Cuando la pelÃcula quedó concluida, la secretaria de Sam Spiegel me llamó y me informó que un agente del FBI querÃa mantener una entrevista conmigo; me preguntó si estaba dispuesto a hablar con él. Le contesté que sÃ, y ella me dijo que el agente me llamarÃa desde San Diego. Asà fue, y mantuvimos una conversación de cinco o seis horas sobre diversos temas. QuerÃa saber todo lo que yo sabÃa sobre la mafia, sobre la realización y la financiación de El Padrino, si yo habÃa hecho alguna contribución secreta a alguien, etcétera, etcétera. Me dio muchas oportunidades para delatar a la organización, pero algo me olÃa mal. z5a3l
âOiga âdije finalmenteâ, tengo hijos y una buena vida, y no querrÃa que nadie quedara perjudicado ni amenazado; de modo que si supiera algo, que no es el caso âlo cual no era del todo ciertoâ, no se lo dirÃa.
Llegué a la conclusión de que se trataba de un miembro de la mafia que querÃa averiguar si yo darÃa o no al FBI información que pudiera perjudicarlos. ConocÃa a unos cuantos mafiosos y todos ellos me dijeron que les encantaba la pelÃcula porque habÃa interpretado el papel del padrino con dignidad. Hasta el dÃa de hoy me resulta imposible pagar una cuenta en Little Italy. Si voy a un restaurante a comer un plato de espaguetis, el encargado siempre me dice:
âVamos, Marlon, aquà tu dinero no sirve... OÃganme todos: aquà está el padrino, aquà está el padrino.
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