Entonces, en un recorrido de once canciones que van de la antigüedad ("Rasguña las piedras") al Charly más reciente ("La máquina de ser feliz"), Hilda regala belleza sin reservas y sin fallas. Cada quien tendrá su momento favorito dependiendo de sus preferencias garciescas; será la emocionante "Cómo mata el viento norte" o la invitación al bailongo de "Bancate ese defecto" y "Nos siguen pegando abajo" a puras cuerdas, o el recuerdo de los densos '70 en "Grasa de las capitales" y "Desarma y sangra", el tono lúdico de "La canción del indeciso" o el muy necesario recuerdo de "Los dinosaurios", página clave para ejercer la memoria en estos tiempos de negacionismo y reivindicación del genocidio.
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