"¡Qué suerte para la desgracia!". Con esta frase, el inolvidable Pepe Biondi solÃa finalizar algunas escenas en las que un acontecimiento inesperado desbarataba los planes que su personaje tenÃa previsto realizar. Dejaba entender de este modo, que su suerte en tanto se repetÃa siempre bajo la modalidad de la "desgracia", más que azar era un destino ineludible. Nos resulta difÃcil aceptar lo azaroso, aquello que no es posible referir a otra cosa para lograr deducir qué es lo que lo produce. Se interpreta entonces el azar como un destino ya trazado y lo inesperado, leÃdo desde esta perspectiva, se transforma finalmente en una repetición más de lo mismo. 5ud17
Uno de los motivos de consulta al psicoanalista suele ser el padecimiento de esta repetición mortificante. Puede darse en el terreno del trabajo, de la amistad o en el del amor, pero el paciente dirá: "A mi siempre me pasa lo mismo".
El psicoanálisis permite acceder a aquellas creencias inconcientes que determinan esa repetición de la que se queja el sujeto. La angustia es justamente la señal que indica la presencia de algo cuyo sentido se nos escapa. Está ligada a la noción freudiana de "trauma psÃquico", caracterizado por las huellas que deja un encuentro imprevisto con algo que no logra absorberse en el sentido común. Como lo demostró Freud, tampoco existe un trauma común, ya que para cada individuo lo traumático se inscribe en un contexto absolutamente único y singular, constituyendo la marca de lo más Ãntimo y desconocido del sujeto. A esta misma lógica responde el sÃntoma, considerado por el psicoanálisis como una formación propia de cada sujeto, cuya función es la de intentar conciliar esa singularidad con las reglas y valores que rigen en la comunidad donde vive.
La referencia a una causalidad biológica es solidaria con abordajes psicoterapéuticos que intentan reducir el sÃntoma a una norma de comportamiento común y previsible.
La experiencia analÃtica en cambio, le dejará saber a quién la atraviesa que el lazo amoroso se funda a partir de un punto de vacÃo irreductible. Es alrededor de ese vacÃo, transformado por el análisis en una potencia ligada al deseo, que se juega la chance de acceder a una nueva modalidad del amor. Lacan decÃa que estamos exiliados de toda posible complementariedad con el partenaire amoroso. Hay que elegir entonces y esa elección no está determinada por el destino, ni por la quÃmica del cerebro sino más bien abierta a la contingencia de los encuentros.
Digamos entonces que la experiencia analÃtica permite abrir la dimensión de lo contingente en la mortÃfera repetición de lo mismo. De esta manera alivia al sujeto del destino trazado por su neurosis volviéndolo responsable de sus actos y decisiones. Se trata de transformar lo inesperado en un acontecimiento que brinde la oportunidad de conectarse de otro modo con la vida y de asumir sin dramatismo lo que escapa a toda posible previsión. De estar en condiciones de decir simplemente: "¡Qué suerte!".
*Psicoanalista de la EOL. Miembro de la AMP.
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