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âNo existe una escuela que enseñe a vivirâ reza la letra de âDesarma y sangraâ. Yo dirÃa que no existÃa o que al menos hoy se está construyendo una, dÃa a dÃa, clase a clase, en el barrio de Chacarita. Tengo 29 años y pasé por seis colegios, incluyendo el último, donde terminé pero quedé adeudando materias (entre ellas educación fÃsica. Y conozco a unos cuantos hombres trans que también la adeudan, ¡qué causalidad!). Escuelas estatales, religiosas, pasé por muchos lados hasta llegar al Bachillerato Popular Trans Mocha Célis, adonde, debo confesar, me acerqué buscando un âplan finesâ, o cualquier camino para rendir mal y pronto las materias que adeudo y continuar con mis estudios. Me enamoré de la calidez humana que se respira ahÃ, en ese monstruo oxidado por fuera y tierno por dentro que es el edificio al costado de la estación de tren, cedido tan gentil y comprometidamente por la gente de la fundación Divino Tesoro, que es más parecido a un hogar que a una escuela. âEl Mocha es puro amorâ, dijo Marti, ser entrañable que me acompaña dÃa a dÃa, y es cierto. Sarmiento, que vigila atentamente maquillado en un rincón, es el único que no sonrÃe. En el Mocha se respira interés real por el otro, personas viendo a otras personas, empatÃa verdadera, desde lo más profundo que nos une, que es ser humanos.
El tÃtulo que ofrece ya dice mucho: Bachiller Peritx Auxiliar en Desarrollo de las Comunidades. El plan académico contempla asuntos realmente importantes para pensarse como parte integral de la sociedad. La forma en que se dictan las clases es, a mi parecer, totalmente ideal para los tiempos que corren. Totalmente participativas, invitando al razonamiento y la reflexión.
Frente a una situación tan cotidiana, la crueldad transformada en compañeros, docentes o hasta nuestros propios miedos que nos âexpulsanâ (a mà y a muchas otras personas trans) de los establecimientos educativos, se crea un bachillerato trans pensado no sólo para contener a quienes nos sentÃamos excluidxs, âno bienvenidxsâ, o al menos incómodxs en otros lugares, sino también para incluir a todo aquel que quiera formar parte. La diversidad de la población es uno de los mayores logros del Bachi. Aquà se aprende a integrarse y a integrar. Las clases no iten la clásica pregunta ây esto para qué sriveâ ya que todo está puesto en contexto. Por ejemplo. las clases de matemática, historia e inglés, se ven acompañadas por Proyecto Formativo Ocupacional y Desarrollo de las Comunidades, entre otras. El Mocha nos enseña, ante todo, a dignificarnos. A comprendernos únicos, a ser conscientes de los mandatos sociales que muchas veces acatamos sin siquiera ponerlos en tela de juicio, a respetarnos y a respetar, a pensarnos en el futuro y pensar la sociedad. Invita a pensar en un microemprendimiento personal y a tratar de llevarlo a cabo, o a pensar un problema social que nos afecte dÃa a dÃa, y poner manos a la obra para tratar de solucionarlo. Con estas pautas y otras similares, disfrazadas de trabajos prácticos, los docentes nos llevan a ponernos en acción. A despertar. Esto hace que la formación sea realmente integral, porque a los contenidos académicos convencionales se les suman otros orientados para forjar herramientas que nos permitan pensarnos libres de llevar a cabo nuestras ideas y pensar proyectos. Todos los que cursamos el último año tenemos pensado continuar con nuestros estudios. Nosotros, que somos adultos y llevábamos años pateando avergonzados la deuda pendiente del secundario, nos vemos entusiasmados por realmente formar parte activa y participante de esto. Futuros maestros, abogadas, radiólogas, profesores, antropólogos, cineastas. Todos y todas nos atrevemos a soñar y dispuestos a hacer. No somos un puñado de locas y locos viviendo en una aldea al final del arcoÃris, nada de eso. Simplemente somos personas que nos vemos unos a otros como personas. Asà es el mundo, y asà funcionarÃa naturalmente en todos los establecimientos educativos si la discriminación no estuviese tan arraigada. Asà de cavernario suena en la época de las redes sociales y los telefonitos que piensan por nosotros. Creo que va siendo hora de dejar de buscar la paja en el ojo ajeno y ver por qué nos toca tan hondo que el otro sea distinto. Partiendo de esto, que lamentablemente forma parte de nuestra sociedad actual, el Bachillerato Popular Trans Mocha Célis es una especie de oasis en esta sociedad que mucho ve y poco mira. Donde además de transmitir y evaluar los contenidos que forman parte del plan de estudios, los docentes son personas tratando de orientar a otras personas e invitarlas a elegir un camino
Los alumnos de 3er año están realizando un documental que da cuenta de la escuela y también de una historia que comienza por el nombre: Mocha Célis, compañera trans asesinada en los años noventa, cuyo crimen sigue impune. Para participar en el proyecto económicamente hay que buscar âMochaâ en la web de ideame (idea.me).
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