âSi diez años después / te vuelvo a encontrar / en algún lugar, / no te olvides que soy /distinto de aquél, pero casi igual.â La letra de la canción también podrÃa estar hablando de Nueva York. Igual y diferente, la ciudad que a lo largo de los siglos se adaptó a las luchas territoriales con los indÃgenas, a las guerras de independencia, a las oleadas inmigratorias y a los derrumbes bursátiles también pudo superar los ataques del 11 de septiembre con los que pisó trágicamente el umbral del siglo XXI. Pero no sin marcas. Parte de esas marcas âseguramente las más superficialesâ hoy son objeto de la curiosidad y el homenaje de los visitantes y se incorporaron definitivamente al paisaje de un paseo neoyorquino. 14254
FREEDOM TOUR Hasta hace diez años, el Lower Manhattan âes decir la parte más baja de la penÃnsulaâ era sobre todo el distrito financiero y aquel donde nació el asentamiento que con el tiempo se transformarÃa en la imponente Gran Manzana. Allà está precisamente Wall Street, o âla calle de la murallaâ âhoy desaparecidaâ que habÃa sido levantada durante el siglo XVII por los colonos holandeses, con madera y adobe, para frenar el avance de los indÃgenas, habitantes ancestrales del lugar. Desde 2001, sin embargo, Lower Manhattan es también el sitio del 11 de septiembre, el mismo que una asociación llamada âAlliance for the Downtown New Yorkâ se esfuerza en recuperar y promover como destino turÃstico y de negocios: los esfuerzos no fueron en vano, considerando que según la organización unas nueve millones de personas lo visitaron el año pasado y la cantidad de hoteles establecidos en esa zona se triplicó. Y si la recuperación es bienvenida, también provoca inquietud, por la inadecuada asociación entre el turismo y el lugar de una tragedia.
Esta semana abrió sus puertas el monumento en homenaje al 11 de septiembre, ubicado en el sitio preciso donde estaban las Torres Gemelas, lo que se llamó significativamente âGround Zeroâ o âZona Ceroâ después de 2001: sobre esas seis hectáreas hay ahora una plaza con dos grandes cascadas y cientos de robles blancos. Un máximo de 1500 personas por vez pueden ingresar y hay que tomar recaudos: aunque es gratuita, la entrada debe ser reservada por anticipación y se estima que ya está todo tomado al menos hasta mediados de octubre. El año próximo se espera también la inauguración de un pabellón donde funcionará el Museo del Memorial del 11 de Septiembre.
Con un indiscutible sentido de la oportunidad, algunas agencias neoyorquinas ya están ofreciendo a los visitantes el NYC Freedom Tour, un recorrido guiado que incluye paseos en bote y se enfoca sobre todo en tres lugares: la Estatua de la Libertad, el Memorial del 11 de Septiembre y el Puente de Brooklyn. Tragedias aparte, las cosas se hacen a la americana y el marketing manda, prometiendo âlas mejores oportunidades de fotosâ y âuna experiencia única en Nueva Yorkâ. La visita incluye el Memorial en homenaje a los bomberos socorristas, la capilla de St. Paul âdonde se concentraron los auxilios en 2001, pero también durante el destructivo incendio que sufrió la ciudad en 1776â y la Trinity Church, en la esquina de Broadway y Wall Street, cuya cruz dorada daba la bienvenida âantes de la proliferación de los rascacielosâ a los barcos que arribaban al puerto en el siglo XIX.
DEL OTRO LADO DEL PUENTE El parque junto a la autopista que une Brooklyn y Queens es uno de los mejores lugares para divisar y fotografiar la cambiada âskylineâ neoyorquina (la silueta con las torres desaparecidas se evoca precisamente desde una vieja foto en blanco y negro). Desde aquà se ven el Lower Manhattan, el South Street Seaport, el East River y por supuesto el Puente de Brooklyn. El Brooklyn Hights Promenade, que es bien conocido por sus apariciones cinematográficas, se extiende a lo largo de alrededor de un tercio de milla y también permite otra vista clásica de Nueva York: la Estatua de la Libertad. Pero al mismo tiempo ofrece asomarse a otro aspecto de la vida de la ciudad, un aspecto más cordial y cotidiano, hecho de un vaivén de gente común que vive en esta zona bien conocida pero menos cotizada. Asimismo, el Distrito Histórico conserva las huellas del primer asentamiento holandés en la futura Nueva York y permite conocer algo más sobre ese pasado colonial de la ciudad que es difÃcil de percibir para el visitante primerizo, a veces apabullado por las luces, el movimiento y tránsito.
Volviendo a Manhattan, también existe la posibilidad de realizar un recorrido guiado por Ground Zero junto con personas que de un modo u otro fueron afectadas directamente por el 11 de septiembre, la forma que algunos encontraron de satisfacer la curiosidad ajena, y al mismo tiempo sumergirse en una evocación casi constante. La visita homenaje incluye el Tribute WTC Visitor Center, donde una sucesión de cinco galerÃas exhiben recuerdos âcon un tono muy personalâ relacionados con las Torres Gemelas, los ataques y los esfuerzos de reconstrucción. Finalmente, se puede acceder libremente a otro homenaje cercano, el 9/11 Memorial Preview Site, cerca del antiguo sitio del World Trade Center, que muestra lo que será el futuro museo a inaugurarse el año próximo mediante maquetas, renders, videos, planos y fotografÃas.
Mientras tanto, la afluencia de visitantes no cesa. El Memorial y el Museo esperan unos cinco millones de visitantes, pero la ciudad tiene todavÃa una cuenta pendiente: la construcción de una mezquita en el Lower Manhattan, que nació como la idea de un rascacielos de acero y vidrio âel âproyecto Park 51ââ pero hasta ahora sólo encontró obstáculos para su realización
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