El puede citar a Yves Saint Laurent y a Dior pero en su principio de sencillez y restricción (en el sentido de experimentación máxima dentro de una deliberada sÃntesis) está la sombra de la gran orfelina: Chanel. Semejante novela familiar: érase una vez un pueblo, unas tijeras precoces, el dibujo y el sueño del mundo. Y el negro. A su muestra en Osde, Pablo RamÃrez la bautiza un poco tautológicamente: Magia Negra. 121214
La alta costura de autor conoce dos movimientos básicos: la apropiación y el desplazamiento.
Cocó Chanel le sacó la ropa a sus amantes en el sentido menos erótico de la expresión. A Etiènne Balsam y a Boy Capel no sólo les hizo invertir en su local: a uno le copió un diseño de pantalones parecidos a los de montar, a otro el blazer. Al gran duque Dimitri, un Romanov que habÃa participado en el asesinato de RasputÃn, le copió y estilizó la rubachka, esa blusa que en Rusia era usada tanto por el zar como por los mujiks; al duque de Westminster, modelos de abrigos para ir a las carreras y el jersey negro de cuello alto.
RamÃrez hace alta costura con el logo visual de la servidumbre como si propusiera desayunar en Tiffany con improvisaciones geniales en torno al uniforme de la Cándida de Ninà Marshall y el atuendo de la aldea que se acompaña con un pañuelo negro anudado sobre la nuca. El blanco del vestuario de la criada, prueba de asepsia para el escrutinio patronal, suelen ribetear cuellos y puños en una cruzada de impecabilidad que es casi una cita higiénica. En cada pinza, pliegue, costura de una perfección que cita la de los grandes maestros, hay en los RamÃrez una estética de lo hacendoso en torno a un cuerpo fantasma: el de Dulce Liberal MartÃnez de Hoz.
En El declive del Hombre público Richard Sennett propone la moda como archivo de la historia polÃtica: cuando un acontecimiento pasa, sobrevive en la moda. Si las aristócratas ses pre guillotina utilizaban su cabeza como sala de exposiciones âel pouf au sentiment era una moda que permitÃa llevar en el cabello jardines sobrevolados por cupidos y mariposas y hasta un barco miniatura navegando entre bucles que simulaban un mar agitado â y la revolución dio lugar a las gargantas pintadas de rojo sangre como pasadas por el filo de Robespierre, RamÃrez lee la Patria con una suntuosa irreverencia. Su sombrero Sanmartiniano es de fieltro con cintas de gros âcomo si al libertador se le hubiera subido una pollera a la cabezaâ y atravesado por una escarapela de Swarovski. El fashion cruce de Los Andes ite la plebeya viscosa. La serie de Caperucitas Rojas citan al manto capuchino pero mejor a la Mazorca.
En colecciones que no forman parte de la muestra RamÃrez estiliza el sombrero panza de burro, que según los historiadores insidiosos es el único rio de moda argentino: el resto serÃa un cocoliche visual entre lo británico, lo hindú y lo español.
El vestido en forma de corola âpieza centralâ, una copa fúnebre sujeta a un corset de quirúrgicas pinzas parece contener el saber en geometrÃa de las tejedoras ranqueles âellas teñÃan directamente las hebras que usarÃan para sus complejas guardas simbólicas antes de tejer y no después: pieza totalmente emancipada de su función no tiene nada que envidiarle a cacareada La bailarina de Jeff Koons, ese forastero.
Magia negra, se puede visitar este
viernes y sábado de 12 a 20,
Fundación Osde, Suipacha 658
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