A la enorme dificultad que se le planteaba al verbalizar se le sumaba el riesgo de ser mal comprendido después. Asumió entonces que perseverar en semejante empresa era un esfuerzo homérico para una IlÃada vana. 4y1c2s
Dedicó su silencio a esculpir ideas en lenguajes sin margen para los tonos.
Talló en helio cada suceso vivido por la sombra de su cuerpo estaqueado.
Sus dedos leznas esculpÃan la espera.
¿Qué queda?
Nada, sólo el aserrÃn de un alma que ha recordado tanto.
Recordó, en medio del viaje, el color de las cortinas del bar, el cuadrillé de las servilletas y los manteles, la exagerada afectación del mozo al atenderlo, y también recordó que, mirando por la ventana, vio a una señora vestida de amarillo bajar de un taxi.
Recordó hasta la compasión con tal de olvidar ese presente que en la inercia lo movÃa.
Al aire agitado por sus pestañas despertaban gigantes cuyos contornos, de tan vivos, taladraban.
Miles de rayas lo hacÃan el blanco del disparo ni bien sus párpados se tocaban.
Un enjambre de lÃneas violetas se le venÃan encima.
Cerrar los ojos lo aterraba.
Mirar le dolÃa.
Quedó inmóvil por cien años sin parpadear. Lo supo al oÃr, en algún momento, a los coros infantiles cambiar el número de siglo entre villancico y villancico.
Y asà como el amor se fue con un mes de otro tiempo también la sed de la CocaCola menguó hasta ser apenas un haz sin sustancia sobre el epitelio de su lengua.
Clavó sus ojos esperpénticos en un punto ciego.
Sólo que la gente, ese genérico odioso, nunca pudo ni intuir que en su aparente rigidez no hacÃa otra cosa más que recordar.
Recordar fue la única función orgánica que lo mantuvo con vida.
la memoria en la piedra erige un caballo
colonias parásitas sobre centros fisiológicos motores
luna sobre las calas
filigrana de noche, perfil de recuerdo sin cara
El bosque de la infancia, frutado en el error, le daba pulpa equÃvoca a las formas inadecuadas. Guindas confundÃanse con ciruelas.
Damascos con avellanas.
Manzanas con cenizas de temporalidad.
Que te huela el presente le dijo un ión de hora a la cuerda del reloj.
Saltemos de profundidad en profundidad. Intimemos con los abismos, seamos puntos que del cÃrculo se fugan fue la inesperada respuesta de la máquina, atascada en la muñeca de un condenado.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.