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El décimo default y los dólares del colchón

Desde el escenario, la presidenta del PJ nacional volvió a encender las alarmas: “El país se encamina hacia un décimo default”. Expresó preocupación por la caída del consumo, cuestionó la escasez de dólares y denunció el endeudamiento. “Lo que están haciendo ya lo hicieron antes. Es la convertibilidad con otro nombre”, sintetizó, y recordó los nueve defaults que acumula la historia argentina. Cristina recorrió los últimos 22 años como un ejercicio de memoria frente a un neoliberalismo que intenta deshistorizar: “Este modelo no es nuevo. Ya fue implementado en la dictadura, durante la convertibilidad, y siempre fracasó. Y va a fracasar una vez más”. También apuntó contra el último anuncio oficial orientado a tentar a los pequeños ahorristas: “¿Tus dólares, tu decisión? Un pastelito está dos lucas, hermano, ¿qué te pasa?”, ironizó, en alusión al eslogan que propone blanquear dólares bajo la narrativa de la libertad individual.

La exmandataria retomó entonces las declaraciones del economista Ricardo Arriazu durante su exposición en AmCham, donde había advertido que “la velocidad de la destrucción es más rápida que la de la creación”. CFK no dejó pasar el comentario y conectó esa frase con una memoria política precisa: “Este señor, que de destrucción a exterminio sabe mucho, fue el inventor de la tablita de Martínez de Hoz. Cuando lo vean hablar, recuerden: Ricardo Arriazu es el autor intelectual y material de esa tablita que endeudó, arruinó y desindustrializó a la Argentina”. A partir de allí, profundizó su diagnóstico económico con un tono aún más crudo: “Rascan el fondo de la olla porque no pueden monetizar la economía. No hay pesos ni dólares porque el consumo se fue al carajo.”, denunció. Y lanzó una advertencia que sonó a presagio: “Este sostenimiento hasta las elecciones de octubre se basa en un endeudamiento formidable. De seguir así, el décimo default no es una fantasía lejana”, alertó. 

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El Eternauta, un manifiesto (geo)político

Desde el escenario en Retiro, Cristina invocó la serie de El Eternauta como símbolo de resistencia cultural, soberanía y orgullo nacional. Recordó que la familia Oesterheld —diezmada por la dictadura— se negó durante años a ceder los derechos si la adaptación no se hacía en Argentina y respetando la idiosincrasia local. “Querían que se respetara la patria”, dijo, y celebró que esa condición haya sido finalmente reconocida por una plataforma internacional como Netflix. A partir de ese ejemplo, ensayó una reflexión más profunda: si una familia arrasada por el terrorismo de Estado logró sentarse de igual a igual con una multinacional para defender su legado, ¿cómo no va a poder hacerlo un país? El mensaje fue claro: negociar con el capital extranjero no debe significar entrega ni subordinación.  "Se puede y así se debe hacer”, concluyó.

Un llamado a la unidad

Hacia el final, la axpresidenta dejó un mensaje potente, dirigido a la militancia y al conjunto del peronismo. Sin nombrar a Axel Kicillof habló de la necesidad de superar la fragmentación y repensar el proyecto político. “Tenemos que dejar de ser militantes electorales. Tenemos que volver a ser militantes políticos. Esto requiere capacidad de análisis, poder ver más allá de la próxima elección y, fundamentalmente, dejar de lado las mezquindades y los egos que tanto daño han hecho”, afirmó. Advirtió que la dispersión no nace de las ideas, sino de la ausencia de debate: “la fragmentación aparece cuando no hay discusión. Cuando hay debate y la diferencia es de ideas, no hay fragmentación: hay síntesis. Porque una idea, finalmente, alumbra y encarna en la sociedad”.

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En ese mismo tono, ensayó una autocrítica sobre la relación entre Estado y ciudadanía. “No podemos seguir hablando de un Estado presente si ese Estado no da respuestas. Hay que construir una nueva estatalidad, con eficiencia”, sostuvo. Y reconoció que parte del éxito inicial de la motosierra libertaria consistió en canalizar malestares reales: “Esa motosierra se identificaba con el tipo que fue a una oficina pública y no le resolvieron nada”. También retomó el debate por la actualización laboral como tarea pendiente: “Eso también tenemos que discutir, para que la gente vuelva a identificar una idea y una forma”. Con ese llamado a repensar el futuro, concluyó un discurso que mutó en celebración popular del 25 de mayo, una fecha que —recordó— “había sido apropiada por la historiografía liberal”. “No podía pasar este 25 de mayo sin que hubiera un peronismo que festejara el Día de la Patria”, recapituló antes de bajar del escenario.

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