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Vestidos largos, brillantes, de una sola manga, cuelgan de las perchas de un armario que se supone universal. Es que hace unos dÃas, la nueva Miss España, Yurena RodrÃguez, se declarnó lesbiana justo antes de ir a competir por el titulo de Miss Universo. Y en una suerte de contagio endémico, Miss Irlanda, Maria Walsh âcualquier similitud con nuestra prócer lésbica nacional es pura coincidenciaâ, le siguió con la cadencia de sus pasos y se afirmó públicamente en su normalidad lésbica. âSer lesbiana es ser algo normalâ, dijo la irlandesa. Con estas dos salidas del closet simultáneas de Miss bellezas universales âde este universo tan chiquito y occidentalâ dan ganas de pensar, otra vez, los tráficos y contrabandeos de la lógica de la inclusión.
Reconozco las sinuosas trayectorias de lucha y aun la necesidad de visibilización, sobre todo en los pueblos y en las zonas menos metropolitanos. Pero ubiquémonos en el centro, y miremos desde los privilegios (Sandra Mihanovich ya tiene su programa en TN). ¿Qué espÃritu colectivo de contagio puede engendrar que chicas lindas salgan del armario? La snobización de la identidad sexual, en este caso, tiene el tufo de canchereada cool progresista de los creadores del universo de señoritas bellas. Algunx podrá argumentar algo acerca de la plusvalÃa simbólica que generan estas presencias, de la necesidad de referentes, de las alianzas que se tejen en la comunidad lgbt, de la construcción social lenta y paulatina que está incorporando el deseo entre minas. Pero las identidades no son sólo son sexuales y la opresión hoy se juega, sobre todo, en el universo de las imágenes y la representación. Sabemos que son tortas porque primero son Miss Universo, ésa es su consagración y su éxito. Eso es lo que nos llega. En la misma lÃnea, pienso que las narrativas del coming out en la voz de personas felices y sin fisuras prometen más bien la re-producción de una única imagen de la subjetividad lésbica: estereotÃpicamente linda.
Desde ya que este contagio de perchas habla de un mundo receptivo, sÃ, pero también de la cooptación mercantil, de la vida espectacular, genial, súper fascinante y divertida de las lesbianas. Copado. No hay nada que temer: entre lesbianas, un âyoâ hermoso y normal recorre la pasarela sin vergüenza, ni dolores. En las escalinatas de Milán, con unos terribles tacazos y una faja cruzando la panza dura de abominables abdominales, se oyen los ecos de una norma harto reconocida: âPodés ser linda, flaca, exitosa y además lesbianaâ. AsÃ, mujeres cisexuales hermosamente esculpidas por los cánones, iconos del éxito y la buena vida, figuran como la imagen femenina sin nada que esconder. Ni heroica ni temeraria esta confesión duplicada. Se encuentra sobre las bases de una larga, muy larga, alfombrita roja. Y que se porta con coronita.
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