40501
No se sabe a ciencia cierta si a Mercedes de Acosta âcomo a muchas de sus tocayasâ la llamaban Merchi, Merche, Meche o Mecha, lo que sà es seguro es que muchos la calificaban de ¡macho! Neoyorquina, pisciana de 1893, Mercedes provenÃa de un hogar chic y nada convencional. Su madre âuna española emparentada con la casa de Albaâ, decepcionada ante la partera que no le exhibió el varoncito que esperaba, optó por llamar a la niña Rafael y vestirla con ropa masculina durante su primera infancia. Más tarde la distinguida dama pondrÃa orden en el closet, sin lograr encerrar allà a su hija. El padre de familia, Mr. de Acosta, un cubano independentista, que habÃa elegido como exilio el elegante East Side de Manhattan, hizo su mutis quitándose la vida pero dejando a la viuda y a seis hijos socialmente bien posicionados.
En su pubertad, Mercedes, fascinada por el mundo del teatro ây por las actrices como se verÃa más tardeâ, se inclinó por la actuación, luego incursionó en el diseño de modas y finalmente en la literatura. Como se acostumbraba en aquella época, en 1920 concretó un casamiento por conveniencia con un pintor de cierto prestigio artÃstico y apreciable cuenta bancaria, Abram Poole, homosexual como la contrayente. El acontecimiento fue objeto de una crónica en las selectivas páginas sociales de The New York Times. La novia lució un traje ¡gris! y pasó la noche de bodas ¡con su mamá! En 1935 la inexistente pareja se divorció.
Con ambo negro, chambergo, capa, botas y melena engominada, Mercedes hacÃa alarde de su homosexualidad escandalizando a mentes pacatas y muy especialmente a los productores teatrales que se negaban a trabajar con esa âfuribunda lesbianaâ. Nada hipócrita respecto de sus preferencias sexuales se decÃa de ella, y no exageraban, que era âla más grande cogedora de estrellas de todos los tiemposâ. Su lista de celebridades incluyó nombres rutilantes, verdaderos hallazgos para historiadores o antropólogos. Sin orden de aparición: Maud Adams (creadora del rol de Peter Pan), Tamara Karsavina (esplendorosa partenaire del gran Nijinsky), Isadora Duncan (innovadora danzarina), Katherine Cornell (eximia primera dama de Broadway), Alla Nazimova (heroÃna del cine mudo y amante de Natacha Rambova, mujer de Valentino), Tallulah Bankhead (célebre actriz y memorable protagonista hitchcockiana), Pola Negri (misteriosa vamp de los â20), Osa Munson (la enternecedora prostituta de Lo que el viento se llevó), Adele Astaire (hermana de Fred y compañera de rubro en el teatro)... Más duradera fue la relación con Eva Le Gallienne, a quien conoció poco después de casarse con Poole. Eva, una notable de la escena, âpero equivocada pitonisa al desahuciar brutalmente a Bette Davis en los comienzos de su carreraâ realizó intensos viajes por Europa con Mercedes y le estrenó dos obras, una dedicada a Botticelli y otra a Juana de Arco. El fracaso de ambas producciones puso fin a cinco años de celos y posesión. Estas notorias damas y muchas otras, entre las que no faltaron escritoras âDe Acosta se jactaba de poder quitarle la mujer a cualquier hombreâ, serÃan un preámbulo, una suerte de pasantÃa jerarquizada, para alcanzar a dos de los más preciados sÃmbolos de la femineidad y seducción del siglo XX: ¡Greta! y ¡Marlene!
En 1931, con una novela, tres libros de poemas y cuatro piezas teatrales producidas sin éxito âescribirÃa onceâ, el siguiente paso de Mercedes fue ser guionista de cine. ¡Hollywood! Cielos lÃmpidos, piscinas turquesas, palmeras cimbreantes y ¡actrices! ¡actrices! ¡y más actrices! Salka Viertel, una escritora centroeuropea amiga y confidente de Greta Garbo âademás de guionista de sus films más memorablesâ, la introdujo en su cÃrculo de intelectuales y eximios exiliados. Fue en uno de sus legendarios tea-parties de los domingos donde Mercedes conoció a La Divina. Astutamente planeado por la anfitriona, el encuentro quedó sellado por una pulsera que, ante el elogio de Greta, Mercedes le regaló sin titubear, pensando que quizá serÃa la cadena que las unirÃa por toda la eternidad en la vida y en el cine. Nada más equivocado. Nunca escribió guión alguno para ella, ni oficialmente para ninguna otra. Con idas y vueltas la Garbo tuvo a la Mercedes a su merced y capricho. En ciertas ocasiones hasta negó que conociera a la tal Miss De Acosta. ¿SerÃa tan quemante para su época? No obstante el Museo de Filadelfia atesora un medio centenar de cartas âdonadas por Mercedesâ donde la actriz desparrama una inequÃvoca verborragia amorosa hacia su vergonzante amante.
Según afirmaban sus contemporáneos, la escritora era avasallante, posesiva y manipuladora, claro que en este último rubro Salka le ganaba por varios cuerpos (femeninos, por supuesto). Para aplacar el acoso a su exclusiva Garbo puso a Mercedes en o con ¡Marlene Dietrich!, vÃnculo que no le cayó nada bien a la indiferente reclusa. Un profuso epistolario cruzaba el Atlántico cada vez que Marlene se evadÃa de Hollywood rumbo a su añorada Europa.
En 1960, con 67 años encima, afectada por un tumor cerebral y con la moda de los galanes latinos muy superada, Mercedes se animó a publicar sus memorias, Here Lies the Heart (Aquà yace el corazón) un tÃtulo un tanto derrotista para sus discretas confesiones sobre amores, amorÃos y touch-and-goes. â¡Una mina sin códigos!â, dirÃan los chimenteros de nuestra TV. El libro no fue el best-seller esperado, pero sà el most-hated (más odiado) por todas las involucradas que tacharon a la autora de advenediza y mentirosa. Eva Le Gallienne, frenética, hizo añicos toda la memorabilia que acumulaba del romance. Karsavina, en cambio, fue una de las pocas que mantuvo intacta su amistad con la descodificada Mercedes. Greta, solitaria, sonámbula y sueca mantuvo silencio. Dieciséis años antes âen 1944â ya le habÃa advertido que no la molestara más con sus poemas encendidos de romanticismo. La persistencia de Mercedes era bien conocida. Gertrude Stein comentó a su colega la escritora Anita Loos en una carta: âNo es nada fácil sacársela de encima, tuvo a dos de las mujeres más importantes de Estados Unidos, Garbo y Dietrichâ.
Luego de la ruptura con la eterna Eva ây viaje espiritual a la India acompañada por la princesa Norina Matchabelliâ, Mercedes se volcó de lleno al proyecto que hacÃa años le daba vueltas por su enchambergada cabeza, Jacob Slovak, un drama sobre el antisemitismo en una ciudad de Nueva Inglaterra. El estreno en Broadway, en 1927, le deparó elogios de la prensa: âUna pieza honesta y llena de interésâ... âexcelentemente escrita y jugosaâ. La crÃtica de la producción inglesa, con John Gielgud y Raph Richardson, no fue menos elogiosa: âNotable y potenteâ... âconmovedoraâ. Pese a tales reconocimientos las obras de De Acosta no alcanzaron a tener la trascendencia que su vida privada cosechó. Su temática estuvo ligada profundamente con la condición de la mujer con heroÃnas que debÃan luchar contra prejuicios sociales, afrontar la soledad, sobrellevar matrimonios infelices, reprimir el deseo carnal, incurrir en amores clandestinos, ¡buscar su identidad! Personajes quizá demasiado complejos y conflictuados para los locos años â20 (¿Ibsen y su Casa de muñecas estaban ya olvidados?) De Acosta nunca planteó la temática homosexual en ninguna de sus obras, aunque el lesbianismo subyace en contextos heterosexuales. âNo siento pena por la muerte de Mercedes de Acosta. Mi única pena es que haya vivido insatisfecha. En su juventud hacÃa gala de gusto y originalidad. Era una de las más rebeldes y descaradas lesbianas que conocÃ. Es un alivio que su largo hundimiento en la infelicidad haya llegado al fin.â Asà escribió a modo de epitafio, el incisivo Cecil Beaton en su diario Ãntimo. No serÃa extraño que el atildado fotógrafo real y diseñador haya invocado algún souvenir embarazoso de esta audaz y valiente mujer que acababa de morir pobre y olvidada los 75 años. En ese 1968 Greta y Marlene seguÃan vivitas y coleando.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.