"Uno empieza con las cosquillas y termina en la parrilla, eso es el goce". Jacques Lacan, 1970. 30732s
A partir de la lectura de Foucault, Lacan y de los teóricos queer, inspirada sin duda en autores como Leo Bersani y David Halperin, una inquietud me habÃa tomado y no me soltarÃa: Las superposiciones y continuidades entre las formas erógenas y estéticas, las formas polÃticas y las formas violentas. Sin saberlo, esa inquietud se habrÃa tornado por años en instrumento de mesura, instrumento de lectura, indicador de nuestra sociabilidad y nuestro modo de estar en el mundo. La pregunta por una opaca misoginia, asà como por nuestros "gustos" se alojarÃa en ese marco.
En tal contexto, invitada a la "Semana de la diversidad sexual" organizada por la Escuela Nacional de AntropologÃa e Historia en mayo de 2007 en Mazatlán, México. Me tocó compartir el cuarto del hotel con Marisela Escobedo, activista de Ciudad Juárez. Era la ocasión de platicar con alguien que sabÃa del tema. No desperdicié los fugaces momentos en el cuarto o en los pasillos para preguntarle sobre las razones que, desde su punto de vista, pudieran explicar algo de lo que sucedÃa (y sucede) en la frontera norte de México. Me comentó que habÃan agotado todas las hipótesis (tráfico de órganos, luego cine snuf) "y ahora vemos que no hay una lógica, no hay una explicación, y al mismo tiempo todas las explicaciones son válidas." Años después mataron a su hija, luego leà en el periódico que la mataron a ella mientras pedÃa justicia ante las mismÃsimas puertas de la instancia gubernamental de Chihuahua, lo cual ya es ya un indicador mayor del estado de cosas. Sobrevino entonces la certeza de que habrÃamos de parar de pensar, leer y escribir sobre la violencia, y que sólo cabÃa presentarse allà donde esa violencia se produce, interrogarse a qué pregunta responde. En octubre de 2011 organizamos (Universidad Nacional Autónoma de México y El Colegio de la Frontera Norte) un evento titulado: "Vida y resistencia en la frontera norte: Ciudad Juárez en el entramado mundial".
Tal como sugerÃa Marisela, las cosas no tienen una sola explicación, la pregunta "¿por qué?" es en sà misma, una trampa de la razón. No hay una causa explicativa. Ciudad Juárez hace agujero al saber y a la razón. No se trata de explicar lo que ocurre, sino más bien al revés, los acontecimientos son los que nos explican, nos localizan. Los acontecimientos localizan cierto estado de cosas, nos cuentan en dónde estamos. Pretendemos que el sacrosanto saber teórico ofrecerÃa eruditas interpretaciones, pero de hecho es la realidad la que nos interpreta. Ciudad Juárez no es interpretable, lo que ocurre en el norte es en sà mismo una interpretación; una especie de respuesta feroz a una pregunta que no alcanza a formularse. Lo que acontece, ya es un saber librado, cifrado ¿Cabe conjeturar algunas vÃas de desciframiento? Es la apuesta.
*Revista Virtual de Psicoanálisis En el margen.
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