En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, cuestionó el paquete de medidas anunciado por el Gobierno de Javier Milei para habilitar a los ciudadanos a usar los “dólares del colchón” sin tener que dar ningún tipo de justificación y apuntó: “Todas esas voces que hemos escuchado son el compendio mismo de la inmoralidad y definen el nuevo Estado”.

El editorial de Víctor Hugo Morales

La transformación está en marcha. Nace el narcoestado. Milei ha cumplido con lo que anunciaba sobre su respeto a la mafia y su desprecio al Estado. Lo simpático es una sociedad que tiene a buena parte de los votantes fascinados con pertenecer a un narcoestado.

De lo contrario, Adorni no andaría de festejo todos los días ni Macri se arrastraría con su saludo falso, besando la mano de Milei. Macri lo hace después del video de inteligencia artificial, de las ironías de Milei, del Topo Gigio de Larreta. Hola... ¿hay alguien ahí?

Caputo diciendo que no se trata de un blanqueo y que empieza una nueva Argentina. Adorni manifestando que estuvimos 20 años gobernados por el comunismo. El titular de AFIP —ahora ARCA—, Juan Pazo, avisando que ahora no vamos a pedir información sobre su consumo o su patrimonio.

Y el más chiquito de los Menem, que es como un frasco concentrado de menemismo y que puede llegar a ser el peor de todos, alcahueteando por derecha con que el fisco lo único que ha hecho es molestar al que labura. Pobre gente.

Todas esas voces que hemos escuchado son el compendio mismo de la inmoralidad y definen el nuevo Estado que describen en el Boletín Oficial de hoy. "El país guarida", como lo define Rulo Dellatorre ahora mismo en Página/12.

Los votantes del domingo, chochos con ese patrón moral. Ahora son parte de la corrupción que decían detestar. Lo que les decía la mafia de Clarín los llevó al odio. El odio los hizo ser puros. Puro odio, sí. Puros e incorruptibles.

Y ahí están ahora, felices exponentes del auspicio del narcoestado. Milei, como Menem, lo hizo. Y lo hizo con ellos y los medios podridos que ahora se le dan vuelta porque quieren que Milei les suelte Telefónica.

No es posible describir cuánto fascismo sostiene este aparato. Nos abrazamos como cuando vienen los bichos de la serie de El Eternauta, esos bichos que, como demostró la serie, solo respetan a los que son moralmente como sus cuellos cuando levantan la cabeza. Ese espanto del que no parece salvarse nadie. Esperemos que El Eternauta nos dé una mano.

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