La ciudad de adobe más antigua descubierta hasta ahora es Catalhoyuk, levantada unos 8000 años a.C. en la penÃnsula de Anatolia. Sus casas no tenÃan puertas ni ventanas y se entraba a ellas por el techo. IncreÃblemente, centenares de esas paredes aún se mantienen en pie. Pero más curioso aún resulta pensar que numerosas culturas de los cinco continentes âque hasta hace pocos siglos no tenÃan o entre sÃâ, desarrollaron exactamente la misma técnica de moldear ladrillos con barro, arena y paja. El éxito del adobe a lo largo de los milenios se explica porque es muy barato, sus materiales están en todos lados al alcance de la mano, son resistentes al fuego y aÃslan muy bien tanto del frÃo como del calor. Teniendo en cuenta esto, no deberÃa sorprender en lo más mÃnimo que en pleno siglo XXI millones de personas en el mundo sigan viviendo en casas de adobe. 323n6s
RASCACIELO EN EL DESIERTO En Yemen âel paÃs de los Reyes Magosâ se levantan en medio del desierto unos edificios centenarios de adobe que alcanzan los ocho pisos, apretujados uno junto al otro detrás de una muralla rectangular. Es Shibam, una ciudad con 500 construcciones únicas en el mundo, consideradas los primeros rascacielos de la historia.
El valle de Hadramawt, ubicado en el extremo meridional de la PenÃnsula Arábiga, bordea el bÃblico mar Rojo y fue por siglos el eje de la llamada Ruta del Incienso, por donde los Reyes Magos llevaban su aromático cargamento. En su centro exacto está Shibam, una de las ciudades surgidas alrededor del siglo II a.C. Pero lo singular de la antigua Shibam son sus edificios, que se construyeron con ladrillos de adobe hace por lo menos 500 años, cuando en ningún otro lugar del mundo se levantaban viviendas comunes de siete u ocho pisos, y mucho menos de adobe.
La mayorÃa de los edificios fueron reconstruidos sobre cimientos originales de piedra que pueden llegar a tener mil años de antigüedad. En total hay 500 de entre cinco y seis pisos, y unos pocos que llegan hasta el octavo. Además hay varias mezquitas. La gran pregunta aquà es por qué construyeron estos edificios apretujados uno contra el otro en medio del desierto, donde lo que sobra es espacio para extenderse hacia los alrededores. La explicación es que Shibam creció verticalmente âigual que las ciudades modernasâ, justamente por falta de espacio, ya que fue rodeada en el siglo XVI por un gran muro rectangular de medio kilómetro cuadrado que alguna vez le sirvió de protección. Y una vez aprisionada intramuros, la ciudad debió crecer hacia arriba.
En las estrechas callecitas medievales de Shibam no hay espacio para circular con autos, asà que los medios de transporte son de tracción a sangre. La suciedad y los malos olores suelen desencantar a los viajeros que se atreven a internarse en el paÃs donde Pasolini filmó Las Mil y Una Noches sin necesidad de escenografÃa.
El templo más grande de Shibam es la Mezquita del Viernes, ubicada en el corazón de la ciudad y rodeada por rascacielos de adobe. Fue construida en 753, aunque la mayor parte del edificio actual data del siglo XIV. Sus ladrillos rojos horneados âtÃpicos de las construcciones de la época de Abbasid, siglo IXâ son únicos en la ciudad. La torre del minarete data del siglo XVI y quedan también restos del edificio del siglo IX.
Los edificios de Shibam suelen tener una base con gruesas paredes de hasta un metro de ancho que se angostan hasta los 30 centÃmetros en los pisos superiores, los cuales se van agregando como si se sumaran cuartos a una casa en la parte de atrás. La planta baja se usa a veces como almacén y el primer piso suele ser el establo de unos pocos animales. Hacia arriba comienza la demarcación fÃsica que separa los mundos de los hombres y las mujeres. El segundo piso es el espacio de estar principal para los hombres y el tercero es donde habitualmente pasan el dÃa las mujeres de la familia (allà está la cocina). En el tercero y el cuarto piso están las habitaciones, donde suele haber un pasadizo que conecta con la casa del vecino. De esta forma las mujeres visitan a sus amigas de la casa de al lado sin necesidad de salir a la calle. El promedio de pisos en la ciudad es de cinco, pero en aquellos edificios que llegan hasta ocho los últimos también corresponden a las habitaciones. También existe un necesario y estricto código de conducta para evitar que los vecinos se espÃen unos a otros desde las terrazas y ventanas.
ADOBES DE CHAN CHANEl saber mitológico de la cultura chimú âsiglos XII a XVâ enseña que Tacaynamo llegó por mar al norte de Perú en una flota de balsas con su corte y sus guerreros. De él se sabe poco más que su nombre y que fue el fundador de Chan Chan, una prodigiosa ciudad de adobe levantada en el desierto, que llegó a ser la más grande en su estilo construida en América. La fuente de esta leyenda es una escueta Historia anónima recopilada por un cronista español. Y a partir de allà se puede inferir que hubo un par de manos originarias que moldearon el primer ladrillo, y que hubo una primera cuadrilla de hombres que levantaron la primera pared.
Desde ese momento hasta la destrucción final de Chan Chan por los incas en 1470, pasaron casi 900 años y diez soberanos chimú. Guacricaur y Ãancenpinco habrÃan sido hijo y nieto del venerado Tacaynamo, y detrás de ellos el linaje produjo ocho soberanos más. Diez es también el número de enormes ciudadelas amuralladas âuna por soberanoâ, que encerraban cada una un laberinto rectangular de calles con pirámides, palacios y casas de adobe.
Chan Chan está ubicada en el Valle de Moche âa mitad de camino entre los balnearios de Huanchaco y la ciudad de Trujilloâ, en el departamento de La Libertad. Es un inabarcable sitio arqueológico de 20 kilómetros cuadrados compuesto por las diez ciudadelas, numerosos canales de irrigación y algunas pirámides solitarias. Por ser de adobe, su estado de conservación es pobre aunque en el sector del Palacio Nik an âel único que se visitaâ, las correctas restauraciones permiten caminar por calles y barrios de casas de adobe sin techo, casi igual que en alguna de las intactas callejuelas de Pompeya.
Uno de los aspectos curiosos de Chan Chan es su precisa planificación urbana. La más grande de las ciudadelas âllamada Gran Chimúâ, mide 600 metros de largo por 360 de ancho, rodeada por muros de hasta 12 metros de altura. TenÃan una sola entrada, lo cual permitÃa un control muy estricto del ingreso, aunque no se sabe muy bien si las murallas tenÃan un fin defensivo, ya que en la parte superior carecen de corredores.
Las paredes de los principales palacios âsolo queda eso, paredes de hasta 2 metros de altoâ, están decoradas con toda clase de altorrelieves de arcilla y millares de nichos donde se cree que iban colocadas estatuas de oro y plata que se han perdido. Pero quizás el tesoro mayor de Chan Chan sea el arte de sus muros en altorrelieves moldeados con arcilla. Estos maravillosos es están en todos los edificios importantes con modelos de suma sencillez pero dueños de una estética única y sugerente que combina formas geométricas abstractas con motivos inspirados en la naturaleza, como filas de peces, aves, lagartos, algas, calamares y seres fantásticos surgidos de la imaginación chimú.
BARRO CATAMARQUEÃO En el desértico oeste de Catamarca sobrevive un submundo de construcciones de adobe que comenzaron a levantarse en el siglo XVII âcuando la región aún era tierra diaguitaâ y siguió desarrollándose durante la colonia hasta nuestros dÃas. Es la Ruta del Adobe âque abarca unos 55 km entre los pueblos de Tinogasta y Fiambaláâ, donde hay iglesias y oratorios de comienzos del siglo XVIII y están los restos de una ciudad diaguita hecha también en adobe. Pero lo más significativo es que esa âcultura del adobeâ prefigurada por los diaguitas sigue vigente hasta hoy en pueblitos donde casi todas las casas son de ese material. Y no son sólo las casas viejas âde hasta 200 añosâ sino también a veces las nuevas, que se siguen construyendo con variantes de aquellas técnicas.
En el pueblo de Tinogasta â6 mil habitantesâ el 70 por ciento de las casas es de adobe, muchas de ellas incluso con piso de tierra y techo de caña. Pero esto no es necesariamente una señal de pobreza sino una tradición práctica y económica que consiste en vivir en unas casas que mantienen el calorcito en invierno y el frescor en los calcinantes veranos de Catamarca.
Saliendo de Tinogasta por la Ruta Nacional 60, 15 km hacia el norte se llega a El Puesto, un pueblito de 500 habitantes que parece detenido en el tiempo, con casi todas sus casas de adobe. Allà está el Oratorio de los Orquera, una exquisita pieza arquitectónica de adobe resuelta con magistral sencillez en 1740.
Unos kilómetros más adelante aparece cerca de la ruta una iglesia en medio de la nada con las montañas al fondo. A simple vista resulta inexplicable que semejante iglesia, con un elegante portal neoclásico, haya surgido sin una sola casa alrededor. Pero en verdad es la iglesia del pueblo de La Falda, que fue llevado por el rÃo en 1930. Por eso el pueblo está ahora a unos kilómetros de allÃ. Y como la iglesia habÃa quedado en ruinas, fue restaurada en 2001.
Desde El Puesto, la Ruta 60 sigue con rumbo norte hacia Anillaco âno confundirlo con el célebre pueblito riojanoâ en paralelo a las Sierras de Fiambalá. A los 5 kilómetros un camino de tierra que sale de la ruta conduce hasta la solitaria iglesia de Anillaco âlevantada en 1712â, la más antigua de las que permanecen en pie en la provincia.
La Ruta del Adobe termina en las afueras del pueblo de Fiambalá, en el Templo de San Pedro, levantado en 1770. Su exquisita factura de adobe encalado tiene influencias del estilo colonial boliviano, con un pequeño muro perimetral y un alto campanarioz
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