
FORMAS PRIMITIVAS
El disco comenzó a tomar forma durante la pandemia, cuando Meme, su esposa y sus hijos salieron de Ciudad de México y se instalaron en Valle de Bravo, un pueblo de colinas y lagunas ubicado al sudoeste de la capital y originalmente llamado Temascaltepec (“Lugar en el cerro de los baños de vapor”). “Es un entorno donde la naturaleza es lo que comanda”, cuenta. “Una región montañosa, húmeda, muchos bosques, exuberante. Y suena trillado, pero encontrar ese ritmo diferente al de la ciudad me ayudó a tirar de algunos hilos que estaban por ahí y a los que no les había seguido el ritmo. Es algo que empezó a manifestarse de pronto. No es que dije ´Bueno, ahora quiero aprovechar este entorno de inspiración o lo que sea’. Sencillamente salieron”.
Algunas de esas canciones nacieron de una manera más tradicional, acompañado por un teclado o la guitarra, y otras salieron de ejercicios de estudio, probando sonoridades, rítmicas y diferentes instrumentos: “Cuando me di cuenta ya estaban bastante producidas, construidas. Orquestadas, por así decirlo. Por lo general, en Café Tacvba intentamos llevar canciones en su forma más desnuda o primitiva, donde el grupo es el que acaba dándoles una dirección y un entorno que las convierte en lo que terminen siendo. Pero con estas sentí que llevar al grupo algo tan resuelto no funcionaría. Y fue ahí que busqué a Gustavo Santaolalla, que produjo nuestros discos desde el comienzo de la banda y es alguien en quien tengo mucha confianza, y le dije: ‘Oye, necesito mostrarte algo. ¿Nos juntamos?”.
Veintitrés años atrás, durante la grabación de Cuatro caminos, Santaolalla había tenido un rol fundamental para que Meme fuera la voz principal de “Eres”, la canción que se convertiría en el éxito comercial más grande de Café Tacvba y la que los terminó de posicionar a nivel mainstream en todo el continente. Pero “Eres” fue sobre todo una bisagra para Meme, que de pronto se convirtió en una figura mucho más protagónica en los conciertos. En Bailando por nuestra cuenta, la biografía de la banda escrita por el mexicano Enrique Blanc, Meme cuenta que inicialmente no había considerado cantar esa canción pero que terminó haciéndolo a partir de la insistencia del productor argentino, y que eso finalmente lo llevó a descubrir un ida y vuelta con la gente que antes, desde su puesto detrás de los teclados, concentrado en disparar secuencias y preparar la canción que sigue, no había experimentado.
“Llamé a Gustavo a partir de la necesidad de encontrarme alguien que tuviera esa perspectiva que yo no podía tener”, señala Meme durante la entrevista. “Pero también era alguien con quien puedo tener esta intimidad y esta confianza de hablar acerca de mi estado emocional en relación a estos canciones. Alguien que me podía dar esta perspectiva de qué estaban diciendo, o si eran buenas, si eran malas, si había algo o no. Cuando escribo una canción siempre la estoy pensando en términos de cómo sonará cuando la cante Rubén. Pero acá Gustavo me hizo notar que tenía un posible proyecto casi concluido, ya bastante arreglado y demás. Me ayudó a resumirlo, a darle más sentido, a terminarlas de detallar... Y así fue que terminamos coproduciendo este proyecto”.
UNA COSA CÓSMICA
La charla pronto deriva en las primeras visitas de Café Tacvba a nuestro país, especialmente una: aquella en el Estadio Obras Sanitarias en julio del 2000 donde abrieron para Gustavo Cerati, que estaba en plena era Bocanada, mientras que el cuarteto mexicano presentaba por estas tierras su disco doble Revés/Yo Soy. Una de esas juntadas de artistas en picos creativos que a la distancia se vuelven míticas: “Pues mira, me acuerdo muy a detalle de todo”, cuenta Meme. “Fueron dos noches. La segunda era un sábado, y al día siguiente eran las votaciones presidenciales en México y nos sentíamos con una responsabilidad para ir. Así que terminamos de tocar y nos despedimos y nos fuimos rápido, aunque ahora, mirándolo a la distancia, por supuesto me habría quedado”, se lamenta. “Era un momento donde el grupo estaba realmente siendo reconocido aquí en Argentina, nos estaban demostrando su cariño, su aceptación. Y aparte era tocar junto con Gustavo y su grupo, con esta obra maestra que hizo... Cuando íbamos camino a Ezeiza estaban transmitiendo su show en directo, creo que por la Rock and Pop. Y no se me olvida la sensación de esa noche de sábado de salir de Buenos Aires escuchando a Cerati con el paisaje del camino hacia el aeropuerto. Una cosa cósmica, espiritual, romántica... Ahora cada vez que escucho Bocanada me remite a esa noche”.
Ese viaje en auto, a su vez, le disparó una serie de recuerdos de su adolescencia: “Uno de mis primeros shows a los que asistí como espectador fue en la primera visita de Soda Stereo a Ciudad de México en 1987. Tocaron en un lugar que se llamaba Hotel de México, en una sala muy grande, de los primeros conciertos que llegaron de rock en español. Y yo estaba ahí, al frente de todo, y bailé, y brinqué. Entonces estaba esa cuestión de que años antes de que existiera Café Tacvba yo había ido a ver a este grupo que venía desde tan lejos. Y después, de pronto, estaba tocando con Gustavo en el escenario y luego lamentando que tuviéramos que irnos. Fue un momento artístico muy potente, y sin duda una muy linda memoria”.
CIUDAD SATÉLITE
Estrellita uno, dos, tres y cuatro: así se llamaban los sucesivos niveles del curso infantil de teclados Yamaha al que el pequeño Emmanuel del Real Díaz, nacido en el DF en 1969, asistía en su infancia. Lo acompañaba su padre Manuel, líder de una banda que interpretaba versiones de canciones populares donde los invitaran: “Tocaban en bodas, graduaciones y otras celebraciones”, recuerda Meme. “Mi papá tenía algunos amigos que hacían publicidad, y un día de pronto nos invitaron a mí y a mis hermanos para cantar jingles en algunos comerciales de aquellos días... Esos fueron mis pininos en la música”, ríe. Su formación musical continuaría durante su adolescencia y luego a la par de una carrera universitaria en Ingeniería Electrónica que abandonó a pocas materias de terminar.
“Me faltó un semestre”, recuerda. “Con Café Tacvba sacamos nuestro primer disco mientras yo seguía yendo a la universidad. Pero de pronto nuestro calendario de promoción y de compromisos con la compañía de discos me empezó a demandar más de lo que había imaginado. Hablé con mis posibles maestros de los siguientes cursos y pues no. O sea, me dijeron: ´Si no estás aquí presente va a ser difícil’. Fue así. Un tiempo antes habían llegado mis amigos y me preguntaron ‘¿Tú tocas el piano? ¿Quieres tocar con nosotros?’. Y yo, ‘Pues sí, mientras pueda seguir con mi carrera’. Pero al final elegí seguir al grupo. Me dije: ‘De aquí la escuela no se va a mover, así que en cualquier momento puedo regresar’”.
En aquellos primeros días, Rubén, Joselo, Quique y Meme citaban en entrevistas a la Virgen de Guadalupe, los Sex Pistols, Los Tigres del Norte, Everything But The Girl y Chavela Vargas, mientras que sobre el escenario cruzaban elementos de culturas originarias con influencias del pop y el punk, todo interpretado con instrumentos acústicos, baterías programadas por Meme y un vestuario colorido y atípico para lo que en general se esperaba de una banda de rock. Eso llevó a que el recibimiento que tuvieron sus primeros años estuviera muy lejos de ser el que se ganarían después. Del lado más conservador de la escena les tiraban cosas, los tildaban de maricones y les enrostraban que una banda vestida como ellos, y encima sin baterista, no podía nunca ser rock. Y del otro, la intelligentsia del rock mexicano los ninguneaba y se resistía a tomarlos en serio.
“Estábamos en busca de nuestra identidad, tratando de representar nuestro entorno, ese contexto cultural en el que crecimos, que tenía que ver mucho con nuestra ciudad y con toda la cultura latinoamericana, la mexicana y lo que nos llegaba del exterior”, recuerda Meme. “Veníamos de un barrio al norte del DF, Ciudad Satélite, que era era la periferia. En el DF había toda una movida mucho más... Déjame encontrar la palabra... Más asimilada, de donde venían intelectuales y gente que hacía cine, música, etcétera. Todas cosas que pasaban en lugares donde no estábamos. Cuando salimos y empezamos a tocar, teníamos un poco el estigma ese de ‘Ellos son satelucos’. Como que no éramos de esa misma pandilla de la cual salía toda la cuestión musical e intelectual. Hubo como cierta resistencia a lo que hacíamos, pero eso reforzó nuestra identidad. Porque veníamos del rock, pero también veníamos de muchos otros lados que no eran considerados ‘cool’. No teníamos ganas de vestirnos con chaquetas de cuero y esas cosas, tampoco íbamos a cambiar nuestro sonido para agradar. Y entonces salimos a defender eso”.
Todo lo que llegó después es bien conocido. A partir de su segundo disco, Re (1994), los años noventa encontraron a Café Tacvba conquistando el continente a fuerza de explorar las vetas creativas que imaginaban sin imponerse límites, mientras que en las letras abordaban temáticas y géneros inusuales para el rock de aquellos días, desde avistajes de ovnis en el campo a boleros con protagonistas de pueblos originarios o romances pop en bares gay. Meme desde entonces se encargó de escribir buena parte de las canciones, mientras que sobre el escenario suele bailar y hacer coros detrás de los teclados y las secuencias rítmicas: recién con el disco Cuatro caminos (2003), comenzaron a usar baterías. En la biografía de Blanc, Meme da algunas claves sobre su percepción del lugar que ocupa en la banda: “La música siempre me afectó más armónicamente que conceptualmente. En el grupo hay algunos que están más en función del concepto, pero a mí me tiene que mover más en ese sentido. Tiene que ver con la relación que tuve con la música en general, pero sobre todo con obras clásicas de piano que, quizá por ser instrumentales, me impactaron y me siguen impactando”.
DEL CUELLO PARA ABAJO
A comienzos de la década pasada, una editora amiga invitó a Meme a entrevistar a Brian Eno durante la primera visita del productor británico a México. Esa charla reforzaría algunos de los conceptos que el tacvbo traía con respecto al tipo de canciones que quería escribir. “Ese día estaba tremendamente nervioso”, ríe. “Mi amiga era directora editorial de una revista y me dijo: ‘Oye, viene Eno, ¿te gustaría entrevistarlo?’. Y yo ‘¡Pues claro!’. Una vez ahí, Eno notó que estaba nervioso y me ayudó a poner la conversación en un lugar donde podíamos estar cómodos los dos. Una de las cosas que me dijo fue que le interesaban mucho las composiciones que nacen del cuello para abajo, que cuando compones a partir de la rítmica y del baile hay algo superior a ese carácter intelectual de toda la música que nace del cuello para arriba. Esa idea me acompañó en este disco para disfrutar de todas esas posibilidades y entender que la música, pues sí, proviene de un movimiento, de un ritmo, de una naturaleza que está ahí y te va dictando cosas”.
Esa inclinación al ritmo queda bien manifiesta en los dos simples adelanto de su disco solista: “Princesa”, un bolero orquestado inspirado por una de sus hijas que deriva en una pista de electrónica bailable, y “Tumbos”, una lograda bachata en clave de pop contemporáneo con un video donde Meme despliega sus encantadores pasos robóticos con una pared blanca de fondo a lo largo de toda la canción. “Fue darle click al playback y largarme a improvisar”, ríe. “En el grupo, una de las maneras con las que siempre me relacioné desde detrás de los teclados fue a partir del baile. Siempre me atrapó ese instinto del ritmo, eso más primitivo que una letra, una idea o un concepto. Esa relación entre un momento y su energía”. Cuenta también que “Princesa” nació de dos piezas diferentes: “Hay veces en que las canciones salen y se sienten resueltas, y hay veces en que no. Con ‘Princesa’ pasó que no estaba satisfecho. Traté de darle una vuelta creativa de distintas maneras hasta que traje la segunda parte de la canción, pensando: ‘¿Qué pasaría si la cantara José José con orquesta y luego llegara Dr. Dre y la produjera? Fue entretenido probar cómo sería, y de ese juego nació esa canción”.
Consultado sobre la influencia de la inteligencia artificial sobre la música que se viene, señala que él no la utilizó pero que seguramente habrá artistas que le darán un uso interesante: “Crecí muy cerca de la tecnología, y he hecho uso de ella para expresar ideas a las que posiblemente no podría haber llegado de otra manera. Personalmente nunca usé la inteligencia artificial, pero sin duda habrá quienes lo puedan hacer bien. Por supuesto es una herramienta muy potente, que resulta intimidante y peligrosa. La tecnología tiene cada vez más alcance y más poder, pero creo que nada va a suplir a la intuición del ser humano, por lo menos hasta ahora no se ha demostrado. Y mientras sigan existiendo artistas que dese su intuición hagan uso de las herramientas tecnológicas en beneficio de la creación y de la expresión, pues que así sea”.
Sobre el final de la charla cuenta que por estos días con Café Tacvba están destrabando los nudos contractuales alrededor de Revés/Yo soy, el disco doble editado en 1999 que se convirtió en uno de los más celebrados de su discografía y, paradójicamente, el único que todavía no está en plataformas online. “La compañía nunca estuvo convencida de Revés”, cuenta. “Terminaron quedándose con los derechos de Yo Soy y nosotros nos quedamos con el otro. Pero no son dos discos separados, vienen como siameses. Así nacieron, y estamos tratando de hacer algo para que salgan otra vez en conjunto, como en su edición original. Espero y deseo que este año puedan ver la luz los dos juntos en las plataformas”, señala. Y concluye: “Siempre me sentí y me siento muy satisfecho con Café Tacvba, con todo lo que logramos construir juntos. Y si bien ya antes había tenido la inquietud de probar con un proyecto solista, fue realmente ahora que las canciones me invitaron, me dieron una confianza que no había tenido. Y pues así me aventuré a esta cuestión solista. Que hasta ahora ha sido una experiencia verdaderamente sanadora, y ya solo por eso merece la pena”.
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