
Ese viejo sueño que se mueve
2001
Una vieja fábrica baja las persianas. Los amplios espacios alguna vez llenos de movimiento están vacíos. Apenas algunos operarios permanecen en el lugar sacando cosas del camino, quitando tuberías y otras piezas de metal. A ese esqueleto de un cuerpo otrora vital llega un joven, especialista en el armado y desarmado de maquinaria fabril. Mientras la mayoría de los hombres descansa, fuma, come o bebe mientras discute la falta de empleo y la posibilidad de una jubilación temprana, Jacques desarma aplicadamente un aparato que poco tiempo atrás funcionaba dócilmente. En ese marco a priori impensado –porque los prejuicios son así– surge el deseo del recién llegado por el capataz, un hombre de familia que mantiene una relación de cordial distancia con el resto de los empleados. En este mediometraje de 52 minutos, estrenado en la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes, Alain Guiraudie explora las angustias de un mundo laboral que ha cambiado definitivamente, al tiempo que expone los deseos (o la falta de ellos) en un grupo de hombres alejados por completo del imaginario gay mainstream. Hay humor en Ese viejo sueño que se mueve, pero también mucha tristeza, demostración temprana del talento del realizador para construir mundos cinematográficos alejados de cualquier tipo de lugar común.
El rey de la evasión
2009
Comedia desenfrenada en la cual el sexo es tan fluido como el agua, El rey de la evasión tiene como protagonistas a un hombre de mediana edad, vendedor de tractores en un pequeño pueblo francés, y a una joven de dieciséis años cuyo padre es el dueño de otra empresa de venta de vehículos para el campo que le hace la competencia. Armand, un hombre gay acostumbrado al sexo casual pero con preferencias bastante claras, rescata a Curly de un acoso callejero justo cuando las cosas están por ponerse realmente violentas. A partir de ese momento, el vínculo emocional y sexual menos esperado se produce en la extraña pareja, que decide huir de propios y ajenos y comienza a vivir en medio de la naturaleza más salvaje, corriendo de un lado a otro para evitar ser atrapados. La elección del actor Ludovic Berthillot como Armand –un hombre con sobrepeso y actitudes y porte tradicionalmente masculinos– está en las antípodas del cliché cultural del homosexual, y las escenas de sexo hetero son tan jugadas como las del resto de su filmografía. Tal vez la única película en su obra jugada ciento por ciento a un tono humorístico, El rey de la evasión incluye una de las mejores escenas filmadas por Guiraudie, una verdadera oda al sexo libre y desprejuiciado que cierra el film con una nota absolutamente inesperada.
El desconocido del lago
2013
El largometraje que transformó al realizador en un nombre reconocido en todo el mundo es un thriller minimalista que transcurre en una relajada playa frente a un aparentemente pacífico lago. Allí van a pasar el día hombres de todas las edades, profesiones y orígenes sociales en busca de compañía y sexo casual, una “tetera” al aire libre con bosquecito ideal para los escarceos de la carne. Franck (un excelente Pierre Deladonchamps) entabla conversación con un hombre mayor y solitario y también un vínculo más íntimo con un joven adonis (Christophe Paou), excelso nadador y bronceado polo de irresistible atracción. Siguiendo la tradición de Alfred Hitchcock, Guiraudie desgarra las pasiones amorosas con un crimen que altera por completo el orden del lugar y las emociones del protagonista, mientras un insistente detective interroga a los visitantes de la playa. En la vereda opuesta de la sordidez y oscuridad de películas clásicas como Cruising, El desconocido del lago presenta un mundo de libertad carnal en medio de un marco natural de gran belleza –las escenas de sexo no simulado no son gratuitas ni caprichosas–, aunque la aparición de un ángel de la muerte lleva las tensiones entre Eros y Tánatos a su punto límite. Una de las obras mayores en una filmografía con muchos picos y escasas mesetas.
Rester vertical, 2016
En viaje desde la gran ciudad al sur rural de Francia, Léo, un atribulado guionista que parece estar escapando de sí mismo (además de los llamados constantes de un productor) termina instalándose en un poblado rural luego de conocer a Marie, la hija de un criador de ovejas. Sin perder nunca el interés por otros hombres, el protagonista comienza una vida heterosexual convencional y se transforma en padre, aunque nada es tan idílico como podría suponerse: abandonado poco después del parto por su pareja, Léo queda a cargo del recién nacido y de algunas faenas de campo. En Rester vertical Guiraudie se anima a algunas escenas que rozan lo surrealista –la terapeuta interpretada por la gran Laure Calamy va por ese lado–, además de sumar otros personajes a una galería de entrañables personajes secundarios, como ese anciano que escucha a todo volumen discos de rock sinfónico mientras espera la muerte, que llega finalmente en una de las escenas más inolvidables de toda la carrera del cineasta. Con importantes elipsis temporales –el film transcurre a lo largo de varios años– y un incorruptible deseo por transitar caminos narrativos sorprendentes, Rester vertical es lo más cercano a una fábula que haya filmado el realizador, aunque en el fondo se trata de una comedia humana disfrazada de muchas otras cosas.
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