La concurrencia de las caravanas por la calle y el gath Dashashwamedh hasta el Ganges en Varanasi también responden a una demanda turística a lo Disneylandia. Es que la crisis de la sociedad de consumo occidental encontró en el hinduismo un refugio hacia donde escapar, a veces con más conocimiento sobre la materia, aunque esto no siempre resulta indispensable para ocasionales feligreses por un día. Con eso, llegó la mercantilización de la antimercantilización: cursos fast-food de yoga, relajación a domicilio, libros de autoayuda para desconsolados sin remedio, gurúes montados sobre corporaciones millonarias y el a la espiritualidad como si se tratara de un spa. No muy distinto a quien cree que por ir de shopping o cortarse el pelo podrá cambiar su alma en pena. La Verdad (si es que acaso existe y no es sólo una entelequia construida por el hombre) se encontrará en cualquier lado, incluso en los puestitos callejeros de Varanasi y en sus paquetitos de sándalo. Aunque no hace falta viajar tan lejos y dar la vuelta al mundo: jamás estará demasiado lejos de uno mismo.

Este artículo fue publicado originalmente el día 19 de febrero de 2025

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