Los deberes pendientes 3m6a2u

Por Osvaldo Bayer
Gustavo Mujica

Despus de todos los aconteceres trgicos que ha experimentado nuestra Repblica, a la cual podra llamarse la Dictapblica –por su trgico pasado reciente–, es ya tiempo de que se dicte una verdadera ley de defensa de la democracia que sirva de barrera insalvable para la defensa de las instituciones en el futuro. Es increble el cinismo con que siempre se trat este tema. En el futuro todo dictador, y sus ministros, sus comandantes en jefe, hasta el grado de subsecretario y todos sus embajadores, todos sus gobernadores (interventores) y sus ministros provinciales tendran que sufrir prisiones de por vida y ser condenados al pago de multas que asciendan a todo lo percibido durante sus perodos dictatoriales ms lo que ascienda al monto de todas sus pertenencias. 1jj17

Que el atentado del poder militar contra las instituciones sea considerado el peor de los crmenes.

Claro, se me dir, si los generales y coroneles se levantaron cuando quisieron y ninguno de los gobernantes elegidos por el pueblo supo defenderse. Si todos los presidentes que fueron volteados, huyeron patticamente. A la pregunta de por qu los dos partidos polticos nos gobernaron desde el voto secreto –porque hasta en la dcada infame apareci el evidente protagonismo del radicalismo antipersonalista– se nos podra contestar: pero si esos dos partidos tienen sus pecados originales: el radicalismo, al dar ministros a los militares golpistas o aprestarse a elecciones estando el partido peronista prohibido, como en el caso de Illia con la UCRP y Frondizi con la UCRI, o con el dictador Lanusse dar como ministro del Interior a Mor Roig, para dar apenas un ejemplo; y el peronismo, con el pecado original de haber surgido su lder tambin de un golpe militar. Bien, todo eso, para el futuro, debe tomarse como una leccin que no debe repetirse nunca ms. Para lo cual, para beneficio de la verdadera democracia, esos partidos deberan hacer una autocrtica pblica. Ni dar ministros para dictaduras ni nombrar ministros a asesinos como Lpez Rega.

La gran oportunidad la tuvo el gobierno de Alfonsn. Pero nada se hizo. Tendra que haber comenzado por el castigo a los militares culpables, la cesanta de todos los profesores de los institutos militares y su reemplazo por reconocidas personas democrticas, para cambiar la mentalidad de los nuevos oficiales que se reciben en esos institutos; la cesanta de todos los jueces nombrados por la dictadura, y la propia eleccin de colaboradores sin antecedentes dictatoriales. Adems, la total reorganizacin de las policas. Y, por supuesto, la prohibicin de toda actividad poltica de quienes hubieran sido colaboradores de la dictadura de la desaparicin de personas.

No, ocurri todo lo contrario. La irona perversa que justamente a los peores represores les permiti presentarse a elecciones y ser elegidos como gobernadores. Es pattica, repito el trmino porque no hay otro ms apropiado, la eleccin de uno de los peores asesinos de nuestra historia, el general Bussi, como gobernador de Tucumn. Pero el patetismo an llegar a grados inalcanzables o argentinos: el subcomisario Patti, el de los tiros en la nuca, pudo presentarse y hoy es intendente. El caso del teniente coronel Rico ya tiene antecedentes de pura imaginacin o pesadilla: hace un golpe militar contra la democracia, el presidente de la Nacin va a negociar con l en el cuartel del levantisco y ah se arregla la obediencia debida y el punto final. Y hoy el teniente coronel Rico es intendente. Fue una burla sangrienta y con olor a podrido para todos aquellos que haban sido asesinados y desaparecidos. Y ya por fin, para terminar con la humillacin y el manoseo, Alfonsn permite que el asesino de los abogados de derechos humanos de Mar del Plata ataque con el poder mximo y una crueldad nunca vista contra el cuartel de La Tablada. Nada menos que el general Arrillaga como defensor de la democracia. El mismo general a quien se le permite hoy ser el asesor de la Biblioteca Oficial del Crculo Militar.

La pobre democracia argentina. Hasta en sus expresiones es humillada constantemente. El smbolo est en la ciudad bonaerense de Balcarce. All hay nada menos que un monumento al general Jos Flix Uriburu, el primer golpista, que volte al radical Yrigoyen. Uriburu, un dictador funesto, fusilador de obreros y creador de la dcada infame y propulsor del fraude patritico. All est en bronce. Ni los radicales ni los peronistas tomaron alguna medida contra el bronce al funesto dictador totalitario. Se callaron la boca. Como tambin miraron para un costado cuando el general Rattenbach y su comisin presentaron su informe sobre la guerra de Malvinas. Ese episodio, que es una burla trgica hacia la vida de tantos jvenes argentinos, no se debati, ni se castig a los irresponsables mandams de ese ao, donde se mezcla cobarda con irresponsabilidad y alcohol. Una democracia que en vez de corregir los graves errores y crmenes, se sigue basando en fundamentos con olor a cadveres y tierras robadas.

Lo que nos falta es tener el coraje civil de descreer de los eglatras y tener fe en la fuerza de las comunidades.

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