Que Woody sÃ, que Woody no. Que no ver más sus pelÃculas, o que verlas sin pensar en las denuncias de abuso de su hijastro o sin recordar que se casó con su hija adoptiva. La cosa es que en su pelÃcula que se estrenó la semana pasada en Buenos Aires, Café Society, Allen regresa a una de sus habituales historias y construye un triángulo amoroso que une a un prominente representante de Hollywood, a un sobrino un poco caÃdo del catre, y a su lindÃsima y misteriosa secretaria. x155j
Y a esa lindÃsima chica nos quedamos prendidas en estas semanas, más que a la peli de Woody. Enganchadas a Kristen Stewart, a sus pantalones raÃdos que se detienen de su caÃda libre justito ahÃ, en la cadera, a sus ojeras negro koala de una noche que no termina, a su pelo platinado y esas raÃces oscuras de â¿qué onda? no me importaâ, más que a su atuendo pin up y peinado al agua de la década del 30. Ya la habÃamos visto por el barrio, de la mano de la cancherÃsima Soko, una cantante sa que le dio más de unos besos ante las cámaras indiscretas de los paparazzis que seguÃan a una de las nuevas caras de Hollywood, nada más ni nada menos que a la actriz que habÃa cultivado todos los suspiros con la juvenil saga de Crespúsculo, y estaba haciendo las cosas tan bien para el puritarismo hollywoodense que hasta se habÃa enganchado con su pareja en la ficción. Es que a veces es tan lindo cuando esos mundos se mezclan y se pasa de la ficción a la realidad. Pero Kristen no hacÃa las cosas del todo bien, alguna incomodidad con su papel en la vida real, algún cosquilleo que estaba ahà y bueno, una indiscreción que se coló entre los periodistas y pum: se convirtió en la malvada que le metió los cuernos a un novio tan lindo (Robert Pattinson). A Kristen no le importó y se fue a ParÃs a besarse con Soko. En esa época decÃa que vivÃa su bisexualidad con libertad. Que se enamoraba de personas sin importar su sexo. Siempre una puerta abierta hay que dejar para contentar a tanto director que espera que sea (como en esta pelÃcula de Allen) parte de un triángulo amoroso que la tiene como única chica. Pero en esta vida, de este lado, está Kristen con gorra para atrás amarradÃsima a la cintura de su novia (Alice Cargile) una productora rubia que le clava las miradas más sexys. Como otra actriz de su generación, Ellen Page (la de Juno, ¿la recuerdan?, esa hermosa adolescente que afrontaba un embarazo con humor e ironÃa), que ante el estreno de una pelÃcula taquillera como X-Men realizó su comming out con discurso muy sentido en una fundación de apoyo a los Derechos Humanos. Igual Kristen eligió el estreno para estrenar también nuevas formas de entrevistas: âAhora mismo estoy muy enamorada de mi novia. Hemos terminado y vuelto un par de veces, pero siento que por fin puedo sentir de nuevoâ. Kristen, corazón, en este barrio las idas y vueltas nos enrollan en un continuum hermoso y ya no son necesarias tantas justificaciones. Más nos gusta cuando la boca se te ensucia un poquito y declaras: âVivo en la fucking ambiguedad de esta vida y lo amoâ. Esa ambigüedad es también la que le permite surfear las olas de crÃticas que le llegan como las ráfagas de viento que la despeinan y nos dejan ver esos ojazos celestes y rockeros.
Lo que pareciera que está preparando en realidad Kristen es el estreno en octubre de una pelÃcula, más independiente que la de Woody: Certain Woman, dirigida por Kelly Reichardt dónde interpreta a una abogada lesbiana, o un poco, o con ganas de probar. Como ella antes de este coming out que nos ratonea tanto. Porque sabe Kristen como garpa ese mezcladito de ficción y realidad, eso de lo que están hechas las fantasÃas. Bienvenida a las nuestras.
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