El rostro del hombre en el banquillo de los acusados estaba impvido. Incluso despus de que el tribunal lo absolvi de culpa y cargo. Slo un fantasma de sonrisa cruzaba sus labios contenidos por un breve y disimulado rictus. Al fin de cuentas, estaba acostumbrado a mostrar los beneficios de suponerse de acero, porque el acero no tiene gestos. La mujer en perodo de gestacin, embarazada, en cambio, estaba demacrada, unas lgrimas recorran sus mejillas. El nico gesto al que atin fue al de abrazarse con un familiar a su lado, no s si un to o un hermano. Su marido no, que estaba muerto. En fin, su marido haba sido la vctima del oficial de polica sentado en el banquillo. Y ella, ahora, despus de la lectura de absolucin del tribunal, vena a ser vctima de la solemne gestin de la balanza, retorca su cuerpo en un llanto, se retorca en ese gesto que lo dice todo, que no hacen falta palabras para comprenderlo. 562yw
Despus, la mujer sali a la calle. La acompaaban sus familiares. Buscaba justicia en la calle, porque en el tribunal no la haba encontrado. La apoyaron los feos y oscuros de la villa, la apoyaron porque si no la apoyaban, quin los apoyara despus a ellos? Pero no fue de esos apoyos especulados, por inters, sino que sali naturalmente. Todo un gesto. Nadie ms la apoy. Pero nadie menos, segn desde qu perspectiva se lo vea. Porque, para la mujer, no alcanz para encontrar justicia. Despus de todo, ah adentro en la villa, mejor dicho ah afuera en la villa, la justicia no llega y si llega, llega de esa forma, para cargarse un muerto. Pero fue un gesto de apoyo que le sirvi para seguir viviendo.
De parte de los Gerentes del Poder, nada. Ni una sonrisa. A esa altura, polticamente imposible salir a defender semejante papa que quema. A esa altura justo no me vengas a pedir semejante cosa, justo cuando el seor de los gestos duros, el gestor de la clase media, arrastraba una multitud que reclamaba ante la plaza de los Dos Palacios de los Gestores. Reclamaban mano dura. Algunos sin saber lo que hacan, de pura bronca. Otros, levantando la mano como en otras pocas. Por eso, como respuesta, qu mejor gesto que el de no decir nada, el de aceptar reclamos cuando son tantos y tan embravecidos y despus veremos.
La prxima, habrn pensado, la prxima, capaz que fue as, la prxima salgo antes de que se me vengan al humo. Todo un gesto.
Cualquiera tiene gestos, aunque no quiera. Cualquiera carga en el cuerpo los gestos de aquello que fue su vida, de aquello que fueron sus ideas, de aquello que fue su trama. Aunque no parezca, hasta las palabras son gestos. Sus tonos, sus matices, sus sentidos.
Joan Corominas ya haba escrito en su Etimologa de la Lengua Castellana todo lo que se desprende de un gesto. Gesto, dice Corominas, del latn, gestus, una actitud o movimiento del cuerpo. Gesto, derivado del verbo latino gerere, que en buen romance viene a ser nada menos que “llevar, conducir, llevar a cabo gestiones, mostrar actitudes”. El bueno de Joan va por ms y dice que gesticular deriva del latn gesticularis, asociada a “gesticulacin”, agestado, engestado, incluso gesta. Gesta: historia de lo realizado por alguien. Y que en el antiguo latn gesta es el plural de gestum, lo realizado por alguien, y que es nada menos que el participio del ya mentado gerere. Y aunque parezca mentira, otro derivado, gestacin, viene de gestare, llevar encima. Gerente y gestor tambin se vinculan a gesto. Porque gestor en latn es el . Y el gerente es el que gestiona o lleva a cabo. La propia palabra “gerundio” deriva del latn gerundus, o sea, “el que se debe llevar a cabo”.
Gestores y gerentes, quienes deberan gestionar, tienen un tema pendiente con quienes los gestaron, o sea, la gente: les deben menos gesticulaciones y ms gestos.