Así que entonces lo imagina, como si lo escribiese. Y no lo escribe pero --ZAM!-- sí lo piensa Rodríguez ahora. Y lo escucha: ese sonido. Pero no. Eso que Rodríguez escucha es, apenas, el último aliento de su aire acondicionado marca --aunque ustedes no lo crean-- Nirvana. Sobrecargado y fundido. Y Rodríguez --escalofriado-- calurosamente le agradece servicios prestados pero ya sin garantía de arreglo. Y lo aplaude con una sola mano. Con la otra espanta espantosos mosquitos.
Este es un contenido original realizado por nuestra redacción. Sabemos que valorás la información rigurosa, con una mirada que va más allá de los datos y del bombardeo cotidiano.
Hace 37 años Página|12 asumió un compromiso con el periodismo, lo sostiene y cuenta con vos para renovarlo cada día.