
El rol de esa abrumada protagonista corre por cuenta de Natalia Oreiro, que vuelve a confirmar su calidad actoral. Su trabajo no necesita de un histrionismo ampuloso y subrayado, sino que a través de gestos contenidos es capaz de maximizar su capacidad expresiva. Eso explica que buena parte de la película esté construida a partir de primeros planos sostenidos, en los que la expresión cada vez más exhausta de Oreiro resulta siempre elocuente. Quizás el punto cuestionable de La noche sin mí tenga que ver con la manifiesta voluntad del guion de empujar a su protagonista siempre un escalón más abajo, hacia un abismo del que parece imposible salir, incluso cuando la noche en cuestión ya quedó atrás y el nuevo día se abre como la continuidad de un ciclo sin fin.
Último de los tres documentales entre los 14 largometrajes que integraron la Competencia Argentina, Presente continuo resulta el más genuino, el que menos expuesto deja el mecanismo formal que lo sostiene y, sobre todo, el más conmovedor. Con diferencia. Se trata del retrato que el cineasta Ulises Rossell realiza de su hijo Lisandro, un adolescente diagnosticado dentro del espectro autista que comienza a transitar su pasaje hacia la vida adulta. Momento de gran intensidad en la vida de cualquier chico, que en este caso suma niveles adicionales de complejidad.
Junto a Lisandro siempre está su madre, la actriz Valentina Bassi, que, como el personaje de Oreiro, hace malabares para cumplir con sus múltiples tareas. Al contrario de la ficción, ella no se quiebra ante el aumento de la dificultad. Su hijo es un chico activo y enérgico al que ha aprendido a entender, a pesar de que su crecimiento ha hecho que algunas situaciones se vuelvan más difíciles de manejar, sobre todo desde lo físico. Aun en los momentos más incómodas, Bassi nunca pierde esa sonrisa enorme que la identifica, aunque a veces por detrás del gesto alcance a asomar la puntita de un cansancio que ella enseguida se esfuerza en hacer desaparecer.
Rossell observa todo simulando esa distancia que se supone el documentalista debe mantener con los sujetos que retrata. Sin embargo, es imposible no percibir el amor que habita cada plano, la ternura que guía cada travelling detrás de ese chico inquieto al que la madre debe correr, literalmente, unas cuantas veces. De esta forma, el director confirma la enorme capacidad para registrar la realidad sin resignar emoción que ya exhibió en trabajos anteriores. El corte abrupto del plano final sugiere una continuidad y ofrece un sentido posible para el título de la película: un presente continuo abriéndose como un destino inevitable para los papás de Lisandro.
Habitué de esta sección desde el estreno de Smog en tu corazón en la edición de 2022, Lucía Seles vuelve a ofrecer una inmersión en ese universo con extrañas reglas propias en las que transcurren sus películas. the bewilderment of chile (así, todo en minúscula, siguiendo la particular grafía que el director aplica a los textos de sus películas) es otro relato coral con personajes y situaciones que solo pueden existir en sus ecosistemas cinematográficos. Se trata de una saga familiar protagonizada por tres hermanos españoles y sus hijos, de una dinastía que regentea las dos confiterías Ritz de la ciudad de La Plata.
Es inútil dar más detalles de las historias que se tejen en the bewilderment of chile, en tanto la intención de Seles parece haber sido la de llevar al mínimo el elemento narrativo, reduciendo cada situación a una serie de diálogos basados en repetir una y otra vez los mismos conceptos. Como en sus trabajos anteriores, un texto que funciona como voz en off de un narrador hipotético realiza una serie de acotaciones al margen, usando un lenguaje en el que palabras e idiomas se combinan con símbolos, generando una capa adicional de extrañamiento. La película ofrece momentos de gracia genuina, pero que solo disfrutarán los que sean capaces de entrar en el código Seles. No es menos cierto que el director comienza a mostrar signos de estancamiento, después de más de diez películas reutilizando una y otra vez las mismas fórmulas, igual que los personajes de the bewilderment of chile repiten y repiten siempre lo mismo. Como los chicos.
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