consume tanto de tu vida que las horas libres luego del trabajo no existen. De hecho, muchas veces las tensiones causadas por el trabajo sirven para magnificar problemas existentes en el hogar. No hay lugar a dónde ir para lograr un alivio. Cuando estás filmando, no hay tiempo para nada más, incluida tu familia. Mi vida familiar sufrió tremendamente cuando estábamos haciendo Viaje a las estrellas y ciertamente contribuyó a mi divorcio. Para Leonard, la serie parecÃa un chaleco salvavidas. âAgarré una ola, y no sabÃa cuánto iba a durarâ, me dijo. âEstaba obsesionado con la idea de obtener de ella lo más que pudiera.â Lo realmente sorprendente es que, en esos tiempos, no tenÃa idea de que este hombre amable, que se ponÃa las orejas e iba a trabajar bien preparado todos los dÃas, estaba luchando contra esos monstruos. TodavÃa no nos habÃamos convertido en amigos cercanos. No recuerdo haber ido a su casa por ese entonces. Y podÃa controlar su hábito de tal manera que nunca interfirió con su trabajo. Spock no bebÃa, nunca. Leonard estaba orgulloso de eso. Incluso en sus peores dÃas, Leonard se enorgullecÃa de su profesionalismo.
Leonard y yo nacimos con cuatro dÃas de diferencia. Al haber nacido primero, yo era el más sabio, maduro y experimentado, pero a él le gustaba señalar, simplemente, âeres mucho más viejo que yoâ. Honestamente, hasta que desarrollamos con Leonard nuestra relación âcon excepción de mis esposasâ nunca habÃa tenido un amigo verdadero. Ni siquiera sabÃa lo que era un amigo. Nunca habÃa tenido a nadie en mi vida con quien pudiera descargarme emocionalmente por completo. Cierto, habÃa habido gente maravillosa y cercana, gente en la que sabÃa que podÃa confiar, pero en lo que respecta a hablar abiertamente, revelar aquello que es lo más problemático y secreto, con la certeza del conocimiento de que permanecerá tan escondido en su pecho como en el mÃo, sólo estuvo Leonard. Trabajamos juntos durante tres temporadas. Durante una producción, los actores pasan más tiempo entre ellos que con sus familias. Cuando los actores trabajan juntos por un perÃodo prolongado, suelen desarrollarse amistades confortables. Trabajamos juntos bajo mucho stress y forjamos un lazo en común. En todas las series y pelÃculas y obras de teatro que he hecho, he tenido buenos amigos. Y no los volvà a ver nunca más. Con Leonard fue diferente.
La pregunta más recurrente era ¿cuál era nuestro episodio favorito? Nadie podÃa creer que tener una opinión sobre el asunto era algo muy difÃcil para mÃ, pero lo cierto es que como no los habÃa visto a todos, no podÃa compararlos. Usualmente respondÃa que era demasiado difÃcil hacer un juicio, pero que, de hecho, tenÃa una debilidad por una hermosa historia llamada âThe Trouble With Tribblesâ. Leonard decÃa que amaba los episodios âThe Devil in the Darkâ, y âAmok Timeâ âen el cual habÃa creado el saludo y dicho âVive mucho y prosperaâ por primera vezâ, y un capÃtulo escrito por el legendario escritor Harlan Ellison, âThe City in the Edge of Foreverâ, en el cual los del Enterprise atraviesan una curva temporal y terminan en Nueva York durante los años de la Depresión.
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