En cada una de sus entregas, el mensuario Têtu permite a sus lectores elegir al Mr. Gay correspondiente al mes. Los doce finalistas compiten, a fin de año, por el tÃtulo de Mr. Gay del año entrante. Matthieu Chartraire (Mr. Mayo: Floreal o Pradial, según el calendario de la Revolución sa) acaba de ser elegido Mr. Gay 2015, lo que motivó una polémica en los más rancios ambientes escolásticos parisinos. ¿Qué pasó? ¿Mateo tiene poco culo? ¿La tiene chica? ¿La chupa mal? 4c716d
Nada de eso: el joven se autodenomina un âpetit francésâ de 22 años, nativo de Troyes, que trabaja todos los dÃas (no aclara de qué), pero el escándalo se desató cuando los lectores de Têtu, lejos de babearse ante la caripela de canallita de pelÃcula de Cadinot del rey del año nuevo, o de alabar el delicado trabajo de photoshop sobre sus músculos abdominales, denunciaron que Matthieu se habÃa manifestado, en Facebook, abiertamente simpatizante del FN de Marine Le Pen, al punto de anunciar que votarÃa a ese partido ultraderechista (aunque hasta ahora nunca votó en su vida). Como Têtu se autoproclama como una revista âgauchisteâ (de izquierda), su jefe de redacción, Yannick Barbe, anunció que cambiará las reglas del concurso y que, de ahora en más, se tendrá en cuenta no sólo la belleza fÃsica del candidato, el tamaño de su miembro o cuántas manos le entran en el culo, sino también, y sobre todo, lo que piensa del mundo. Como en los concursos de Miss Universo, donde importa tanto un buen par de tetas o una cinturita de avispa y unas piernas largas como la paz en el mundo y el hambre de los pueblos africanos. Un código de deontologÃa se incorporará a las fichas de los candidatos para el año próximo.
Chartraire ya expresó su tÃmida protesta: le parece que el asunto es discriminatorio. Tal vez tenga razón. Después de todo, no le preguntamos a la pin-up del mes o al chongo que nos la está poniendo qué piensa de los fondos buitre o de la cuarta categorÃa. Pero tal vez no la tenga (decida el lector): la belleza es una noción suficientemente totalitaria y represiva para, además, sumarle una fantasÃa derechista. Lo que queda claro es la mala conciencia parisina sobre estos asuntos que, para personas menos civilizadas, como nosotros, se resume en una simple indicación escópico-terapéutica: âHacete verâ.
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