En su obra, Baldwin abordó la masculinidad, la sexualidad, la raza y las clases sociales, entrelazándolos para crear narrativas intrincadas que influyeron tanto en el movimiento por los derechos civiles como en el movimiento de liberación gay en Estados Unidos, a mediados del siglo XX. Aunque el repertorio del nuevo álbum de Ndegeocello toca estos asuntos, se hizo hincapié en la relación del escritor y activista con la religión. De hecho, el pensador pasó de ser pastor a ateo, lo que le dio pie a la cantautora de Washington DC para tornar al disco en una especie de procesión. “Baldwin dijo que no hay mayor teatro que la iglesia y mi idea era usarlo a él como foco de un servicio religioso”, reconoce. “Así es como pienso en Baldwin. Creo que es un poco profético, vio lo que sucede y ocurre tal cual pasa hoy”.
La canción “Travel” es el abreboca de este viaje al interior de un ser complejo, guiado por un teclado barroco que invita a la idea de la ceremonia religiosa. “Esa canción trata sobre salir de tu espacio seguro”, reflexiona la música, cuya conexión con la obra de Baldwin se afianzó en la pandemia. “El suicidio no es una atracción, es sólo una compulsión. Estás experimentando algo que te hace preguntarte si sería mejor para vos en tu ciclo vital. Creo que eso es lo que Baldwin intenta decir sobre el racismo sistémico, la razón por la cual el racismo y la intolerancia sistemática son muy difíciles de tolerar. Incluso, cuando hago escala en un aeropuerto puedo notar que la gente es clasista, racista e intolerante. Eso pasa en todos los lugares, lo que me hace sentir el peso de ser de este color y de ser mujer”.
A propósito de esto último, pese a que el título del disco hace alusión a Baldwin (falleció en 1987, a causa de un cáncer de estómago), el disco también rinde tributo a la pensadora afroestadounidense Audre Lorde, con la intención de añadir otra voz. “Siento el peso de ser percibida y vista de una manera que no es fiel a mi espíritu, y eso es lo que Baldwin me mostró. Cuando las personas son racistas e intolerantes, dice más de ellas, y eso es lo que realmente estoy empezando a hacer con mi vida. Ya no me siento obligada a suicidarme ni a pensar que la vida es una mierda. La vida es genial. Estoy aprendiendo a no absorber la energía de los demás y eso es lo que tenés que hacer cuando sos una persona racializada: crear y forjar tu propia vida dentro de tu psique”.
Por más que No More Water: The Gospel of James Baldwin ostente la chapa de haber ganado un galardón orientado al jazz, su impronta sale de cualquier encuadre. Y lo mismo pasó con su antecesor. Y es que estas 17 canciones fluctúan del minimalismo poético al R&B, con el afrobeat, el funk, el folk y hasta la psicodelia en calidad de pilares sonoros. Pero lo que atraviesa a este cancionero es la manera sensible y distinta de ver, sentir y escuchar el mundo, afín a la de los homenajeados. “Para otros esa puede ser una interpretación compleja”, dice. “La música me cambió la vida, es un regalo. Me encanta, pero me cuesta. A la gente no le gustan los servicios de streaming como Spotify y a mí tampoco. Ojalá pagaran más, pero lo que me gusta de Spotify es que puedo viajar a través de la música”.
Al mismo tiempo que ponía su bajo al servicio de Herbie Hancock, The Rolling Stones, Madonna, Chaka Khan o Basement Jaxx, y tras llegar a la cima de las carteleras musicales con el dueto que hizo junto a John Cougar Mellecamp en la canción “Wild Night” (cover del clásico de Van Morrison), a Ndegeocello se ganó un lugar en el neo soul en calidad de pionera. Y aún se le piensa de esa forma, por más que ahora es parte del catálogo del legendario sello de jazz Blue Note. “Me encanta estar en Blue Note, es un sueño hecho realidad”, apunta. “Adoro mucho al director del sello como persona y como músico. Así que, por ahora, va bien. Voy a entregar mi último disco con ellos y luego veré adónde me lleva la vida. Los géneros son sólo generalizaciones para vender. No soy pionera en nada”.
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