Desde Santa Fe 37417
El Tribunal Oral de Santa Fe reanudó el juicio por el asesinato de Silvia Suppo. Dos de los testigos que declararon ayer ofrecidos por su familia -su yerno, Germán Heck y la ex novia de su hijo, EstefanÃa Orellano-, ratificaron ante los jueces que la policÃa de Rafaela nunca preservó la escena del crimen, donde Silvia sufrió nueve puñaladas que le costaron la vida. Heck dijo que uno de los médicos que asistió a su suegra se sorprendió por el "grado de ensañamiento" del ataque y lo atribuyó a un victimario que "no está en sus cabales" o "alguien que sabe lo que hace, porque no es fácil atravesar el pecho o las costillas de una persona". EstefanÃa reveló otro hecho inquietante: un seguimiento que sufrió Silvia poco antes de que la mataran, cuando salió a caminar a la noche con una amiga y padeció el acoso de un vehÃculo utilitario Kangoo que la dejó "asustada". Los dos hijos de Suppo, Marina y Andrés Destéfani, ya habÃan relatado incidentes similares, entre ellos otro seguimiento a Andrés, cuando salió de su casa al amanecer, rumbo a su trabajo, el mismo dÃa que asesinaron a su mamá.
El juicio a los dos imputados por el homicidio, Rodrigo Sosa y su primo, Rodolfo Cóceres, se reanudó ayer con la declaración de seis testigos. La última, fue la madre de Cóceres, MarÃa Rosa Sánchez, que entregó a su hijo y a su sobrino a la policÃa a las 48 horas del crimen, el 31 de marzo de 2010. La noche anterior, hubo un allanamiento en su casa en Santa Fe, en el barrio San AgustÃn, que duró "casi toda la noche". "¿Cómo toda la noche", le preguntó la abogada querellante, Lucila Puyol.
SÃ, toda la noche- respondió Sánchez. El procedimiento se inició a la una de la madrugada y se extendió hasta las seis. "Nos rompieron todo", dijo la mujer. La PolicÃa buscaba a Sosa y Cóceres y al dÃa siguiente, cuando regresaron a la casa, ella los entregó en la comisarÃa 7ª.
La audiencia comenzó con los testimonios de Heck y Orellano, que relataron las horas siguientes tras el ataque a Silvia. EstefanÃa fue la primera que se enteró. Ella trabaja en el servicio de emergencias de Rafaela, donde una compañera recibió la llamada que pedÃa una ambulancia para una "persona mal herida" en el negocio de Suppo.
Los dos testigos coincidieron que la policÃa nunca preservó la escena del crimen. Y cuando llegaron (juntos con Andrés y Marina Destéfani) "habÃa mucha gente adentro del negocio" y ninguna "faja de seguridad", apuntó Orellano. "Un policÃa nos dijo que buscáramos el cuchillo. Lo buscamos. Y después nos dijo que podÃamos limpiar, pero un amigo de Silvia nos advirtió que no tocáramos nada", agregó.
La presidenta del Tribunal, MarÃa Ivón Vella, le preguntó por qué la policÃa le pidió que limpiaran la escena. "Nos dijo que ya habÃan hecho su trabajo" en la búsqueda de supuestas huellas y rastros contestó Estefania.
En otro tramo de su relato, EstefanÃa dijo que Silvia estaba "asustada" por un hecho que habÃa ocurrido poco antes de aquel 29 de marzo de 2010: "Me dijo que una nochecita habÃa salido a caminar con una amiga y la habÃa seguido una camioneta Kangoo, desde donde le dijeron cosas".
¿Le dijo si habÃa visto movimientos extraños o sospechosos en el negocio? ¿O si habÃa recibido amenazas? -le preguntó Puyol.
Lo más cercano fue lo de la Kangoo. Estaba asustada -repitió. En su testimonio en la instrucción, EstefanÃa dijo que Suppo "trató de meterse en algún lugar o doblar de forma tal que la Kangoo no la pudiera seguir, pero no sabÃa de quién se trataba".
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