Aves navegantes
El sendero de interpretación mide 200 metros y llega hasta una punta de piedra rojiza que entra en el mar. Desde aquà los pingüinos realizan verdaderos clavados de baja altura y se los ve pasar en grupos de caza nadando a gran velocidad (alcanzan los 24 km/h y una profundidad de 80 metros). Luego saltan como delfines para salir a respirar. Su cuerpo es hidrodinámico y las alas son en verdad aletas. El denso plumaje está dispuesto a la manera de escamas y las patas están muy atrás para favorecer la natación, al tiempo que la cola oficia de timón. El cuerpo está cubierto por una capa de aceite que produce una glándula ubicada en la parte trasera para mantener el calor en las frÃas aguas del sur. Los pingüinos pertenecen al mar âincluso duermen en el aguaâ y sólo salen a tierra para cumplir con el ritual de la reproducción.
Fuera del agua demuestran una torpeza absoluta. Se lo ve parados en la costa, como expectantes frente al mar, hasta que uno de ellos inicia un correteo y un grupo comienza a seguirlo hasta que se zambullen de panza sobre las olas.
En la pingüinera el bullicio de graznidos es constante. Las parejas se llaman continuamente (siempre queda uno empollando en el nido âel macho o la hembraâ mientras el otro va al mar en busca de comida). Su voz suena como un rebuzno que repiten y repiten extendiendo las aletas con el cuerpo arqueado para atrás y el pico abierto hacia el cielo. Los pingüinos son bastante confiados. Si uno se acerca lentamente puede llegar a un metro de ellos. Pero a esa distancia comienzan a mover la cabeza en zigzag para enfocar alternadamente con cada ojo lateral al intruso, preparándose para lanzar el picotazo si avanza un paso más. De más está decir que no hay que tocarlos.