La cajeta más rica del mundo se come en Frida Kahlo. Y te la sirven humeante. La cajeta es lo que vos estás pensando y además, un tipo de dulce de leche mexicano y, a la sazón, uno de los postres más top de la casa. El otro, para no quedar mal con nadies, se llama Tres leches y, si bien no es lo que yo pensaba, no está nada mal: sÃ, es otra torta. âAndá corriendo ahora y escribà en ese suplemento tuyo, me dijo una amiga de la casa, y hacé correr el mito urbano de que las tortas tenemos tres leches, con ese afán tan sexual de interpretar los platos que vos tenés.â Eso hago. A esa altura ya habÃan pasado por delante de mis narices varios platos con tortillas (y sÃ, las chicas son asà de sectarias por aquÃ, nunca un pancho, nunca un pebete) que rellené con cochinita, frijolitos, aguacate y queseyote. Queseyote quedé yo, luego del tercer trago. Las copas con margaritas bien tekilosas se deshojaban y se deshojaban y entre tanto me quiere mucho poquito nada yo ya habÃa perdido ese pudor que me mantuvo virgen hasta los 12. Las 12, perdón. Asà que ahà me levanté para renovar el aire y en la escalera me topé con lxs mariachis que como estaban sin sombreros primero no los reconocà y después sÃ, porque unx me dijo: â¿Cómo estás tú, manitx Luxolotl?â y yo le contesté: âPadrÃsimoâ. Contentos de festejar el cumpleaños número 19 del restaurante Frida Kahlo, el trÃo empezó a batir sus sonajas y a cantarme un popurrà de boleros ahà nomasito, en los puros peldaños de madera que comunican el primer piso con la planta baja. Estábamos en una zona de tránsito y por ese exacto lugar pasaban Maru y Mauro llevando sus bandejas cargadÃsimas de quesadillas, nachos, tostadas de camarones y comida yucateca. Mareadx por el aroma de los platos, pude zafar de lxs mariachis que continuaban copadxs con sus dulces melodÃas y ya habÃan incorporado a la instrumentación una guitarra y un cuarto integrante que medÃa al menos una cabeza más que ellxs, que son bastante chaparritxs. No me pregunten cómo, pero de pronto aparecà paradx en la puerta del salón donde Juan Fernando GarcÃa y Andi Nachon leÃan poemas de procedencia mexicanÃsima que el público aplaudió de pie y hasta con los pies, las poetortas y su público saben festejar un buen poema como nadie. El diseñador Fabián Muggeri, sentado en un extremo de una larguÃsima mesa, discutÃa con la escritora Gabriela Cabezón Cámara sobre el relleno de la tortilla y el origen de la cajeta. Muggeri no parecÃa conocer tanto del tema como Cabezón que defendÃa sus opiniones con bibliografÃa, ejemplos autobiográficos, uñas y dientes. De un momento al otro, la rencilla intelectual quedó en la nada porque una banda tecno pop corn se apropió de la escena y su cantante se despachó con una laaaarga lista de temas. ¡Plop! dije yo, recordando a Condorito y me levanté otra vez de mi silla, ahora con la intención de recorrer el restaurante entero y ver con qué me encontraba. Pero me distraje en el camino, cuando vi aparecer un grupo de 23 chicxs transpiradxs que venÃan de un partido de fútbol, cuyo resultado habÃa sido un peleadÃsimo cero a cero. Tamo con un hambre de loco, dijo la arquera y me sacó la quesadilla que tenÃa entre mis manos para devorársela en menos que canta un gallo. La dejé engullir y luego le dije que ahora era tiempo de que me sacara a mà la quesadilla que llevaba de meses de abstinencia. No sé qué habrá entendido, lo cierto es que me dijo que cómo no, y al trote la seguà al toilette como quien va al vestuario. Gol de mediacancha de mi parte. HabÃas sido una gran jugadorx, me dijo la chica que no se comió ninguno de mis amagues. Terminamos 1 a 1. Y habrá revancha. Que quede registrado, para esos que dicen por ahà que estoy para el descenso. 4s383a
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