Miras los edificios que dan al puerto dejando amanecer todo. Miras por la ventana de tu ciudad la vida como cierra el paso. Y aunque saliendo a la vereda nada te espere ya segus saliendo por tu libertad. (Emilio del Guercio, 1980) 1u3n25
La cancin se llama “Las cosas por hacer”, y era la apertura de El valle interior, el disco con el que Almendra volvi al ruedo en 1980. Despus del nefasto 30 de diciembre de 2004, en la escena rock argentina hay muchas cosas por hacer. Hay un proceso judicial pendiente y de pronstico impredecible, pero los integrantes del medio tienen su propio laberinto a recorrer, igualmente complejo, de difcil resolucin. Germn Daffunchio, guitarrista y cantante de Las Pelotas (una de las pocas bandas de primera lnea que no esconde el bulto al debate), viene afirmando una y otra vez que el estado de las cosas post-Croman es un festn para la derecha argentina, feliz de tener tantas herramientas a mano para silenciar un movimiento que siempre se las arregl para ser un grano en el culo del poder.
Todo clausurado, todo cuestionado, todo tapado por el mismo humo de bengala.
La situacin es compleja, pero hay un par de datos que no se pueden perder de vista. Para el rock, afuera siempre hubo un enemigo: en todo caso, en este momento dispone de armas ms potentes para salirse con la suya. Pero el rock debe encontrar la forma de hacer abstraccin de eso y propiciar su debate interno, su propio mtodo –entre el plan y el instinto– para modificar ciertas cosas y salir adelante. No es la primera crisis, la primera contradiccin que el rock debe afrontar. Durante aos, los artistas debieron tocar a escondidas, un domingo de maana en un teatro, trasnoches en stanos de difcil, siempre con el camin celular en la puerta esperando las presas. De pronto y a instancias de un general borracho, en 1982 recibi la bendicin de una dictadura que prohibi todo “cantable” en ingls en las radios (qu casualidad, como Hadad en La Mega) y motiv un explosivo crecimiento en la difusin, produccin discogrfica y actividad en vivo.
Hasta ese momento, la derecha tambin se haba hecho un festn con el rock. Pero cuando el movimiento pudo salir a la luz, tena una calidad artstica y un potencial de generar cambios en su pblico que le hizo ganarse largamente ese lugar. La Guerra de Malvinas y el Festival de la Solidaridad Latinoamericana instalaron tambin el primer conflicto ideolgico serio en un cuerpo que haba sabido unirse –ms all de diferencias estilsticas o viejas discusiones como Manal o Almendra– para resistir al enemigo de afuera. Pero sali adelante, y supo diversificarse y revalidar su razn de ser, y ante cada rebrote fascista concentrado en la actividad rockera encontr la manera de abrirse camino.
Croman debera activar nuevamente esos mecanismos, oxidados y aceitados de manera cclica a lo largo de una frtil historia de cuatro dcadas. Es una tarea que incumbe a msicos, productores, empresarios, bolicheros, pero tambin a la prensa y al pblico. Exigir que se castiguen las responsabilidades polticas y se modifique el escenario estatal que colabor en las muertes es slo una parte: este gran entramado de personas, relacionadas con una msica que siempre busc celebrar la vida y defender a una generacin, tiene un mayor y ms productivo trabajo por delante, en un terreno en el que realmente puede accionar. Asumir todo lo que se hizo mal y actuar para renovar la confianza entre todas las partes, fijar otras prioridades en la agenda periodstica, reeducar –en el buen sentido de la palabra– al pblico para encontrar otras maneras de darle cuerpo a la fiesta, replantear el modo de llevar adelante el negocio y corregir, al fin, desidias de aos.
Seguir saliendo por la libertad.